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sábado, 14 de septiembre de 2013

La visión internacional del presidente Allende

En el escenario latinoamericano, la política desarrollada por el Presidente Salvador Allende emprendió el reforzamiento de lo que se llamó “la personalidad latinoamericana”, aludiendo a la potencialidad existente entre los pueblos de la región para conformar un bloque político-económico, que consolidara la independencia, la soberanía y el incremento del bienestar social.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

El 27 de junio de 2008 con motivo del centenario del nacimiento de Salvador Allende, fui invitado a presentar una ponencia en el evento organizado en el Centro Cultural Gabriela Mistral, de Santiago de Chile, como homenaje a uno de los grandes de la historia de América Latina. A continuación expongo una versión muy resumida del contenido de dicha exposición que da una idea de la visión internacional del Compañero Presidente Allende.
  

El año 1970 marcó en Chile el ascenso del movimiento popular y obrero al  gobierno, luego de caminar por un arduo y sacrificado sendero signado por la lucha contra las estructuras del Estado burgués. La victoria electoral de Salvador Allende, permitió que por primera vez un movimiento que pujaba por la consolidación de un proyecto socialista, consiguiera llegar a la Moneda en los marcos de la democracia representativa.

En este contexto, el Gobierno de la Unidad Popular dirigido por el Presidente Salvador Allende, ejerció una política internacional asentada en la necesidad histórica del pueblo chileno de conquistar nuevos y reales niveles de independencia ante las pretensiones monopólicas de grupos económicos hegemónicos y arremetidas imperiales que procuraban impedir la consagración del proyecto socialista en el continente americano.

Es así como el principal objetivo de la política internacional del Gobierno de Allende fue el “fortalecimiento de la plena autonomía política y económica… sobre la base del respeto a la autodeterminación y a los intereses del pueblo de Chile”. Así lo reveló en  su primer mensaje a la nación, en mayo de 1971: “La política internacional del Gobierno de la Unidad Popular no es sino la proyección en el plano externo de la forma cómo se ha concebido y definido nuestro quehacer histórico: iniciar en nuestra Patria la construcción del socialismo como único camino eficaz para que las grandes masas, encabezadas por el proletariado, alcancen el pleno ejercicio del poder y el justo uso de la riqueza común”.

En cada uno de los escenarios en que se desarrolló la política internacional del Gobierno (multilateral o bilateral), tuvo como basamentos fundamentales los preceptos de resguardo a los principios de convivencia inscritos en la Carta de Naciones Unidas, no intervención en los asuntos internos de cada Estado y libre determinación soberana de los pueblos.

El discurso ofrecido por el Presidente Allende el 4 de diciembre de 1972 ante la Asamblea General de la Organización de  Naciones Unidas muy bien podría definir la posición de Chile frente a las distintas dinámicas a las que tuvo que hacer frente su Gobierno en el escenario multilateral entre 1971 y 1973. A través de aquellas palabras, Allende no vaciló en denunciar las variadas agresiones y maniobras de las cuales fue víctima su país por los distintos agentes internacionales que no perdonaron la voluntad soberana del pueblo chileno de nacionalizar el cobre y otras importantes industrias extractivas. En aquella ocasión Allende manifestó: "Desde el momento en que triunfamos electoralmente el 4 de septiembre de 1970, estamos afectados por el desarrollo de presiones externas de gran envergadura, que pretendieron impedir la instalación de un gobierno libremente elegido por el pueblo y derrocarlo desde entonces. Que ha querido aislarnos del mundo, estrangular la economía, paralizar el comercio del principal producto de exportación que es el cobre y privarnos del acceso a las fuentes de financiamiento internacional” señalando más adelante que “… nos encontramos, frente a fuerzas que operan en la penumbra, sin bandera, con armas poderosas, apostadas en los más variados lugares de influencia".

De igual manera, expresó que los problemas y enemigos a que se enfrentaba Chile eran los mismos que combatían la mayoría de los países del tercer mundo, a saber “la actual estructura hegemónica político-económica de dominación”. Al respecto expresó: "Hoy vengo aquí porque mi país está enfrentando problemas que en su trascendencia universal son objeto de la permanente atención de esta Asamblea de las Naciones Unidas: la lucha por la liberación social, el esfuerzo por el bienestar y el progreso intelectual, la defensa de la personalidad y dignidad nacionales” agregando que “…el chileno es un pueblo que ha alcanzado la madurez política para decidir, mayoritariamente, el reemplazo del sistema económico capitalista por el socialista."

Allende señaló en diversas oportunidades durante sus alocuciones públicas la imposibilidad de cimentar una relación de trabajo eficiente, transparente y constructiva mientras se mantuvieran posiciones de subordinación de la OEA a Estados Unidos. Según él, era tan evidente la oposición de intereses que se planteaba en diversos aspectos de la vida económica y el acontecer político en la región, que resultaba insostenible la edificación de nada sólido y duradero.

Este lenguaje franco y directo encontraba acogida en numerosos gobiernos de la región, que brindaron permanente respaldo a Chile ante las agresiones de que era objeto por parte de Estados Unidos, sin que la OEA, supuesta garante de la democracia, la soberanía, el desarrollo social y  la asistencia reciproca en materia militar en el continente americano, sin que tuviera ni tan solo atisbos de mostrar entusiasmo por las propuestas de trasformación realizadas desde el Gobierno de la Unidad Popular.

En el marco de la superación de las desigualdades, la promoción de un espíritu de solidaridad por las luchas de liberación de otros pueblos en el mundo, la cooperación entre los gobiernos del sur y en ejercicio del principio de pluralidad ideológica, el Presidente Allende tomó la decisión de incorporar a Chile al Movimiento de Países No Alineados, muchos de cuyos postulados coincidían con los enunciados de su política internacional. Con la incorporación de Chile al MPNA, Allende buscaba fortalecer en un mismo bloque a todos los países subdesarrollados, sobreponiéndose a las diferencias que separaban a unos de otros, animado por la firme convicción de que sólo en la unidad y  conformación de un conglomerado amplio, se podría enfrentar eficazmente los desafíos y agresiones de los países más industrializados. Desde su tribuna, llamó al derrocamiento de las desfasadas bases del institucionalismo multilateral cuyo origen se encontraba en la conservación del status quo del término de la segunda guerra mundial. El Sistema de Naciones Unidas así como los organismos surgidos de Bretton Woods fueron el centro de sus críticas.

La defensa del patrimonio y el derecho soberano a controlar la explotación de los recursos naturales, en especial el cobre, fue uno de los ejes transversales por los cuales se evaluaba cada una de las acciones emprendidas por el gobierno de la Unidad Popular en el ámbito internacional. En conjunto, los miembros del Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre (CIPEC) representaban en aquel momento el 41% de la producción total mundial y el 75% del cobre de exportación en el mercado internacional. Cabe recordar que en 1973, Chile era el cuarto país productor de cobre después de Estados Unidos, Unión Soviética y Zambia.

En el escenario latinoamericano, la política desarrollada por el Presidente Salvador Allende emprendió el reforzamiento de lo que se llamó “la personalidad latinoamericana”, aludiendo a la potencialidad existente entre los pueblos de la región para conformar un bloque político-económico, que consolidara la independencia, la soberanía y el incremento del bienestar social. De igual manera, el principio de “pluralidad ideológica” marcó cada una de las acciones y propuestas, que en el escenario latinoamericano, emprendió el Gobierno de la Unidad Popular.

El espíritu latinoamericanista de Allende era favorable al desarrollo de esquemas de integración en la región, pero dicho fenómeno debía estar purgado de intereses imperiales y dirigidos al incremento en los niveles de bienestar social. En su discurso al visitar la sede del Acuerdo de Cartagena manifestó: "Si fracasamos o nos detenemos estaremos abiertos y sin defensa frente a las formas modernas de colonialismo. Solos, divididos, incluso derrotados sicológicamente, nos enfrentaríamos ante las grandes potencias económicas mundiales, sin capacidad de negociación y, evidentemente éste es un objetivo que sectores nacionales y extranjeros están persiguiendo”.

Compañero Presidente Allende, su gobierno y sus propuestas en materia internacional están presentes en cada acción de nuestros pueblos, son un grito que reclama igualdad y equidad en los pasillos de la ONU y en las organizaciones internacionales, Usted conduce los acuerdos en aquellas instancias donde se construye unidad en la diversidad, orienta e ilumina cuando se trabaja por la integración de Nuestra América, ¿quién puede dudar que Usted esté detrás de cada tratado de cooperación sustentado en los principios de solidaridad y complementariedad?

Hoy, cuando se abren las grandes alamedas, cuando los trabajadores de esta patria latinoamericana  comienzan a transitar en libertad por Cochabamba y por Managua, por Caracas y por Quito, como caminan hace mucho más tiempo por La Habana, para construir esa sociedad mejor que usted soñó y por la que  entregó cada minuto de su maravillosa vida, le decimos gracias, gracias por ser padre, padre de esta América Nuestra “que ha dicho basta y ha echado a andar”.

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