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sábado, 26 de octubre de 2013

Argentina: “El ensayo neodesarrollista se está agotando”

Claudio Katz, economista, profesor de la Universidad de Buenos Aires e integrante del EDI (Economistas de izquierda), analiza en esta entrevista la coyuntura económica de la Argentina actual, los límites del modelo, las perspectivas políticas del kirchnerismo y los diferentes sectores políticos de cara al 2015.

Marcha (Argentina)

Claudio Katz, economista argentino.
-¿Cómo ves la situación de la economía argentina hoy, entrando en el último trimestre del año?

-Para analizar la economía argentina de acá a fin de año hay que considerar tres temas centrales. El primero es la decisión del gobierno de volver al endeudamiento. Acá aparece el acuerdo del gobierno y el Banco Mundial por 3 mil millones de dólares y la aceptación de las deudas pendientes en el tribunal de CIADI. El gobierno avala los pagos que no tienen ninguna auditoria, carentes de toda confiabilidad respecto del endeudamiento argentino. Esto entre otras cosas, abre las puertas para la demanda de Repsol.

En la misma línea del endeudamiento esta la reapertura del canje. El gobierno ahora lo abrió sin fecha de cierre, violando la ley cerrojo que prohibía reabrirlo. La oposición hizo mucha pirotecnia verbal pero lo votó, cuando lo que correspondía era salir de la jurisdicción de Nueva York, volver a la jurisdicción argentina y hacer una auditoría de la deuda. No obstante esto, se acepta el principio de convocar a los buitres, de seguir pagando sin beneficio a cambio, aceptando un chantaje de un deudor que siempre está condicionando al país.

El tercer rasgo es aceptar la elaboración del nuevo índice de precios del INDEC, supervisado por el FMI, cuando Argentina tiene mejores técnicos que el FMI. Se acepta como parte de las exigencias de los organismos internacionales.

Aquí hay una gran demanda del establishment de volver a un ciclo de endeudamiento externo. Esto es coherente también con los últimos discursos de la Presidenta, donde señala que somos pagadores seriales. Se está volviendo a crear el mito de un endeudamiento indoloro.

La derecha lo hace elogiando a los países vecinos que permiten la entrada de capitales de corto plazo, que tiene consecuencias desestabilizadoras en la economía, y el gobierno con el discurso de dinero fresco que llegaría al país sin ningún tipo de condicionamiento. Lo cual es una ilusión.

Se comienza a ver, por otro lado, el endeudamiento con los grupos capitalistas locales. El gobierno acaba de suscribir o está negociando con los grupos cerealeros para que ingresen 500 millones de dólares, a cambio de ser eximidos de una investigación por fraude fiscal que estaba en marcha. Hay un acuerdo con la petrolera Bridas para que ingrese otros 500 millones de dólares, a cambio de eximirlos del impuesto al cheque y otorgarle un tipo de cambio bastante cercano al paralelo.

-¿Por qué creés que ocurre esto?

-La causa inmediata es porque se están cayendo las reservas en forma muy acelerada. Están en 37 mil millones de dólares y hubo una pérdida de 6500 millones en el año. Hay un goteo  constante y el gobierno necesita dólares para pagar deuda, para enfrentar el déficit energético que se ha convertido en un problema muy agudo, para proveer dólares a los importadores y que no te frene la industria, así como para afrontar el déficit turístico.

Hay una cuestión estructural y es que el modelo se ha quedado sin combustible desde hace 2 o 3 años.

-Sin embargo, ciertas cuestiones macro no han cambiado demasiado. El precio de los commodities, que era uno de los ejes del modelo de acumulación post 2002, parece no haberse modificado y tiene precios nuevamente históricos.

-Se ha quedado sin combustible internamente sin que cambie el escenario internacional. Tenemos varios indicadores para mostrar esto: el primero es el de los dólares, el segundo es la inflación. El modelo entre el 2003 y el 2008/2009 fue un modelo de crecimiento con poca inflación y ahora es un modelo de crecimiento con alta inflación, que se ha estabilizado en cerca del 20% y que carcome los salarios. Tenés un tercer problema bastante agudo de déficit fiscal, ya no sólo no hay superávit sino que el presupuesto es un dibujo.

No hay un escenario explosivo en el tiempo inmediato, pero sí un contexto de estancamiento y vulnerabilidad. Por ejemplo, este año la economía va a crecer un 3%, que es el promedio de crecimiento regional y ha sido resultado de una buena cosecha con precios elevados de la soja, venta de autos a Brasil, con consumo motorizado por la inflación. Es un contexto donde lo estructural, como la inversión, sigue cayendo en forma muy significativa. Creo que estamos llegando a un punto de viraje, de cambio.

-Este punto de cambio, está bordeando el temible concepto de estanflación. ¿Esto lo ven también quienes piensan la economía desde los partidos tradicionales que hoy se presentan a elecciones? ¿Se está pensando qué salida se le da a un modelo que parece agotado?

-Sí, yo creo que la principal preocupación de lo que se llama la oposición de derecha es un programa de ajuste y devaluación, que tiene gran coincidencia entre los partidos y el establishment. Es el programa de las llamadas “metas de inflación”, que consiste básicamente en empezar a congelar el salario y frenar la recuperación de los mismos, junto con la devaluación. Estas medidas son reclamadas por la UIA, la Mesa de Enlace, el PRO, Massa...

Ellos lo hacen con dos mascaradas, con dos disfraces. Encubren esto primero con la idea mítica de que van a despertar confianza cuando alguno de ellos gane la elección. Van a llover los dólares por un cambio de cara y esa confianza no exigirá ajuste ni garantías al capital.

El otro ensueño parte de que bajando los gastos que conlleva la corrupción, ya hay dinero suficiente para continuar con el gasto social. Es lo mismo que decía la Alianza cuando sustituyó a Menem.

-Lo que es interesante es qué está pensado hoy por hoy el gobierno, que está parado en un barco que tiene como puerto de llegada el 2015 y parece que en la caldera no le queda tanto carbón para llegar con el modelo como esta. ¿Cuál es la idea que a vos te da sobre los proyectos y planes para cambiar esta situación, desde el oficialismo?

-Acá hay dos posibilidades, o el gobierno empieza el ajuste en cuotas y negocia una sucesión por ejemplo con Scioli, o el gobierno elude el ajuste y le traspasa el paquete tal cual está al futuro presidente. Mientras tanto hay indicios de las dos alternativas. Por un lado hay fuertes señales de ajuste, la más evidente es la referida a la tasa de devaluación. El gobierno dice "no vamos a hacer una gran devaluación", pero esta devaluando al 30% el cambio oficial, mientras se burla del PRO, que pedía un 40%.

Por otro parte todo indica que van a ir hacia mayor control de los dólares para el turismo, en vez de ir a una liberación del mercado de cambios. Yo creo que el gran tema va a ser qué hacen con las tarifas y los subsidios después de las elecciones. Ese va a ser un gran test de cuánto ajuste realiza el gobierno y cuánto ajuste le traspasa a los próximos.

-¿Creés que es posible alguna comparación con la forma en la que se han desarrollado las crisis en el pasado de la Argentina?

-Creo que hay una comparación valida acerca de que este es un modelo que ha encontrado un punto de agotamiento, como tienden a agotarse todos los ensayos neodesarrollistas en la Argentina, porque no modifican los pilares estructurales del país y por lo tanto después de un periodo de crecimiento y consumo encuentran un límite. Ese parangón vale.

Sin embargo hay que ser cuidados con la comparación estricta con las crisis del 89 o 2001 porque, si bien el modelo está encontrando tensiones muy grandes, no estamos en una situación de endeudamiento externo y déficit fiscal comparable a esos momentos. El escenario internacional también es diferente.

Por lo tanto ahí se abre un interrogante sobre qué tipo de ajuste va a tener la economía argentina, cual va a ser su grado de violencia. Por supuesto aparece junto a éste el otro factor clave, que es cuál será el nivel de resistencia social que irrumpa cuando comiencen estos ajustes. Acordémonos que fue esta resistencia la que condujo al gobierno a abandonar la sintonía fina y a la derecha a no decir lo que piensa hacer.

Nosotros no podemos analizar el año que viene solamente desde la economía, tenemos que tener los datos de la política, los datos de la lucha social y los datos de los planteos alternativos.

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