Claudio Katz, economista, profesor de la
Universidad de Buenos Aires e integrante del EDI (Economistas de izquierda), analiza
en esta entrevista la coyuntura económica de la Argentina actual, los límites
del modelo, las perspectivas políticas del kirchnerismo y los diferentes
sectores políticos de cara al 2015.
Marcha (Argentina)
Claudio Katz, economista argentino. |
-¿Cómo ves la situación
de la economía argentina hoy, entrando en el último trimestre del año?
-Para analizar la
economía argentina de acá a fin de año hay que considerar tres temas centrales.
El primero es la decisión del gobierno de volver al endeudamiento. Acá aparece
el acuerdo del gobierno y el Banco Mundial por 3 mil millones de dólares y la
aceptación de las deudas pendientes en el tribunal de CIADI. El gobierno avala
los pagos que no tienen ninguna auditoria, carentes de toda confiabilidad
respecto del endeudamiento argentino. Esto entre otras cosas, abre las puertas
para la demanda de Repsol.
En la misma línea del
endeudamiento esta la reapertura del canje. El gobierno ahora lo abrió sin
fecha de cierre, violando la ley cerrojo que prohibía reabrirlo. La oposición
hizo mucha pirotecnia verbal pero lo votó, cuando lo que correspondía era salir
de la jurisdicción de Nueva York, volver a la jurisdicción argentina y hacer
una auditoría de la deuda. No obstante esto, se acepta el principio de convocar
a los buitres, de seguir pagando sin beneficio a cambio, aceptando un chantaje
de un deudor que siempre está condicionando al país.
El tercer rasgo es
aceptar la elaboración del nuevo índice de precios del INDEC, supervisado por
el FMI, cuando Argentina tiene mejores técnicos que el FMI. Se acepta como parte
de las exigencias de los organismos internacionales.
Aquí hay una gran demanda
del establishment de volver a un ciclo de endeudamiento externo. Esto es
coherente también con los últimos discursos de la Presidenta, donde señala que
somos pagadores seriales. Se está volviendo a crear el mito de un endeudamiento
indoloro.
La derecha lo hace
elogiando a los países vecinos que permiten la entrada de capitales de corto
plazo, que tiene consecuencias desestabilizadoras en la economía, y el gobierno
con el discurso de dinero fresco que llegaría al país sin ningún tipo de
condicionamiento. Lo cual es una ilusión.
Se comienza a ver, por
otro lado, el endeudamiento con los grupos capitalistas locales. El gobierno
acaba de suscribir o está negociando con los grupos cerealeros para que
ingresen 500 millones de dólares, a cambio de ser eximidos de una investigación
por fraude fiscal que estaba en marcha. Hay un acuerdo con la petrolera Bridas
para que ingrese otros 500 millones de dólares, a cambio de eximirlos del impuesto
al cheque y otorgarle un tipo de cambio bastante cercano al paralelo.
-¿Por qué creés que
ocurre esto?
-La causa inmediata es
porque se están cayendo las reservas en forma muy acelerada. Están en 37 mil
millones de dólares y hubo una pérdida de 6500 millones en el año. Hay un
goteo constante y el gobierno necesita dólares para pagar deuda, para
enfrentar el déficit energético que se ha convertido en un problema muy agudo,
para proveer dólares a los importadores y que no te frene la industria, así como
para afrontar el déficit turístico.
Hay una cuestión
estructural y es que el modelo se ha quedado sin combustible desde hace 2 o 3
años.
-Sin embargo, ciertas
cuestiones macro no han cambiado demasiado. El precio de los commodities, que
era uno de los ejes del modelo de acumulación post 2002, parece no haberse
modificado y tiene precios nuevamente históricos.
-Se ha quedado sin
combustible internamente sin que cambie el escenario internacional. Tenemos
varios indicadores para mostrar esto: el primero es el de los dólares, el
segundo es la inflación. El modelo entre el 2003 y el 2008/2009 fue un modelo
de crecimiento con poca inflación y ahora es un modelo de crecimiento con alta
inflación, que se ha estabilizado en cerca del 20% y que carcome los salarios.
Tenés un tercer problema bastante agudo de déficit fiscal, ya no sólo no hay
superávit sino que el presupuesto es un dibujo.
No hay un escenario
explosivo en el tiempo inmediato, pero sí un contexto de estancamiento y
vulnerabilidad. Por ejemplo, este año la economía va a crecer un 3%, que es el
promedio de crecimiento regional y ha sido resultado de una buena cosecha con
precios elevados de la soja, venta de autos a Brasil, con consumo motorizado
por la inflación. Es un contexto donde lo estructural, como la inversión, sigue
cayendo en forma muy significativa. Creo que estamos llegando a un punto de
viraje, de cambio.
-Este punto de cambio,
está bordeando el temible concepto de estanflación. ¿Esto lo ven también
quienes piensan la economía desde los partidos tradicionales que hoy se
presentan a elecciones? ¿Se está pensando qué salida se le da a un modelo que
parece agotado?
-Sí, yo creo que la
principal preocupación de lo que se llama la oposición de derecha es un
programa de ajuste y devaluación, que tiene gran coincidencia entre los
partidos y el establishment. Es el programa de las llamadas “metas de
inflación”, que consiste básicamente en empezar a congelar el salario y frenar
la recuperación de los mismos, junto con la devaluación. Estas medidas son reclamadas
por la UIA, la Mesa de Enlace, el PRO, Massa...
Ellos lo hacen con dos
mascaradas, con dos disfraces. Encubren esto primero con la idea mítica de que
van a despertar confianza cuando alguno de ellos gane la elección. Van a llover
los dólares por un cambio de cara y esa confianza no exigirá ajuste ni
garantías al capital.
El otro ensueño parte de
que bajando los gastos que conlleva la corrupción, ya hay dinero suficiente
para continuar con el gasto social. Es lo mismo que decía la Alianza cuando sustituyó
a Menem.
-Lo que es interesante es
qué está pensado hoy por hoy el gobierno, que está parado en un barco que tiene
como puerto de llegada el 2015 y parece que en la caldera no le queda tanto
carbón para llegar con el modelo como esta. ¿Cuál es la idea que a vos te da
sobre los proyectos y planes para cambiar esta situación, desde el oficialismo?
-Acá hay dos
posibilidades, o el gobierno empieza el ajuste en cuotas y negocia una sucesión
por ejemplo con Scioli, o el gobierno elude el ajuste y le traspasa el paquete
tal cual está al futuro presidente. Mientras tanto hay indicios de las dos
alternativas. Por un lado hay fuertes señales de ajuste, la más evidente es la
referida a la tasa de devaluación. El gobierno dice "no vamos a hacer una
gran devaluación", pero esta devaluando al 30% el cambio oficial, mientras
se burla del PRO, que pedía un 40%.
Por otro parte todo
indica que van a ir hacia mayor control de los dólares para el turismo, en vez
de ir a una liberación del mercado de cambios. Yo creo que el gran tema va a
ser qué hacen con las tarifas y los subsidios después de las elecciones. Ese va
a ser un gran test de cuánto ajuste realiza el gobierno y cuánto ajuste le
traspasa a los próximos.
-¿Creés que es posible
alguna comparación con la forma en la que se han desarrollado las crisis en el
pasado de la Argentina?
-Creo que hay una
comparación valida acerca de que este es un modelo que ha encontrado un punto
de agotamiento, como tienden a agotarse todos los ensayos neodesarrollistas en
la Argentina, porque no modifican los pilares estructurales del país y por lo
tanto después de un periodo de crecimiento y consumo encuentran un límite. Ese
parangón vale.
Sin embargo hay que ser
cuidados con la comparación estricta con las crisis del 89 o 2001 porque, si
bien el modelo está encontrando tensiones muy grandes, no estamos en una
situación de endeudamiento externo y déficit fiscal comparable a esos momentos.
El escenario internacional también es diferente.
Por lo tanto ahí se abre
un interrogante sobre qué tipo de ajuste va a tener la economía argentina, cual
va a ser su grado de violencia. Por supuesto aparece junto a éste el otro
factor clave, que es cuál será el nivel de resistencia social que irrumpa
cuando comiencen estos ajustes. Acordémonos que fue esta resistencia la que
condujo al gobierno a abandonar la sintonía fina y a la derecha a no decir lo
que piensa hacer.
Nosotros no podemos
analizar el año que viene solamente desde la economía, tenemos que tener los
datos de la política, los datos de la lucha social y los datos de los planteos
alternativos.
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