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sábado, 21 de diciembre de 2013

El enigma Lula

En un mundo donde han desaparecido los grandes estadistas, donde cada uno parece dedicarse a defender los intereses inmediatos de su país, el liderazgo de Lula se proyecta con más fuerza todavía. Porque él representa la visión y las propuestas del Sur del mundo, de América Latina en particular.

Emir Sader / ALAI

Lula da Silva, expresidente de Brasil.
El éxito de Lula como líder político de proyección mundial generó una especie de consenso a escala internacional. Hubo países –como Argentina o Perú – en los que todos los sectores políticos reivindicaban al líder brasileño. Cada uno haciendo su lectura de lo que habría sido el gobierno Lula, reivindicándolo en contra de otras fuerzas políticas, de gobierno o de oposición.

La prioridad de las políticas sociales en el gobierno Lula es lo que ha permitido que Brasil, el país más desigual del continente y del mundo, por primera vez, haya tenido grandes avances en la lucha en contra de la desigualdad, la pobreza y la miseria. Sin mayores análisis, de parte de algunos, de las condiciones que han permitido esos avances.

En Brasil, Lula sufrió una fuerte oposición de la derecha y de la ultraizquierda. La derecha no pudo asimilar el éxito, interno y externo, de Lula. Aun más, después del fracaso del gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Primero intentaron desconocer las trasformaciones que Brasil había vivido. Luego, trataron de atribuir los éxitos a una situación internacional favorable. Pero cuando ésta cambió radicalmente hacia un escenario negativo, ya no les quedó más que decir que el modelo ya se habría agotado. La economía ya no lograba crecer como antes, sería el final de un ciclo.

La ultraizquierda creyó que Lula había “traicionado” a la izquierda, que daba continuidad al gobierno de Cardoso, que pronto seria repudiado por el pueblo y derrotado. Nada de eso ocurrió, rápidamente el gobierno de Lula pudo superar la ofensiva de las oposiciones para derrocarlo en 2005; se reeligió en 2006; eligió a su sucesora en 2010, que está a punto de reelegirse. Salió del gobierno con un 83% de respaldo y un 3% de rechazo, a pesar de tener contra de él, el monopolio de la prensa privada.

Cuando surgieron las manifestaciones de junio de este año, el coro –de la derecha y de la ultra izquierda– volvió a subir de tono. El encanto de Lula habría terminado. El gobierno del PT, después de más de 10 años, se derrumbaría frente a las manifestaciones populares. Todo habría sido una ilusión pasajera –de 10 años-, pero finalmente todo se caía: Brasil, Lula, Dilma, el PT.

No logran entender y dar cuenta entonces porque Dilma es más favorita que antes de las manifestaciones de junio y Lula es todavía más popular.

Quien no logra descifrar el enigma Lula, termina devorado por él. Sucedió así con la derecha y la ultraizquierda brasileñas. Ahora con sus críticos internacionales.

Dilma es ampliamente favorita para ser reelegida – incluso en primera vuelta- y Lula tiene aún más popularidad que ella. Las previsiones negativas respecto a Brasil no han descifrado el enigma Lula y son devoradas por él.

Es que Lula supo, mejor que nadie, dar la partida para la lucha por la superación del modelo neoliberal. De inicio, su obsesión por la prioridad de las políticas sociales, el lado más frágil del neoliberalismo. En segundo lugar, la primera medida de su política internacional fue la inviabilizacion del Alca, en circunstancias que Brasil y Estados Unidos habían quedado en dar los arreglos finales. Fue ese bloqueo de Brasil lo que frenó el proyecto del Alca y abrió los espacios para priorizar los proyectos de integración regional que son centrales en los gobiernos progresistas de América Latina.

Para complementar, Lula supo reaccionar fuertemente frente a la crisis recesiva internacional que empezó en 2008, haciendo que el Estado brasileño tuviera un accionar claramente anti-ciclico, valiéndose de los bancos públicos de Brasil.

Con eso y el éxito de la política internacional brasileña, Lula se ha proyectado como el más importante líder popular contemporáneo – como lo ha reconocido Perry Anderson, que lo puso al lado de Nelson Mandela en esa posición. El uno, en el combate al racismo, el otro en el combate al hambre.

¿Por qué el éxito de Lula incomoda? Incomoda a la derecha, porque su referencia esencial, Fernando Henrique Cardoso, fracasó allí donde Lula tuvo éxito. Todas las fuerzas de los países quieren identificarse con Lula, que a su vez se proclama de izquierda y apoya a los candidatos de izquierda.

Incomoda a la ultraizquierda, porque Lula logró viabilizar un gobierno de inmenso apoyo popular, de amplias alianzas, que ha logrado lo que ningún otro gobierno había logrado, en términos de políticas sociales y de reconocimiento de parte del pueblo.

Hoy Lula desarrolla intensas actividades a partir del Instituto Lula, tanto hacia América Latina como hacia África, además de todo el trabajo que hace Lula hacia el mismo Brasil. En reunión reciente, realizada en Santiago de Chile, se han elaborado y discutido propuestas de integración latinoamericana en coordinación con el BID, con la CEPAL y con la CAF.

Al mismo tiempo, en el Instituto Lula se elabora un documento que se denomina Informe Lula, que incorpora los discursos que el ex-presidente brasileño desarrolla en sus constantes reuniones con intelectuales, con dirigentes políticos y sociales de varios países y continentes, con organismos internacionales, así como cuando recibe los incontables títulos de doctor honoris causa en universidades. El documento pretende que los análisis desemboquen en propuestas de integración regional en varios planes. Un documento que debe ser lanzado en 2014, con grandes eventos y constantes debates en varios países.


En un mundo donde han desaparecido los grandes estadistas, donde cada uno parece dedicarse a defender los intereses inmediatos de su país, el liderazgo de Lula se proyecta con más fuerza todavía. Porque él representa la visión y las propuestas del Sur del mundo, de América Latina en particular – la prioridad del combate al hambre, el destaque que África debe tener en el mundo, la posibilidad real de superar las dificultades producidas por el neoliberalismo y construir alternativas reales y posibles de un mundo más justo, menos desigual, más humano. De ahí su liderazgo, aun cuando ya no es presidente. Porque él encarna las necesidades urgentes del mundo de hoy.

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