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sábado, 7 de diciembre de 2013

Navidad, tiempo de paz…. ¡Regale un arma!

El consumismo de la época da para todo. Si los gobiernos gastan cantidades ingentes en armamentos, ¿por qué no promocionarlos también para las fiestas navideñas?

Marcelo Colussi / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala

La época navideña es sinónimo de paz. Al menos, eso se suele decir.

No se entiende bien por qué –y la experiencia demuestra fehacientemente que no es exactamente como se declara– la llegada del mes de diciembre debería traer un clima de paz y amor. Invocar que es el mes del nacimiento del Mesías no explica mucho. También en esta época, más allá de las pomposas y quizá bienintencionadas declaraciones, continúan las injusticias y mezquindades. Los excluidos no dejan de ser excluidos, la violencia no cesa (por el contrario: aumenta), el hambre no se extingue, aunque por allí se obsequien tamales, así como no se terminan por arte de magia ni el racismo, el denigrante patriarcado o las innumerables inequidades que siguen poblando el mundo o Guatemala. Dicho sea de paso: no es infrecuente para esta época que se produzcan mortales accidentes con camiones que viajan desde el Altiplano hacia la Costa Sur repletos de trabajadores agrícolas estacionales que van a los cortes de caña de azúcar y/o café. Mucho espíritu navideño cargado de paz y amor… pero las condiciones reales de trabajo no cambian.

Se podrá decir que este breve texto es pesimista, negativo, blasfemo incluso, porque reniega del espíritu de la fiesta religiosa más importante del año, al menos en un país como Guatemala, fundamentalmente católico. Pero no. De ningún modo se trata de ir contra una tradición hondamente arraigada; el sentido de este escrito es abrir una pregunta crítica sobre cómo el espíritu de celebración religiosa de esta época (porque, si no me equivoco, de eso se trataba, ¿no?) se ha venido trocando en un consumismo voraz.

Tan voraz, ciego y despiadado que da lugar, por ejemplo, al título con que abrimos la nota. ¡Feliz navidad!, época de paz, amor y reencuentro familiar… pero según una hermosa promoción comercial que puede verse en una lujosa publicación todo-color de algún diario capitalino, el inefable Santa Klaus –vestido de rojo y blanco desde 1931 gracias a una campaña publicitaria de la Coca-cola, despojándolo de sus tradicionales atavíos color verde– invita a regalar un arma para estos días. ¡Sí, sí: así como suena! Para Navidad se promocionan ¡armas!

Bueno… al fin y al cabo, el consumismo de la época da para todo. Si los gobiernos gastan cantidades ingentes en armamentos, ¿por qué no promocionarlos también para las fiestas navideñas?

“La mejor selección de Rifles de Aire en Guatemala. Marcas bien Caqueras, Usté”, ofrece la promoción. “Hay para niños de 9 años hasta Adultos Tres”. (…) “Venite por tu rifle G&G. Infunde el miedo en tus contrincantes”, resalta el anuncio. Por cierto, la funda para pistola marca Fobus, desde sólo Q. 260, es publicitada por una provocativa muchacha que exhibe un descubierto muslo, donde destacan pistola y funda, sin que se entienda bien por qué instrumentos de esas características deben asociarse a una mujer incitante. Pero, bueno…., dejemos eso (habíamos dicho que la Navidad, aunque sea época de amor y paz, no terminaba mágicamente con el machismo, ¿verdad?)

Más aún: por lo que puede colegirse de la promoción, el espíritu navideño no borra la maldad, pues junto a las encantadoras armas ofrecidas, se publicitan también linternas que sirven “para entender la situación e identificar al malo”. Obviamente, entonces, sigue habiendo “malos”. Y también sigue habiendo codicia y envidia pese al espíritu amoroso de la época, pues se llama a “marcar tu territorio” con letreros metálicos (no está indicado el precio) que se ofrecen junto a las armas y demás productos, todos muy “chileros”, todos “excelentes regalos para alguien cerca de tu corazón”.

¿Qué concluir de todo esto? ¿Que en Guatemala, a casi 18 años de firmada la paz, la cultura de las armas y de la violencia sigue siendo una realidad? ¿Que la paz y el amor de la época son relativos? ¿Que el mercado sigue siendo nuestro verdadero dios?


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