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sábado, 4 de enero de 2014

Ecuador: El país de la esperanza

Completando el panorama esperanzador del Ecuador, se halla una nueva realidad económica, signada por el crecimiento de la agricultura, la reactivación industrial, el mejoramiento de salarios y, en general, el desarrollo del mercado interno.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo

Hasta hace unos años, nuestro Ecuador era el país de la desesperanza, de los sueños frustrados, de las revoluciones interrumpidas. Era el país del que muchos querían irse y del que otros renegaban en voz alta. Pero en pocos años nuestro país cambió tanto que hoy se ha convertido en el país de la esperanza, donde las mayorías sienten realizadas muchas de sus aspiraciones colectivas y miran con confianza su futuro.

¿Cuáles son las razones de ese cambio profundo en la conciencia colectiva? Hallo que la primera es la formidable obra física realizada por la Revolución Ciudadana, que ha superado toda la acumulada en el siglo anterior, tras la construcción del ferrocarril Guayaquil-Quito. Carreteras, puentes, puertos y aeropuertos, hospitales, centros de salud y otras variadas obras públicas han cambiado el rostro del país, han generado fuentes de empleo y han roto esa sensación de inmovilismo y fracaso que nos dejó la mayoría de gobiernos anteriores.

Paralelamente, está la preocupación por los pobres, los marginados, los discapacitados y otros olvidados de la política, que ahora se sienten parte activa de este país que antes los tenía en abandono. Esa nueva conciencia popular acerca de sus derechos ha sido, a su vez, el punto de partida para la creciente participación de las masas populares en la vida política y la construcción de un nuevo país.

Completando ese panorama esperanzador se halla una nueva realidad económica, signada por el crecimiento de la agricultura, la reactivación industrial, el mejoramiento de salarios y, en general, el desarrollo del mercado interno.

No son menos importantes los cambios en la educación pública, vista como el punto de partida de una verdadera igualdad de oportunidades. Son notorios los logros y avances en la educación básica y se muestran auspiciosas las reformas aplicadas a la educación superior, en busca de contar con universidades de excelencia, capaces de generar investigación científica y promover una sociedad del conocimiento.

Claro está, hay problemas sociales todavía no resueltos, entre ellos la ejecución de una reforma agraria, que permita el acceso de los campesinos pobres a la tierra de cultivo, hasta hoy monopolizada por una vieja y parásita oligarquía, que sobrevive solo por la sobreexplotación a los trabajadores agrícolas. Por suerte, la entrega de la hacienda La Clementina a sus trabajadores, mediante una compraventa en remate público, parece anunciar la llegada de nuevos tiempos para el agro ecuatoriano.

Y en esas estamos al iniciarse este nuevo año, en el que concluirán algunas importantes obras nacionales, especialmente útiles al cambio de matriz energética.


Como puede verse, hay motivos para que siga floreciendo la esperanza de las mayorías.

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