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sábado, 15 de febrero de 2014

Adiós al TIAR

Nos alegra la emergencia de la Celac y la denuncia que  Ecuador y otros países han hecho del TIAR, un organismo para nosotros inútil y perverso, que no fue capaz de impedir guerras de despojo ni la agresión inglesa en las Malvinas.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo (Ecuador)

Hasta hace cincuenta años, a los niños latinoamericanos nos hacían cantar en las escuelas el célebre Himno Panamericano, que comenzaba: “Un canto de amistad,/ de buena vecindad,/ unidos nos tendrá eternamente…”. Y luego mencionaba el nombre de todos los países del continente, para concluir diciendo que todos ellos “son hermanos soberanos de la libertad,/ son hermanos que unidos siempre vencerán”.

Cada lunes entonábamos ese canto con ingenuidad infantil, bajo el estímulo de unos maestros simplones, que no sabían que ese himno, impuesto por el Ministerio de Educación, actuaba como un lavado de cerebro masivo diseñado en  Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.

Y es que sus inspiradores querían hacernos creer en babosadas como la ‘hermandad continental’ y la ‘buena vecindad’ con  EE.UU., que en la práctica eran negadas por la política económica y militar de la potencia del norte. Por eso encargaron la elaboración de la letra de ese himno a Rodolfo Aníbal Sciammarella, un popular escritor argentino que hizo también las letras de ‘Salud, dinero y amor’ y ‘Besos brujos’.

Entre tanto, EE.UU. llenaba de bases militares el continente, comenzando por las colonias británicas, siguiendo con países latinoamericanos, como Brasil, Ecuador, Nicaragua y Guatemala, y agregando sus posesiones coloniales de Puerto Rico, Guantánamo (Cuba), la Zona del Canal (Panamá) y las Islas Vírgenes. 

También desataron una abierta guerra ideológica contra los que consideraban sus enemigos. Por presión suya, los partidos comunistas fueron perseguidos y puestos fuera de la ley en muchos países del área, mientras que los gobiernos nacionalistas y populistas, tolerados de mala gana en años anteriores, fueron combatidos y desestabilizados por iniciativa y con apoyo de  Estados Unidos. Getulio Vargas fue derrocado en Brasil, en 1945. Gualberto Villarroel fue derrocado y asesinado en Bolivia, en 1946, en un motín preparado por la embajada norteamericana. Y en enero de 1946 fue publicado el Libro Azul del Departamento de Estado, que acusaba de fascista al coronel Juan Domingo Perón, líder nacionalista argentino y candidato a la presidencia de su país.

Finalmente, a partir de 1947, EE.UU. se lanzó a consagrar el sistema de dominación política y militar que habían ido desarrollando en el continente. En septiembre de 1947 fue suscrito el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), pacto militar que nos hizo apéndices de ese sistema estratégico anticomunista.

Y en mayo de 1948 se suscribió la Carta de la OEA, organismo destinado al control político de nuestros países por parte de  Estados Unidos.

Por eso nos alegra la emergencia de la Celac y la denuncia que  Ecuador y otros países han hecho del TIAR, un organismo para nosotros inútil y perverso, que no fue capaz de impedir guerras de despojo ni la agresión inglesa en las Malvinas.

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