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sábado, 8 de febrero de 2014

Argentina: Declaración contra la ofensiva especulativa

Desde la Corriente Política Enrique Santos Discépolo (CESD) expresamos nuestra preocupación por la ofensiva especulativa dirigida contra la política cambiaria del Estado nacional, por parte de los grandes grupos económicos del país que ha tenido lugar en los últimos días.

Norberto Galasso / CESD

Agradecemos el envío de este documento a la Dra. Clara Alicia Jalif de Bertranou

Las presiones devaluacionistas han sido reiteradas desde diferentes sectores de la oposición política y del poder económico. Es el caso de la Mesa de Enlace, en especial la Sociedad Rural Argentina, y los grupos empresarios extranjerizados.

Estos sectores concentrados han encontrado su representación política en figuras como Sergio Massa, que casualmente (o no tanto) en forma reciente había anunciado su intención de disminuir sustancialmente los derechos de exportación sobre los productos agropecuarios, o directamente su eliminación. Asimismo en los dichos de De Mendiguren haciendo referencia al “rodrigazo”. O en la participación de Mauricio Macri en el foro económico mundial de Davos pidiendo por “un país abierto a las oportunidades globales”.

Su objetivo consiste en provocar una escalada inflacionaria, agotar las reservas del Banco Central, desestabilizar el país y limitar la capacidad de intervención del Estado para conducir la economía. Para, de este modo, reconvertir el actual modelo productivo con redistribución en otro regresivo y basado en la especulación financiera, con una transferencia de riqueza a favor del capital concentrado y en perjuicio de los trabajadores. En suma, el regreso al país del ajuste y de la dependencia del capital financiero internacional que conocimos en el pasado.

Esta avanzada conservadora continúa con el reclamo de achicar el gasto público y eliminar los controles. Por lo tanto de terminar con cualquier intento de defensa del interés nacional desde la intervención del Estado y asimismo con la redistribución del ingreso, en línea con los postulados que siempre ha sustentado el Fondo Monetario Internacional y con la política “librecambista” recomendada por los Estados Unidos para nuestro continente.

Los multimedios vienen haciendo su tarea, descalificando por abusiva cualquier acción estatal. Entre otras denominando a una medida de simple y legítima restricción de compra de moneda extranjera, con el término “cepo” cuyo significado en la historia argentina remite a un instrumento de tortura utilizado en la persecución contra el gaucho.

Tampoco son ajenos a esta maniobra de agresión especulativa los grandes bancos del sistema financiero extranjerizado y los sectores concentrados y transnacionalizados de la industria, como lo muestra el caso de la petrolera Shell y el banco HSBC.

En definitiva, si tenemos en cuenta las consecuencias usuales que toda modificación en la política de cambio tiene sobre la economía, la producción, los precios y la distribución del ingreso, se advierte que estamos ante una clara disputa acerca de la orientación política general del país. Es una disputa de poder impulsada por los bancos extranjeros, los sectores exportadores e importadores, para determinar el rumbo de la economía, controlar la política cambiaria, la valuación de la moneda nacional y el intercambio comercial. Las últimas corridas cambiarias y el “verano de las reservas” son claras muestras de esta disputa, cuyo punto más grave fue la insurrección de las patronales agropecuarias en 2008 por la captación de la renta agraria extraordinaria, con un resultado adverso al Estado que aún no ha sido revertido.

Quieren controlar el Estado desde vías de hecho, por medio de golpes de mercado o de acoso financiero, aprovechando la persistencia de los rasgos generales de la dependencia económica, que ponen en riesgo tanto la defensa de las conquistas alcanzadas en materia de redistribución como la continuidad del proyecto nacional puesto en marcha en mayo de 2003.

Efectivamente, se observa que una vez más han aparecido históricas dificultades estructurales: el fantasma del estrangulamiento externo cuando la economía crece y una industria altamente dependiente de insumos externos que demanda crecientes importaciones, lo que deja al país cautivo del sector agroexportador proveedor de las divisas.

Además están los agravantes del déficit energético y de la elevada presencia de capital extranjero en las principales ramas productivas, que determina que cuando ganan mucho remiten afuera gran parte de lo ganado en lugar de reinvertir en el país, respondiendo a decisiones adoptadas por multinacionales contra el interés nacional.

También es cierto que la inflación, aunque es fundamentalmente la respuesta a los avances en el plano distributivo, desactualizó el tipo de cambio y el gobierno condujo la situación mientras pudo, resistiéndose a la solución tradicional de la devaluación, que se trasmite a los precios y acaba anulando la mejora de la competitividad, al tiempo que revierte las mejoras distributivas. Pero fue perdiendo reservas de manera alarmante, hasta llegar a una situación de riesgosa vulnerabilidad.

En este contexto, la acción de los grandes consorcios exportadores y los sectores terratenientes de la vieja y vigente oligarquía tendiente a retener las divisas obtenidas y no liquidarlas en el país, así como la retención de granos en los “silos bolsas”, tal como ha sido denunciado por autoridades públicas, constituye ante la escasez de divisas una acción desafiante del poder del Estado y una agresión a toda la sociedad.

Y no se trata de que persigan solamente mayores ganancias inmediatas a la espera de una devaluación más pronunciada. El objetivo es político. Los sectores concentrados pretenden acorralar al gobierno nacional, procurando que ceda posiciones en sus objetivos redistributivos y transformadores, obligándolo a retroceder y haciéndolo aparecer como responsable de un ajuste devaluatorio que ellos mismos reclamaban y provocan y de una espiral inflacionaria que ellos mismos alimentan. Van a tratar que otra vez la crisis funcione para disciplinar a la sociedad, para que no vuelva a meterse en aventuras populistas y acepte soluciones conservadoras.

La gravedad de esta ofensiva se advierte a poco que se precise que en democracia los golpes de estado son de carácter económico, mediante corridas cambiarias, lo que no acepta débiles respuestas ni “hablarles con el corazón” a los empresarios.

La historia argentina también demuestra –como en los anteriores gobiernos peronistas de1945 y 1973– que es fundamental una decidida acción del Estado en el comercio exterior, mediante la reedición de instrumentos fundamentales como las Juntas de granos, cereales y carnes o bien a la manera del IAPI, para disponer de las rentas extraordinarias en beneficio de un proyecto de soberanía política, independencia económica y justicia social. Ello permitiría reducir la dependencia de los pequeños productores de los grandes consorcios exportadores, a la vez que eliminar la capacidad extorsiva de estos últimos.

También es imprescindible avanzar con paso más firme en la integración del tejido industrial, profundizando la sustitución de importaciones y la apertura exportadora en los rubros que sea posible, con creciente incorporación de tecnología y mayor valor agregado, para reducir el déficit comercial externo del sector manufacturero. Esta es una tarea de largo aliento y para ello es clave la nacionalización de áreas estratégicas de la economía como la siderúrgica y la petroquímica, para sostener un rol planificador del Estado. También el control público de los depósitos bancarios que permitiría orientar el crédito hacia las áreas más prioritarias, y avanzar definitivamente en el ámbito regional en la construcción del Banco del Sur como instrumento de protección contra la especulación transnacional.

Las medidas últimas adoptadas desde la conducción económica –tanto en materia cambiaria como la valiosa iniciativa de Progresar– intentan dar respuesta a la ofensiva reaccionaria en el plano económico y en el político, por lo que merecen todo el apoyo consecuente de los distintos sectores integrantes del movimiento nacional.

Desde nuestra posición albergamos la certeza que, para dar la respuesta necesaria de acuerdo a la gravedad de la actual situación y las dificultades en las relaciones de fuerzas, es indispensable el fortalecimiento del frente de liberación nacional, con el protagonismo de los trabajadores y organización, para garantizar una amplia movilización popular capaz de brindar sustento a las políticas del gobierno popular.


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