Desde la Corriente
Política Enrique Santos Discépolo (CESD) expresamos nuestra preocupación por
la ofensiva especulativa dirigida contra la política cambiaria del Estado
nacional, por parte de los grandes grupos económicos del país que ha tenido
lugar en los últimos días.
Norberto Galasso / CESD
Agradecemos el envío de este documento a la Dra. Clara Alicia
Jalif de Bertranou
Las presiones
devaluacionistas han sido reiteradas desde diferentes sectores de la oposición
política y del poder económico. Es el caso de la Mesa de Enlace, en especial la
Sociedad Rural Argentina, y los grupos empresarios extranjerizados.
Estos sectores
concentrados han encontrado su representación política en figuras como Sergio
Massa, que casualmente (o no tanto) en forma reciente había anunciado su
intención de disminuir sustancialmente los derechos de exportación sobre los
productos agropecuarios, o directamente su eliminación. Asimismo en los dichos
de De Mendiguren haciendo referencia al “rodrigazo”. O en la participación de
Mauricio Macri en el foro económico mundial de Davos pidiendo por “un país
abierto a las oportunidades globales”.
Su objetivo consiste en
provocar una escalada inflacionaria, agotar las reservas del Banco Central,
desestabilizar el país y limitar la capacidad de intervención del Estado para
conducir la economía. Para, de este modo, reconvertir el actual modelo
productivo con redistribución en otro regresivo y basado en la especulación
financiera, con una transferencia de riqueza a favor del capital concentrado y
en perjuicio de los trabajadores. En suma, el regreso al país del ajuste y de
la dependencia del capital financiero internacional que conocimos en el pasado.
Esta avanzada
conservadora continúa con el reclamo de achicar el gasto público y eliminar los
controles. Por lo tanto de terminar con cualquier intento de defensa del
interés nacional desde la intervención del Estado y asimismo con la
redistribución del ingreso, en línea con los postulados que siempre ha
sustentado el Fondo Monetario Internacional y con la política “librecambista”
recomendada por los Estados Unidos para nuestro continente.
Los multimedios vienen
haciendo su tarea, descalificando por abusiva cualquier acción estatal. Entre
otras denominando a una medida de simple y legítima restricción de compra de
moneda extranjera, con el término “cepo” cuyo significado en la historia
argentina remite a un instrumento de tortura utilizado en la persecución contra
el gaucho.
Tampoco son ajenos a esta
maniobra de agresión especulativa los grandes bancos del sistema financiero
extranjerizado y los sectores concentrados y transnacionalizados de la
industria, como lo muestra el caso de la petrolera Shell y el banco HSBC.
En definitiva, si
tenemos en cuenta las consecuencias usuales que toda modificación en la
política de cambio tiene sobre la economía, la producción, los precios y la
distribución del ingreso, se advierte que estamos ante una clara disputa acerca
de la orientación política general del país. Es una disputa de poder impulsada
por los bancos extranjeros, los sectores exportadores e importadores, para
determinar el rumbo de la economía, controlar la política cambiaria, la
valuación de la moneda nacional y el intercambio comercial. Las últimas
corridas cambiarias y el “verano de las reservas” son claras muestras de esta
disputa, cuyo punto más grave fue la insurrección de las patronales
agropecuarias en 2008 por la captación de la renta agraria extraordinaria, con
un resultado adverso al Estado que aún no ha sido revertido.
Quieren controlar el
Estado desde vías de hecho, por medio de golpes de mercado o de acoso
financiero, aprovechando la persistencia de los rasgos generales de la
dependencia económica, que ponen en riesgo tanto la defensa de las conquistas
alcanzadas en materia de redistribución como la continuidad del proyecto
nacional puesto en marcha en mayo de 2003.
Efectivamente, se
observa que una vez más han aparecido históricas dificultades estructurales: el
fantasma del estrangulamiento externo cuando la economía crece y una industria
altamente dependiente de insumos externos que demanda crecientes importaciones,
lo que deja al país cautivo del sector agroexportador proveedor de las divisas.
Además están los
agravantes del déficit energético y de la elevada presencia de capital
extranjero en las principales ramas productivas, que determina que cuando ganan
mucho remiten afuera gran parte de lo ganado en lugar de reinvertir en el país,
respondiendo a decisiones adoptadas por multinacionales contra el interés
nacional.
También es cierto que
la inflación, aunque es fundamentalmente la respuesta a los avances en el plano
distributivo, desactualizó el tipo de cambio y el gobierno condujo la situación
mientras pudo, resistiéndose a la solución tradicional de la devaluación, que
se trasmite a los precios y acaba anulando la mejora de la competitividad, al
tiempo que revierte las mejoras distributivas. Pero fue perdiendo reservas de
manera alarmante, hasta llegar a una situación de riesgosa vulnerabilidad.
En este contexto, la
acción de los grandes consorcios exportadores y los sectores terratenientes de
la vieja y vigente oligarquía tendiente a retener las divisas obtenidas y no
liquidarlas en el país, así como la retención de granos en los “silos bolsas”,
tal como ha sido denunciado por autoridades públicas, constituye ante la
escasez de divisas una acción desafiante del poder del Estado y una agresión a
toda la sociedad.
Y no se trata de que
persigan solamente mayores ganancias inmediatas a la espera de una devaluación
más pronunciada. El objetivo es político. Los sectores concentrados pretenden
acorralar al gobierno nacional, procurando que ceda posiciones en sus objetivos
redistributivos y transformadores, obligándolo a retroceder y haciéndolo
aparecer como responsable de un ajuste devaluatorio que ellos mismos reclamaban
y provocan y de una espiral inflacionaria que ellos mismos alimentan. Van a
tratar que otra vez la crisis funcione para disciplinar a la sociedad, para que
no vuelva a meterse en aventuras populistas y acepte soluciones conservadoras.
La gravedad de esta
ofensiva se advierte a poco que se precise que en democracia los golpes de
estado son de carácter económico, mediante corridas cambiarias, lo que no
acepta débiles respuestas ni “hablarles con el corazón” a los empresarios.
La historia argentina
también demuestra –como en los anteriores gobiernos peronistas de1945 y 1973–
que es fundamental una decidida acción del Estado en el comercio exterior,
mediante la reedición de instrumentos fundamentales como las Juntas de granos,
cereales y carnes o bien a la manera del IAPI, para disponer de las rentas
extraordinarias en beneficio de un proyecto de soberanía política,
independencia económica y justicia social. Ello permitiría reducir la
dependencia de los pequeños productores de los grandes consorcios exportadores,
a la vez que eliminar la capacidad extorsiva de estos últimos.
También es
imprescindible avanzar con paso más firme en la integración del tejido
industrial, profundizando la sustitución de importaciones y la apertura
exportadora en los rubros que sea posible, con creciente incorporación de
tecnología y mayor valor agregado, para reducir el déficit comercial externo
del sector manufacturero. Esta es una tarea de largo aliento y para ello es
clave la nacionalización de áreas estratégicas de la economía como la
siderúrgica y la petroquímica, para sostener un rol planificador del Estado.
También el control público de los depósitos bancarios que permitiría orientar
el crédito hacia las áreas más prioritarias, y avanzar definitivamente en el
ámbito regional en la construcción del Banco del Sur como instrumento de
protección contra la especulación transnacional.
Las medidas últimas
adoptadas desde la conducción económica –tanto en materia cambiaria como la
valiosa iniciativa de Progresar– intentan dar respuesta a la ofensiva
reaccionaria en el plano económico y en el político, por lo que merecen todo el
apoyo consecuente de los distintos sectores integrantes del movimiento
nacional.
Desde nuestra posición
albergamos la certeza que, para dar la respuesta necesaria de acuerdo a la
gravedad de la actual situación y las dificultades en las relaciones de
fuerzas, es indispensable el fortalecimiento del frente de liberación nacional,
con el protagonismo de los trabajadores y organización, para garantizar una
amplia movilización popular capaz de brindar sustento a las políticas del
gobierno popular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario