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sábado, 15 de marzo de 2014

El Salvador: Diálogo imaginario entre Schafik Hándal y Salvador Sánchez Cerén

Es difícil hablar un día cuando las emociones han desbordado la razón y un nuevo sueño se ha hecho realidad en El Salvador. Es mejor que hablen los protagonistas. Schafik Hándal, líder fundador del FMLN, fallecido lamentablemente en  enero de 2006 y Salvador Sánchez Cerén, presidente electo de esa república centroamericana.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Este diálogo imaginario tiene textos extraídos del libro “Legado de un revolucionario de Schafik Hándal (SH) y “Con sueños  se escribe la vida” de Salvador Sánchez Cerén (SSC). Los enlaces en cursiva son míos, solo para dar coherencia al texto

SH.  Salvador, hay algunas ideas equivocadas respecto al futuro.

“La tesis suprema de algunos compañeros es la siguiente: `Los dirigentes históricos quieren mantenerse siempre en oposición, nosotros queremos llegar al gobierno´ Estas afirmaciones son falsas, son afirmaciones gratuitas, eluden analizar abierta y transparentemente las capacidades y fraudes de la derecha para conservar el gobierno y nuestra eficaz manera de derrotarla en base  de una creciente acumulación de fuerzas. Eluden reconocer nuestro consistente avance en esa acumulación.

Para los revolucionarios el realismo responde a otro concepto: conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse a ella. Y la viabilidad no tiene que ver con sacrificar principios y misión,  sino con saber definir y aplicar estrategias de organización y lucha que nos lleven a niveles superiores de conciencia, movilización del pueblo, alianzas, acumulación y vuelco a nuestro favor  de la correlación de fuerzas para lograr el cambio”.

 SSC. Claro Schafik. A veces pareciera que algunos olvidan nuestros orígenes.

“En los últimos años, tras la firma de los Acuerdos de Paz el 16 de enero de 1992 visito con frecuencia Quezaltepeque, ubicado en el departamento de la Libertad. Mi pueblo, paraíso de mi infancia, el lugar donde vine a la vida y crecí en el seno de una familia numerosa, humilde, en la que me eduqué en valores humanos que procuro me acompañen siempre. Cuando camino por sus calles, me vienen a la memoria aquellos días felices de los años cuarenta y cincuenta y puedo verme a mí mismo por las calles empedradas y polvorientas en las que jugábamos (…) entre risas, gritos jubilosos y algún que otro pleito. Son raíces profundas las que me devuelven siempre a este pueblito mío, mostrándome que en cierto modo la vida es un eterno retorno y  que a pesar de los años no hay olvido sino necesidad de abrazar el paisaje de la niñez”.

SC. De ahí venimos. Eso somos. Hombres y mujeres del pueblo, pero nos acusan de ser muy radicales

 “En realidad, nuestro supuesto radicalismo no se puede definir en la actualidad como anticapitalismo total. El programa que hemos elaborado tiene a la base la conciencia de que no se trata de la volición inmediata del capitalismo en general, de toda expresión de relaciones capitalistas de producción, distribución e intercambio. De lo que se trata en nuestro Programa de la época de la Revolución Democrática, es de abolir el capitalismo neoliberal dependiente y asegurar el desarrollo nacional con justicia social y en democracia participativa, que supere la pobreza, el desempleo  profundo y crónico, el atraso educativo-cultural y científico-técnico, que garantice la salud, la vivienda, el medio ambiente, la equidad de géneros; que reactive la economía, reconstruya y fortalezca el tejido productivo nacional  agropecuario e industrial apoyando la pequeña y mediana empresa, las empresas cooperativas y desarrollando la integración regional. O dicho en pocas palabras: construir la base económica y social que haga posible transitar a una sociedad socialista”.

SSC. Esas ideas fueron los que nos permitieron entrar a dialogar con la misma entereza que fuimos a la guerra. ¿Te acuerdas Schafik?

 “El proceso de diálogo y negociación entre el gobierno y el FMLN  fue complejo. Hubo que superar una alta barrera de desconfianza. En segundo lugar nos vimos en la necesidad de construir un espacio de interlocución con un lenguaje que ayudara a la aproximación y no al distanciamiento. Un tercer esfuerzo se centró en la elaboración de una agenda y en el manejo lo más unificado posible de conceptos. En el interior del FMLN hicimos también un trabajo de inserción del proceso de negociación en una estrategia más amplia y ambiciosa que de ningún modo contemplaba un acuerdo de paz como el final del proceso revolucionario. En todo caso la vía del diálogo político era parte de la filosofía y la visión del FMLN desde 1981 cuando incorporamos a nuestra voluntad de  lucha la hipótesis de modificar el escenario institucional y político de nuestro país por la vía de un acuerdo político basado en principios y reglas democráticas, y que significara un avance sustantivo hacia la justicia social”.

SH. ..y ahí surgió un nuevo problema

“Hay quienes argumentan que no es posible generar un proceso de cambio desde dentro del sistema, actuando con las mismas reglas del sistema. Estoy en desacuerdo con esta opinión que se presenta como verdad absoluta e indiscutible. (…) Nada, pues autoriza hoy planteamientos dogmáticos sobre la vía de la revolución: Todas son posibles si las fuerzas revolucionarias, el partido de la revolución logra ganar el corazón y la mente del pueblo y si lo sabe organizar y conducir con acierto. Ello exige un partido fiel a su misión y un liderazgo experto y lúcido”.

SSC. Si, la vida nos dio la razón

“En 1994, cuando participamos por primera vez en las elecciones, llevamos un programa basado en los Acuerdos de Paz cuyo contenido era el desarrollo de la transición democrática. En esas elecciones generales en marzo de 1994, aspirábamos a ganar alcaldías, diputados, diputadas y la presidencia de la república. Logramos ganar las primeras 15 alcaldías y 21 diputados (de un total de 84), y aunque perdimos las presidenciales, nos convertimos en la segunda fuerza nacional”.

SH. “Pero, eso tuvo una respuesta inmediata de quienes querían detener la historia”

Que en El Salvador se repitiera el fenómeno de la izquierda revolucionaria asumiendo el gobierno por vía electoral, fue lo que llevó al pánico a la gran burguesía y a su partido Arena en las elecciones en el 2004. Sus temores tenían fundamentos: para detenernos recurrieron a una operación gigantesca de atemorizamiento en la que participaron altos funcionarios de Estados Unidos (….). Y, sin embargo, gran parte de la ciudadanía entendió nuestro mensaje. Nosotros llegamos a ochocientos doce mil votos y eso es más que la suma de las dos veces anteriores que participamos en elecciones presidenciales, más que los votos con los que ganó Arena la Presidencia en cada una de las tres ocasiones anteriores y una vez y media más que nuestra votación mayoritaria para diputados y alcaldes de 2003”.

SSC. “Y tal como dijimos, perseveramos y seguimos avanzando. Trabajamos en colectivo porque…

“…uno se comporta, crea y construye como parte de un contingente destacado del pueblo. Tengo claro que el afán por lo justo es una tarea comunitaria, popular, que no es suficiente con ser buena persona. Yo he sido parte de esta obra colectiva, porque son los pueblos los que construyen la historia, los que hacen las grandes transformaciones, las revoluciones,, pues la realización de los cambios sociales y democráticos solo puede ser una tarea de las mayorías populares. De modo que integro ese segmento del pueblo más organizado, comprometido con la lucha por defender los ideales más nobles del ser humano, y en cierto modo mi vida personal, es al mismo tiempo expresión y espejo de la vida de muchos, de una experiencia colectiva”

SSC. Te toca una gran tarea Salvador…

“Para nosotros es indispensable  llegar al gobierno, pero no es suficiente; es necesario preparar las condiciones que hagan posible que emprendamos verdaderas transformaciones estructurales, capaces de superar las causas que dan origen a la injusticia social, a la pobreza y al sistema político autoritario. Me estoy refiriendo a ganar el corazón y la mente del pueblo, elevar su conciencia revolucionaria mediante una intensa y sistemática lucha de ideas y propuestas concretas de soluciones a sus problemas y sufrimientos, construyendo una extensa, ramificada y poderosa organización popular, concertando y movilizando un amplísimo sistema de alianzas sociales y políticas, vinculando profundamente al FMLN con un creciente movimiento social; en fin, logrando un gran vuelco de correlación de fuerzas a nuestro favor como la fuerza revolucionaria capaz de transformar el país para bien de la gente”.

SSC. No te preocupes Schafik. Me conoces bien.

“Me incorporé a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y contribuí a unir nuestras fuerzas con otras fuerzas político-militares. Fui fundador del Frente Farabundo martí para la Liberación Nacional, FMLN, y no dudé cuando tuvimos que tomar la decisión de firmar los Acuerdos de Paz e iniciar un nuevo período de lucha. Todo mi pasado se vuelca hacia el presente y de manera especial hacia el futuro: sé que el camino es largo, duro y complejo, pero he aprendido a ser paciente y constante. No dudo de la victoria de nuestro pueblo y sé que la garantía de que ello suceda radica en que siempre combatiremos, lucharemos, por alcanzar mayores niveles de bienestar de la población de este pequeñito pero gran país”.

Hoy ganamos Schafik, el pueblo obtuvo la victoria, es nuestra victoria, es tu victoria. Tu visión segura nos señaló el camino, la convicción de nuestras ideas y la certidumbre en la política que hemos desarrollado en cada momento de la lucha nos ha traído a este instante grandioso de la historia de El Salvador.

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