Es difícil hablar un
día cuando las emociones han desbordado la razón y un nuevo sueño se ha hecho
realidad en El Salvador. Es mejor que hablen los protagonistas. Schafik Hándal,
líder fundador del FMLN, fallecido lamentablemente en enero de 2006 y Salvador Sánchez Cerén,
presidente electo de esa república centroamericana.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
Este diálogo imaginario
tiene textos extraídos del libro “Legado de un revolucionario de Schafik Hándal
(SH) y “Con sueños se escribe la vida”
de Salvador Sánchez Cerén (SSC). Los enlaces en cursiva son míos, solo para dar
coherencia al texto
SH. Salvador, hay algunas ideas equivocadas respecto al futuro.
“La tesis suprema de
algunos compañeros es la siguiente: `Los dirigentes históricos quieren
mantenerse siempre en oposición, nosotros queremos llegar al gobierno´ Estas
afirmaciones son falsas, son afirmaciones gratuitas, eluden analizar abierta y
transparentemente las capacidades y fraudes de la derecha para conservar el
gobierno y nuestra eficaz manera de derrotarla en base de una creciente acumulación de fuerzas.
Eluden reconocer nuestro consistente avance en esa acumulación.
Para los revolucionarios
el realismo responde a otro concepto: conocer y estudiar la realidad para
cambiarla, no para someterse a ella. Y la viabilidad no tiene que ver con
sacrificar principios y misión, sino con
saber definir y aplicar estrategias de organización y lucha que nos lleven a
niveles superiores de conciencia, movilización del pueblo, alianzas,
acumulación y vuelco a nuestro favor de
la correlación de fuerzas para lograr el cambio”.
SSC. Claro Schafik. A veces pareciera que algunos
olvidan nuestros orígenes.
“En los últimos años,
tras la firma de los Acuerdos de Paz el 16 de enero de 1992 visito con
frecuencia Quezaltepeque, ubicado en el departamento de la Libertad. Mi pueblo,
paraíso de mi infancia, el lugar donde vine a la vida y crecí en el seno de una
familia numerosa, humilde, en la que me eduqué en valores humanos que procuro
me acompañen siempre. Cuando camino por sus calles, me vienen a la memoria
aquellos días felices de los años cuarenta y cincuenta y puedo verme a mí mismo
por las calles empedradas y polvorientas en las que jugábamos (…) entre risas,
gritos jubilosos y algún que otro pleito. Son raíces profundas las que me
devuelven siempre a este pueblito mío, mostrándome que en cierto modo la vida
es un eterno retorno y que a pesar de los
años no hay olvido sino necesidad de abrazar el paisaje de la niñez”.
SC. De ahí venimos. Eso somos.
Hombres y mujeres del pueblo, pero nos acusan de ser muy radicales
“En realidad, nuestro supuesto radicalismo no
se puede definir en la actualidad como anticapitalismo total. El programa que
hemos elaborado tiene a la base la conciencia de que no se trata de la volición
inmediata del capitalismo en general, de toda expresión de relaciones
capitalistas de producción, distribución e intercambio. De lo que se trata en
nuestro Programa de la época de la Revolución Democrática, es de abolir el
capitalismo neoliberal dependiente y asegurar el desarrollo nacional con
justicia social y en democracia participativa, que supere la pobreza, el
desempleo profundo y crónico, el atraso
educativo-cultural y científico-técnico, que garantice la salud, la vivienda,
el medio ambiente, la equidad de géneros; que reactive la economía, reconstruya
y fortalezca el tejido productivo nacional
agropecuario e industrial apoyando la pequeña y mediana empresa, las
empresas cooperativas y desarrollando la integración regional. O dicho en pocas
palabras: construir la base económica y social que haga posible transitar a una
sociedad socialista”.
SSC. Esas ideas fueron los que nos
permitieron entrar a dialogar con la misma entereza que fuimos a la guerra. ¿Te
acuerdas Schafik?
“El proceso de diálogo y negociación entre el
gobierno y el FMLN fue complejo. Hubo
que superar una alta barrera de desconfianza. En segundo lugar nos vimos en la
necesidad de construir un espacio de interlocución con un lenguaje que ayudara
a la aproximación y no al distanciamiento. Un tercer esfuerzo se centró en la
elaboración de una agenda y en el manejo lo más unificado posible de conceptos.
En el interior del FMLN hicimos también un trabajo de inserción del proceso de
negociación en una estrategia más amplia y ambiciosa que de ningún modo
contemplaba un acuerdo de paz como el final del proceso revolucionario. En todo
caso la vía del diálogo político era parte de la filosofía y la visión del FMLN
desde 1981 cuando incorporamos a nuestra voluntad de lucha la hipótesis de modificar el escenario
institucional y político de nuestro país por la vía de un acuerdo político basado
en principios y reglas democráticas, y que significara un avance sustantivo
hacia la justicia social”.
SH. ..y ahí surgió un nuevo
problema
“Hay quienes argumentan
que no es posible generar un proceso de cambio desde dentro del sistema,
actuando con las mismas reglas del sistema. Estoy en desacuerdo con esta
opinión que se presenta como verdad absoluta e indiscutible. (…) Nada, pues
autoriza hoy planteamientos dogmáticos sobre la vía de la revolución: Todas son
posibles si las fuerzas revolucionarias, el partido de la revolución logra ganar
el corazón y la mente del pueblo y si lo sabe organizar y conducir con acierto.
Ello exige un partido fiel a su misión y un liderazgo experto y lúcido”.
SSC. Si, la vida nos dio la razón
“En 1994, cuando
participamos por primera vez en las elecciones, llevamos un programa basado en
los Acuerdos de Paz cuyo contenido era el desarrollo de la transición
democrática. En esas elecciones generales en marzo de 1994, aspirábamos a ganar
alcaldías, diputados, diputadas y la presidencia de la república. Logramos
ganar las primeras 15 alcaldías y 21 diputados (de un total de 84), y aunque
perdimos las presidenciales, nos convertimos en la segunda fuerza nacional”.
SH. “Pero, eso tuvo una respuesta
inmediata de quienes querían detener la historia”
Que en El Salvador se
repitiera el fenómeno de la izquierda revolucionaria asumiendo el gobierno por
vía electoral, fue lo que llevó al pánico a la gran burguesía y a su partido
Arena en las elecciones en el 2004. Sus temores tenían fundamentos: para
detenernos recurrieron a una operación gigantesca de atemorizamiento en la que
participaron altos funcionarios de Estados Unidos (….). Y, sin embargo, gran
parte de la ciudadanía entendió nuestro mensaje. Nosotros llegamos a
ochocientos doce mil votos y eso es más que la suma de las dos veces anteriores
que participamos en elecciones presidenciales, más que los votos con los que
ganó Arena la Presidencia en cada una de las tres ocasiones anteriores y una
vez y media más que nuestra votación mayoritaria para diputados y alcaldes de
2003”.
SSC. “Y tal como dijimos,
perseveramos y seguimos avanzando. Trabajamos en colectivo porque…
“…uno se comporta, crea
y construye como parte de un contingente destacado del pueblo. Tengo claro que
el afán por lo justo es una tarea comunitaria, popular, que no es suficiente
con ser buena persona. Yo he sido parte de esta obra colectiva, porque son los
pueblos los que construyen la historia, los que hacen las grandes
transformaciones, las revoluciones,, pues la realización de los cambios sociales
y democráticos solo puede ser una tarea de las mayorías populares. De modo que
integro ese segmento del pueblo más organizado, comprometido con la lucha por
defender los ideales más nobles del ser humano, y en cierto modo mi vida
personal, es al mismo tiempo expresión y espejo de la vida de muchos, de una
experiencia colectiva”
SSC. Te toca una gran tarea
Salvador…
“Para nosotros es
indispensable llegar al gobierno, pero
no es suficiente; es necesario preparar las condiciones que hagan posible que
emprendamos verdaderas transformaciones estructurales, capaces de superar las
causas que dan origen a la injusticia social, a la pobreza y al sistema
político autoritario. Me estoy refiriendo a ganar el corazón y la mente del
pueblo, elevar su conciencia revolucionaria mediante una intensa y sistemática
lucha de ideas y propuestas concretas de soluciones a sus problemas y
sufrimientos, construyendo una extensa, ramificada y poderosa organización
popular, concertando y movilizando un amplísimo sistema de alianzas sociales y
políticas, vinculando profundamente al FMLN con un creciente movimiento social;
en fin, logrando un gran vuelco de correlación de fuerzas a nuestro favor como
la fuerza revolucionaria capaz de transformar el país para bien de la gente”.
SSC. No te preocupes Schafik. Me conoces bien.
“Me incorporé a las
Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y contribuí a unir nuestras
fuerzas con otras fuerzas político-militares. Fui fundador del Frente Farabundo
martí para la Liberación Nacional, FMLN, y no dudé cuando tuvimos que tomar la
decisión de firmar los Acuerdos de Paz e iniciar un nuevo período de lucha.
Todo mi pasado se vuelca hacia el presente y de manera especial hacia el
futuro: sé que el camino es largo, duro y complejo, pero he aprendido a ser
paciente y constante. No dudo de la victoria de nuestro pueblo y sé que la
garantía de que ello suceda radica en que siempre combatiremos, lucharemos, por
alcanzar mayores niveles de bienestar de la población de este pequeñito pero
gran país”.
Hoy ganamos Schafik, el pueblo
obtuvo la victoria, es nuestra victoria, es tu victoria. Tu visión segura nos
señaló el camino, la convicción de nuestras ideas y la certidumbre en la
política que hemos desarrollado en cada momento de la lucha nos ha traído a
este instante grandioso de la historia de El Salvador.
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