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sábado, 15 de marzo de 2014

Panamá: la filosofía en el sistema de educación media

Al parecer la enseñanza de hoy no tiene espacio para la Filosofía, que ha sido reemplazada por las carreras técnicas. Una visión a la situación en el sistema educativo de Panamá.

Abdiel Rodríguez Reyes / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

Hay una tendencia global a disminuir las horas de Filosofía de los sistemas de educación. En el caso de Panamá, los programas de Educación Media Académica, Profesional y Técnica han visto reducida a dos horas la asignatura de Filosofía. ¿Podemos hablar de educación integral sin Filosofía?

Fundamentos legales y de política educativa

La educación en Panamá se fundamenta en la Ley 47 de 1946. El artículo 3 señala: ‘la educación panameña se fundamenta en principios universales, humanísticos, cívicos, éticos, morales, democráticos, científicos, tecnológicos, en la idiosincrasia de nuestras comunidades y en la cultura nacional’. En cuanto a sus fines, la educación debe ‘contribuir al desarrollo integral del individuo con énfasis en la capacidad crítica, reflexiva y creadora, para tomar decisiones con una clara concepción filosófica y científica del mundo y de la sociedad, con elevado sentido de solidaridad humana’.

La educación media es caracterizada como ‘una oferta de carácter gratuito y diversificado’, que prepara a los jóvenes estudiantes a un ‘doble propósito relacionado con la continuación de estudios y/o la inserción en el mundo adulto y laboral’.

Al respecto, la Dirección Nacional de Currículo y Tecnología Educativa propone que ‘la experiencia educativa secundaria le abre las puertas a las personas para integrarse activamente a la sociedad y la economía del conocimiento’.

Algunos aspectos relevantes

¿Qué entendemos por educación? Educación es el efecto de educar, y esto —según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española— implica tres acepciones: ‘1. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía. 3. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios’.

Si bien es convencional, esta definición marca dos direcciones diferentes que ayudan a comprender la naturaleza del problema. Por un lado enfatiza el desarrollo de las facultades intelectuales (capacidad cognoscitiva – comprender, razonar) con cierta autoridad moral; por otro, hacer del sujeto un buen trabajador. Dependiendo del derrotero que tome nuestra educación, será el norte de nuestra cultura: educamos para doctrinar o para desarrollar las facultades intelectuales. Esta dualidad, poco adecuada a una educación realmente integral, es el resultado de las contradicciones de la institución rectora de estas responsabilidades.

En los planes de estudio

Entre 1912 y 1918 se dictaban cuatro horas de Filosofía en V año y tres en IV año. En 1925 fue creada una comisión de programas, y en 1928 la Filosofía desapareció del plan de ciencias, y se mantuvo en el de letras.

Para 1941, una nueva revisión de los planes de estudio transformó a la materia de Filosofía en una de Historia de los Sistemas Filosóficos, presente en los planes de letras y VI año con tres y cuatro horas. En 1954 la filosofía pasa a ser una asignatura elegible y no obligatoria, para reaparecer luego con la denominación de Introducción a la Filosofía, con cuatro horas en VI año. En 1956 la asignatura se dictaba como ‘Filosofía de la Educación’. Para 1962 se dan cuatro horas en V año del Bachillerato en Letras, mientras en la sección Normal permanece como Filosofía de la Educación.

En 1965 se invita al técnico en pedagogía Jacques Quignar a investigar los planes y programas de estudio. Fueron puestos en práctica planes piloto experimentales en ocho escuelas, y se propusieron dos bachilleratos: ‘Ciencias Técnicas’ y ‘Ciencias Comerciales’. Los planes de estudio de ambos bachilleratos incluyeron dos horas de Filosofía semanales en V año, destinadas a resaltar el espíritu de la filosofía, modo de distinguir la verdad del error, la relación de nuestras ideas y la realidad, que son las cosas físicas, los conceptos universales y los valores, que es la conciencia, principales concepciones del universo, los problemas de la metafísica, y los problemas del pensar y obrar.

Estos planes no pasaron de ser experimentales. En 1976 los planes fueron ajustados: en Ciencias, tres horas de filosofía entre 1977 y 1981; en Letras, cuatro horas, y en la nocturna, tres hasta 1991. Y entre el 2009 y el 2014, se vivió otro ciclo de cambios.

La educación: un experimento mal logrado

Entre 2010 y 2012 fueron establecidos dieciséis bachilleratos en fase experimental, mediante el Decreto Ejecutivo N° 944 del 21 de diciembre de 2009. A principio del 2014 fueron reducidos a quince, con algunas leves variantes. La educación, así, está pasando proceso de experimentación poco convincente.

El Decreto Ejecutivo N° 21 de 31 de enero de 2014 establece que se implementarán en los centros educativos ‘15 bachilleratos: en Ciencias, en Humanidades, Industrial en Refrigeración y Climatización, Industrial en Electricidad, Industrial en Electrónica, Industrial en Tecnología Mecánica, Industrial en Construcción, Industrial en Autotrónica, Industrial en Informática, en Agropecuaria, en Comercio, en Turismo, en Servicio y Gestión Institucional y Bachillerato Integral’.

Es evidente la tendencia a enfatizar el área técnica como opción formativa, mientras la humanística y científicas quedan en segundo plano. Salvo el bachillerato de Ciencias, éstas han sido reducidas a la matemática y la educación física e integral en la mayoría de los bachilleratos.

La lógica y la filosofía en humanidades

La disminución de las horas de Filosofía en los planes de estudio de los Programas de Educación Media Académica y Profesional y Técnica –incluyendo los contenidos filosóficos de disciplinas como Ética, Cívica, Historia y Física– es evidente. Simplemente, no hay un espacio formal para la filosofía como tal.

Balance y perspectiva en la educación media

Sin duda, la Filosofía no empieza ni termina en un aula de clases. Defender a ultranza la Filosofía no sería hacerle justicia a Sócrates, que murió por defender sus principios. Lo adecuado aquí es abordar este problema en perspectiva crítica.

Disminuir la presencia de la filosofía en los programas hasta eliminarla en principio contradice la idea misma de una educación integral. Si el Ministerio de Educación persiste en utilizar su autoridad y sus recursos en este sentido, tendrá eventualmente que buscar un nombre más adecuado a lo que realmente hace: formar jóvenes destinados a ingresar al mundo laboral como técnicos medianamente calificados.

Para ese propósito, las Humanidades en general, y la Filosofía en particular, constituyen, en el mejor de los casos, un ornamento incómodo y costoso. ¿Es posible una educación integral con tales características? ¿Cuáles serían sus consecuencias para el desarrollo integral de la sociedad, que es de lo que realmente se trata aquí? ¿Y cuál sería el lugar y la función de la Filosofía en esas y otras opciones? De eso se trata aquí, y apenas empieza la verdadera discusión.

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