Al parecer la enseñanza
de hoy no tiene espacio para la Filosofía, que ha sido reemplazada por las
carreras técnicas. Una visión a la situación en el sistema educativo de Panamá.
Abdiel Rodríguez Reyes / Especial para Con Nuestra
América
Desde Ciudad Panamá
Hay una tendencia
global a disminuir las horas de Filosofía de los sistemas de educación. En el
caso de Panamá, los programas de Educación Media Académica, Profesional y
Técnica han visto reducida a dos horas la asignatura de Filosofía. ¿Podemos
hablar de educación integral sin Filosofía?
Fundamentos legales y de política educativa
La educación en Panamá
se fundamenta en la Ley 47 de 1946. El artículo 3 señala: ‘la educación
panameña se fundamenta en principios universales, humanísticos, cívicos,
éticos, morales, democráticos, científicos, tecnológicos, en la idiosincrasia
de nuestras comunidades y en la cultura nacional’. En cuanto a sus fines, la
educación debe ‘contribuir al desarrollo integral del individuo con énfasis en
la capacidad crítica, reflexiva y creadora, para tomar decisiones con una clara
concepción filosófica y científica del mundo y de la sociedad, con elevado
sentido de solidaridad humana’.
La educación media es
caracterizada como ‘una oferta de carácter gratuito y diversificado’, que
prepara a los jóvenes estudiantes a un ‘doble propósito relacionado con la
continuación de estudios y/o la inserción en el mundo adulto y laboral’.
Al respecto, la
Dirección Nacional de Currículo y Tecnología Educativa propone que ‘la
experiencia educativa secundaria le abre las puertas a las personas para
integrarse activamente a la sociedad y la economía del conocimiento’.
Algunos aspectos relevantes
¿Qué entendemos por
educación? Educación es el efecto de educar, y esto —según el Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española— implica tres acepciones: ‘1. Dirigir,
encaminar, doctrinar. 2. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía. 3.
Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o
del joven por medio de preceptos, ejercicios’.
Si bien es
convencional, esta definición marca dos direcciones diferentes que ayudan a
comprender la naturaleza del problema. Por un lado enfatiza el desarrollo de
las facultades intelectuales (capacidad cognoscitiva – comprender, razonar) con
cierta autoridad moral; por otro, hacer del sujeto un buen trabajador.
Dependiendo del derrotero que tome nuestra educación, será el norte de nuestra
cultura: educamos para doctrinar o para desarrollar las facultades
intelectuales. Esta dualidad, poco adecuada a una educación realmente integral,
es el resultado de las contradicciones de la institución rectora de estas
responsabilidades.
En los planes de estudio
Entre 1912 y 1918 se
dictaban cuatro horas de Filosofía en V año y tres en IV año. En 1925 fue
creada una comisión de programas, y en 1928 la Filosofía desapareció del plan
de ciencias, y se mantuvo en el de letras.
Para 1941, una nueva
revisión de los planes de estudio transformó a la materia de Filosofía en una
de Historia de los Sistemas Filosóficos, presente en los planes de letras y VI
año con tres y cuatro horas. En 1954 la filosofía pasa a ser una asignatura
elegible y no obligatoria, para reaparecer luego con la denominación de
Introducción a la Filosofía, con cuatro horas en VI año. En 1956 la asignatura
se dictaba como ‘Filosofía de la Educación’. Para 1962 se dan cuatro horas en V
año del Bachillerato en Letras, mientras en la sección Normal permanece como
Filosofía de la Educación.
En 1965 se invita al
técnico en pedagogía Jacques Quignar a investigar los planes y programas de
estudio. Fueron puestos en práctica planes piloto experimentales en ocho
escuelas, y se propusieron dos bachilleratos: ‘Ciencias Técnicas’ y ‘Ciencias
Comerciales’. Los planes de estudio de ambos bachilleratos incluyeron dos horas
de Filosofía semanales en V año, destinadas a resaltar el espíritu de la
filosofía, modo de distinguir la verdad del error, la relación de nuestras
ideas y la realidad, que son las cosas físicas, los conceptos universales y los
valores, que es la conciencia, principales concepciones del universo, los
problemas de la metafísica, y los problemas del pensar y obrar.
Estos planes no pasaron
de ser experimentales. En 1976 los planes fueron ajustados: en Ciencias, tres
horas de filosofía entre 1977 y 1981; en Letras, cuatro horas, y en la
nocturna, tres hasta 1991. Y entre el 2009 y el 2014, se vivió otro ciclo de
cambios.
La educación: un experimento mal logrado
Entre 2010 y 2012
fueron establecidos dieciséis bachilleratos en fase experimental, mediante el
Decreto Ejecutivo N° 944 del 21 de diciembre de 2009. A principio del 2014
fueron reducidos a quince, con algunas leves variantes. La educación, así, está
pasando proceso de experimentación poco convincente.
El Decreto Ejecutivo N°
21 de 31 de enero de 2014 establece que se implementarán en los centros
educativos ‘15 bachilleratos: en Ciencias, en Humanidades, Industrial en
Refrigeración y Climatización, Industrial en Electricidad, Industrial en
Electrónica, Industrial en Tecnología Mecánica, Industrial en Construcción,
Industrial en Autotrónica, Industrial en Informática, en Agropecuaria, en
Comercio, en Turismo, en Servicio y Gestión Institucional y Bachillerato
Integral’.
Es evidente la
tendencia a enfatizar el área técnica como opción formativa, mientras la
humanística y científicas quedan en segundo plano. Salvo el bachillerato de
Ciencias, éstas han sido reducidas a la matemática y la educación física e
integral en la mayoría de los bachilleratos.
La lógica y la filosofía en humanidades
La disminución de las
horas de Filosofía en los planes de estudio de los Programas de Educación Media
Académica y Profesional y Técnica –incluyendo los contenidos filosóficos de disciplinas
como Ética, Cívica, Historia y Física– es evidente. Simplemente, no hay un
espacio formal para la filosofía como tal.
Balance y perspectiva en la educación media
Sin duda, la Filosofía
no empieza ni termina en un aula de clases. Defender a ultranza la Filosofía no
sería hacerle justicia a Sócrates, que murió por defender sus principios. Lo
adecuado aquí es abordar este problema en perspectiva crítica.
Disminuir la presencia
de la filosofía en los programas hasta eliminarla en principio contradice la
idea misma de una educación integral. Si el Ministerio de Educación persiste en
utilizar su autoridad y sus recursos en este sentido, tendrá eventualmente que
buscar un nombre más adecuado a lo que realmente hace: formar jóvenes
destinados a ingresar al mundo laboral como técnicos medianamente calificados.
Para ese propósito, las Humanidades en general, y la Filosofía en particular, constituyen, en el mejor de los casos, un ornamento incómodo y costoso. ¿Es posible una educación integral con tales características? ¿Cuáles serían sus consecuencias para el desarrollo integral de la sociedad, que es de lo que realmente se trata aquí? ¿Y cuál sería el lugar y la función de la Filosofía en esas y otras opciones? De eso se trata aquí, y apenas empieza la verdadera discusión.
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