La política exterior de China está
sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan sus
relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo a la soberanía y la integridad
territorial, no agresión, no
intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia
pacífica.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Caracas, Venezuela
El contexto mundial actual hace que
algunas personas se pregunten con duda y otras con preocupación acerca de las
consecuencias que pudiera tener, -para el funcionamiento del sistema
internacional en general o para el transcurrir de su país y del propio
individuo- la transformación de China en primera potencia del orbe. El
desconocimiento de un país que se encuentra geográficamente muy distante y que
está construyendo un Estado y una sociedad con particularidades propias en el
planeta, coadyuvan en la creación de
fábulas y mitos al respecto.
La aseveración más socorrida es aquella
que dice relación a que no tiene sentido salir del dominio estadounidense para
caer bajo el de China. La historia de nuestra región ayuda a alimentar dicha
preocupación. Pasamos del control absoluto de los imperios español y portugués
durante tres siglos para caer bajo la égida neocolonial británica al finalizar
las luchas por la independencia y posteriormente a vivir bajo hegemonía
estadounidense cuando este país se transformó en primera potencia mundial y
entró en su etapa imperialista a finales del siglo XIX.
Vale entonces, exponer algunos
elementos que coadyuvan a conocer mejor la política exterior de la República
Popular China (RPCh). Los sustentos del comportamiento chino en el escenario
internacional se basan en una opinión independiente respecto de los problemas
internacionales. Su objetivo diplomático radica en defender la paz mundial y
crear un ambiente pacífico que le permita su desarrollo. Se opone a la
hegemonía de un país o alianza de países y a la aplicación de acciones de
fuerza. Su política exterior se propone desarrollar relaciones con todos los
países independientemente de cuál sea la orientación ideológica de su gobierno
o el sistema social imperante. Prioriza las relaciones con los países en vías
de desarrollo y con sus vecinos, lo cual constituye la piedra angular de su
quehacer en el ámbito exterior. El fin primordial de sus relaciones internacionales es
construir un nuevo orden económico-político internacional.
La política exterior de China está
sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan sus
relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo a la soberanía y la integridad
territorial, no agresión, no
intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia
pacífica.
Aquí se comienzan a marcar algunas
diferencias respecto de la política exterior de Estados Unidos. Consecuente con
los principios enunciados, la República Popular China ha desarrollado su
potencial militar con carácter estrictamente defensivo. No posee bases
militares en el extranjero, salvo pequeñas estaciones de control y protección
de la ruta marítima que deben seguir sus buques petroleros desde el Golfo
Pérsico hasta su territorio. Desde el año 1979 cuando China invadió Vietnam
durante dos meses, soldados de este país no han salido de su territorio para
hacer la guerra en otra nación. Desde 1949, además de esta ocasión, solo
durante la guerra de Corea, el ejército
chino ha realizado operaciones bélicas fuera de sus fronteras. En ambos casos,
al finalizar las guerras, todo el contingente militar chino regresó a su territorio.
Así, el énfasis de la política exterior
de la RPCh se ha puesto en la
cooperación en materia económica, financiera y tecnológica y en la
diversificación de sus relaciones. En ese sentido, China basa su crecimiento económico
en dos motores: la exportación y la inversión.
Particular importancia ha tenido el
manejo de sus vínculos con otros centros de poder mundial. La apertura que
inició Deng Xiaoping fue continuada por
los presidentes Jiang Zemin, Hu Jintao hasta el actual mandatario Xi Jinping.
Según éste "China es un león dormido. Hoy, el león se ha despertado.
"Pero es agradable, pacífico y civilizado" y añadió que "China
no creará problemas, pero tampoco tiene miedo a los problemas".
En una reciente visita a Alemania a
finales del mes de marzo pasado, el presidente chino fue extremadamente
cuidadoso al referirse al tema de Crimea.
Explicó que como es tradicional en la política exterior china, su país
no tiene que elegir ningún bando respecto de este conflicto. Sin embargo,
durante un discurso en el Colegio de Europa en Bruselas, al referirse al tema, Xi dijo que " Para
cualquier país en el mundo, el pasado siempre es la clave para el presente y el
presente siempre está enraizado en el pasado. Sólo cuando sabemos de dónde ha
venido un país, podríamos posiblemente entender por qué ese país es lo que es
hoy, y sólo entonces podríamos darnos cuenta en qué dirección se dirige".
Wang Yiwei, director del Instituto de
Relaciones Internacionales y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales
de la Universidad Renmin de China explicando las diferencias entre el
comportamiento ruso y el de su país en materia internacional expone que China
creció mirándose hacia adentro y valorando la riqueza de su cultura, a
diferencia de Rusia que creció permanentemente más allá de sus fronteras
originales.
Con respecto a Europa el reciente viaje
del presidente chino a esa región marcó una nueva etapa en las relaciones con
la Unión Europea. Dicho encuentro
presentó tres oportunidades estratégicas para ambos. En primer lugar
permitió dar continuidad y profundizar la reforma de China, Además, fue una
posibilidad de desarrollo de los vínculos bilaterales y finalmente consintió
fortalecer la cooperación internacional en materia de paz y seguridad. Al
respecto Xi dijo que "Los sensatos buscan el terreno común,
mientras que los insensatos se aferran a las diferencias". Sobre el
mismo tema, el Doctor Wang opinó que “China y Europa deben respetarse
mutuamente, tratarse como iguales, buscar terreno común poniendo de lado las
diferencias y mantener la cooperación de beneficio mutuo. Al hacer todo esto,
promoveremos nuestro diálogo y compromiso, maximizaremos los intereses comunes,
compartiremos oportunidades y haremos frente a los retos de manera conjunta”.
Al participar en la III Cumbre de
Seguridad Nuclear que se celebró en La Haya del 24 al 25 de marzo de 2014 el
presidente chino quiso dar prueba del compromiso de su país para mejorar la
seguridad universal. Fue también una manifestación de la importancia que el
gobierno chino concede a la seguridad nuclear y a la seguridad internacional en
su conjunto. El país asiático se ha propuesto elevar su perfil de seguridad
nuclear entendiendo su creciente fuerza nacional e influencia internacional
sobre los principales temas de la agenda, sabiendo que éste es uno de los más
trascendentales.
En otro ámbito, el mandatario chino ha
establecido ciertos parámetros que fundamentan el comportamiento internacional
de la potencia asiática. En ese sentido, ha recalcado la diversidad de las civilizaciones
que componen el espectro planetario y ha destacado la necesidad de “ los intercambios y el aprendizaje mutuo
entre civilizaciones". Según Xi, estos no deben construirse sobre el
elogio o el menosprecio exclusivos de una civilización en particular. Enfatizó
que las civilizaciones son iguales y todas tienen fortalezas y defectos, pero
ninguna debe ser considerada superior a otra.
En un discurso
pronunciado en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París, a finales de marzo el
presidente chino desmontó la hipótesis occidental esbozada por el historiador británico Arnold
J.Toynbee, y
desarrollada por el politólogo estadounidense Samuel
Huntington quien en 1993 imaginó una idea de futuro basada en el choque de
civilizaciones como escenario de conflicto más probable para el siglo XXI. Xi
expuso que el elemento central de las relaciones entre civilizaciones debe ser
la
inclusividad basada en el intercambio y el aprendizaje mutuo. Dijo que "Si
todas las civilizaciones pueden defender la inclusividad, el llamado 'choque de
civilizaciones' quedará descartado y la armonía de las civilizaciones se
convertirá en realidad".
En su primer año de gobierno el
presidente chino ha trazado el rumbo de lo que será su gestión encaminada a
proyectar la “política exterior como la locomotora de su ´Sueño Chino` o
rejuvenecimiento nacional, que pretende mejorar la calidad de vida de la gente,
la prosperidad general, construir una sociedad mejor y fortalecer las fuerzas
armadas” como lo señala Swaran Singh
profesor de Diplomacia y Desarme en la Universidad Jawaharlal Nehru de
Nueva Delhi.
En este marco, la visita de Wang Yi Canciller
de la RPCH a América Latina se inscribe en el objetivo de fortalecer las relaciones de su país con la región.
La misma se propone vigorizar los intercambios de alto nivel e impulsar la
cooperación. Según estadísticas del Ministerio de Comercio de China sus
inversiones en América Latina subieron
de 200 millones de dólares en 1975 a más de 100 mil millones en 2010.
Así mismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU
(CEPALC) estima que en unos 5 años China desplazará a la Unión Europea como
segundo socio comercial de América Latina. Del 7,6% del total de ventas a la
región en 2009, pasará a 19,3% en 2020.
Tal vez a
eso se refirió el presidente Xi cuando en París, -al pensar en la necesidad del
intercambio y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones- expuso que lo que su
país busca es “el Sueño Chino” que según él, “puede lograrse a
través del desarrollo equilibrado y el refuerzo mutuo del progreso material y
cultural", por lo que "el pueblo chino alentará cambios creativos y un
desarrollo innovador de la civilización china de conformidad con el progreso de
la época".
Parecería, del análisis, que los países pequeños, de la periferie, estamos condenados a reemplazar imperios opresores: al ocaso de uno, aplica su coyunda un nuevo imperio. Considero que lo de China no sería una excepción. Claro que los 5 principios muestran un nuevo poder, civilizado y pacífico, sin afanes expansionistas, tan diferente de toda la trayectoria del imperio norteamericano, cuya agresividad se perfiló desde el nacimiento de la Unión. Pero, tómense en cuenta los siguientes elementos para una apreciación lo más objetiva: 1. Hacia adentro, China sigue considerándose un país de economía socialista, aunque ha dado acelerados pasos hacia la instauración del capitalismo, con todos sus avances y sus aberraciones. Lo que vale considerar para pensar que las declaraciones no bastan si no van acompañadas con la práctica. Cierto es, claro está, que ese avance vertiginoso en el desarrollo económico del gigante asiático ha sacado de la desocupación a centenas de millones de chinos, pero eso trae su cola. Y ella es, entre otras cosas, la agresión a la naturaleza, propia de los países más industrializados, Y nefasta para los pueblos del planeta, incluidos los de la metrópoli.
ResponderEliminar2. Con esa premisa, no es difícil suponer que, pese a sus enunciados pacíficos, de no agresión, de beneficio mútuo en los acuerdos con otros Estados, etc., tales enunciados no pasen de la retórica, dado su afán de apoderarse de mercados, indispensables para su desarrollo imparable. Toda potencia industrial capitalista, por su propia naturaleza, tiende a imponer sus esquemas, lo que ya se perfila en la presencia de empresas chinas en AL, cuyas reglas de juego son asimétricas, siempre en ventaja para el inversionista y cuyos funcionarios incluso atropellan a los trabajadores de la nación dada y aun violan la legalidad laboral de la misma. Eso, a no dudarlo, es el principio de una conducta hegemónica, que desdice de sus enunciados éticos y que bien puede, con el tiempo, convertirse en un nuevo yugo igual o peor que el del imperio actual en decadencia. Lo que no significa aceptar el dominio imperial del Norte, al que los pueblos y los Estados soberanos deben resistir y caminar en pos de su liberación. El deber de los pueblos del mundo, de los países pequeños es luchar por su soberanía, en todos los sentidos.