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viernes, 25 de abril de 2014

China, una política exterior para el siglo XXI

La política exterior de China está sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan sus relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo  a la soberanía y la integridad territorial,  no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia pacífica.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

El contexto mundial actual hace que algunas personas se pregunten con duda y otras con preocupación acerca de las consecuencias que pudiera tener, -para el funcionamiento del sistema internacional en general o para el transcurrir de su país y del propio individuo- la transformación de China en primera potencia del orbe. El desconocimiento de un país que se encuentra geográficamente muy distante y que está construyendo un Estado y una sociedad con particularidades propias en el planeta, coadyuvan en la creación  de fábulas y mitos al respecto.

La aseveración más socorrida es aquella que dice relación a que no tiene sentido salir del dominio estadounidense para caer bajo el de China. La historia de nuestra región ayuda a alimentar dicha preocupación. Pasamos del control absoluto de los imperios español y portugués durante tres siglos para caer bajo la égida neocolonial británica al finalizar las luchas por la independencia y posteriormente a vivir bajo hegemonía estadounidense cuando este país se transformó en primera potencia mundial y entró en su etapa imperialista a finales del siglo XIX.

Vale entonces, exponer algunos elementos que coadyuvan a conocer mejor la política exterior de la República Popular China (RPCh). Los sustentos del comportamiento chino en el escenario internacional se basan en una opinión independiente respecto de los problemas internacionales. Su objetivo diplomático radica en defender la paz mundial y crear un ambiente pacífico que le permita su desarrollo. Se opone a la hegemonía de un país o alianza de países y a la aplicación de acciones de fuerza. Su política exterior se propone desarrollar relaciones con todos los países independientemente de cuál sea la orientación ideológica de su gobierno o el sistema social imperante. Prioriza las relaciones con los países en vías de desarrollo y con sus vecinos, lo cual constituye la piedra angular de su quehacer en el ámbito exterior. El fin primordial  de sus relaciones internacionales es construir un nuevo orden económico-político internacional.

La política exterior de China está sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan sus relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo  a la soberanía y la integridad territorial,  no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia pacífica.

Aquí se comienzan a marcar algunas diferencias respecto de la política exterior de Estados Unidos. Consecuente con los principios enunciados, la República Popular China ha desarrollado su potencial militar con carácter estrictamente defensivo. No posee bases militares en el extranjero, salvo pequeñas estaciones de control y protección de la ruta marítima que deben seguir sus buques petroleros desde el Golfo Pérsico hasta su territorio. Desde el año 1979 cuando China invadió Vietnam durante dos meses, soldados de este país no han salido de su territorio para hacer la guerra en otra nación. Desde 1949, además de esta ocasión, solo durante la guerra de Corea,  el ejército chino ha realizado operaciones bélicas fuera de sus fronteras. En ambos casos, al finalizar las guerras, todo el contingente militar chino regresó a su territorio.

Así, el énfasis de la política exterior de la RPCh  se ha puesto en la cooperación en materia económica, financiera y tecnológica y en la diversificación de sus relaciones. En ese sentido, China basa su crecimiento económico en dos motores: la exportación y la inversión.

Particular importancia ha tenido el manejo de sus vínculos con otros centros de poder mundial. La apertura que inició Deng Xiaoping  fue continuada por los presidentes Jiang Zemin, Hu Jintao hasta el actual mandatario Xi Jinping. Según éste "China es un león dormido. Hoy, el león se ha despertado. "Pero es agradable, pacífico y civilizado" y añadió que "China no creará problemas, pero tampoco tiene miedo a los problemas".

En una reciente visita a Alemania a finales del mes de marzo pasado, el presidente chino fue extremadamente cuidadoso al referirse al tema de Crimea.  Explicó que como es tradicional en la política exterior china, su país no tiene que elegir ningún bando respecto de este conflicto. Sin embargo, durante un discurso en el Colegio de Europa en Bruselas,  al referirse al tema, Xi dijo que " Para cualquier país en el mundo, el pasado siempre es la clave para el presente y el presente siempre está enraizado en el pasado. Sólo cuando sabemos de dónde ha venido un país, podríamos posiblemente entender por qué ese país es lo que es hoy, y sólo entonces podríamos darnos cuenta en qué dirección se dirige".

Wang Yiwei, director del Instituto de Relaciones Internacionales y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de China explicando las diferencias entre el comportamiento ruso y el de su país en materia internacional expone que China creció mirándose hacia adentro y valorando la riqueza de su cultura, a diferencia de Rusia que creció permanentemente más allá de sus fronteras originales.

Con respecto a Europa el reciente viaje del presidente chino a esa región marcó una nueva etapa en las relaciones con la Unión Europea. Dicho encuentro  presentó tres oportunidades estratégicas para ambos. En primer lugar permitió dar continuidad y profundizar la reforma de China, Además, fue una posibilidad de desarrollo de los vínculos bilaterales y finalmente consintió fortalecer la cooperación internacional en materia de paz y seguridad. Al respecto  Xi dijo que "Los sensatos buscan el terreno común, mientras que los insensatos se aferran a las diferencias". Sobre el mismo tema, el Doctor Wang opinó que “China y Europa deben respetarse mutuamente, tratarse como iguales, buscar terreno común poniendo de lado las diferencias y mantener la cooperación de beneficio mutuo. Al hacer todo esto, promoveremos nuestro diálogo y compromiso, maximizaremos los intereses comunes, compartiremos oportunidades y haremos frente a los retos de manera conjunta”.

Al participar en la III Cumbre de Seguridad Nuclear que se celebró en La Haya del 24 al 25 de marzo de 2014 el presidente chino quiso dar prueba del compromiso de su país para mejorar la seguridad universal. Fue también una manifestación de la importancia que el gobierno chino concede a la seguridad nuclear y a la seguridad internacional en su conjunto. El país asiático se ha propuesto elevar su perfil de seguridad nuclear entendiendo su creciente fuerza nacional e influencia internacional sobre los principales temas de la agenda, sabiendo que éste es uno de los más trascendentales.

En otro ámbito, el mandatario chino ha establecido ciertos parámetros que fundamentan el comportamiento internacional de la potencia asiática. En ese sentido, ha recalcado la diversidad de las civilizaciones que componen el espectro planetario y ha destacado la necesidad  de “ los intercambios y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones". Según Xi, estos no deben construirse sobre el elogio o el menosprecio exclusivos de una civilización en particular. Enfatizó que las civilizaciones son iguales y todas tienen fortalezas y defectos, pero ninguna debe ser considerada superior a otra.

En un discurso pronunciado en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París, a finales de marzo el presidente chino desmontó la hipótesis occidental esbozada por  el historiador británico Arnold J.Toynbee, y desarrollada por el politólogo estadounidense Samuel Huntington quien en 1993 imaginó una idea de futuro basada en el choque de civilizaciones como escenario de conflicto más probable para el siglo XXI. Xi expuso que el elemento central de las relaciones entre civilizaciones debe ser la inclusividad basada en el intercambio y el aprendizaje mutuo. Dijo que "Si todas las civilizaciones pueden defender la inclusividad, el llamado 'choque de civilizaciones' quedará descartado y la armonía de las civilizaciones se convertirá en realidad".

En su primer año de gobierno el presidente chino ha trazado el rumbo de lo que será su gestión encaminada a proyectar la “política exterior como la locomotora de su ´Sueño Chino` o rejuvenecimiento nacional, que pretende mejorar la calidad de vida de la gente, la prosperidad general, construir una sociedad mejor y fortalecer las fuerzas armadas” como lo señala Swaran Singh  profesor de Diplomacia y Desarme en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi.

En este marco, la visita de Wang Yi Canciller de la RPCH a América Latina se inscribe en  el objetivo de fortalecer las relaciones de su país con la región. La misma se propone vigorizar los intercambios de alto nivel e impulsar la cooperación. Según estadísticas del Ministerio de Comercio de China sus inversiones en América Latina subieron  de 200 millones de dólares en 1975 a más de 100 mil millones en 2010. Así mismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPALC) estima que en unos 5 años China desplazará a la Unión Europea como segundo socio comercial de América Latina. Del 7,6% del total de ventas a la región en 2009, pasará a 19,3% en 2020.

Tal vez a eso se refirió el presidente Xi cuando en París, -al pensar en la necesidad del intercambio y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones- expuso que lo que su país busca es “el Sueño Chino” que según él, “puede lograrse a través del desarrollo equilibrado y el refuerzo mutuo del progreso material y cultural", por lo que "el pueblo chino alentará cambios creativos y un desarrollo innovador de la civilización china de conformidad con el progreso de la época".

1 comentario:

  1. Parecería, del análisis, que los países pequeños, de la periferie, estamos condenados a reemplazar imperios opresores: al ocaso de uno, aplica su coyunda un nuevo imperio. Considero que lo de China no sería una excepción. Claro que los 5 principios muestran un nuevo poder, civilizado y pacífico, sin afanes expansionistas, tan diferente de toda la trayectoria del imperio norteamericano, cuya agresividad se perfiló desde el nacimiento de la Unión. Pero, tómense en cuenta los siguientes elementos para una apreciación lo más objetiva: 1. Hacia adentro, China sigue considerándose un país de economía socialista, aunque ha dado acelerados pasos hacia la instauración del capitalismo, con todos sus avances y sus aberraciones. Lo que vale considerar para pensar que las declaraciones no bastan si no van acompañadas con la práctica. Cierto es, claro está, que ese avance vertiginoso en el desarrollo económico del gigante asiático ha sacado de la desocupación a centenas de millones de chinos, pero eso trae su cola. Y ella es, entre otras cosas, la agresión a la naturaleza, propia de los países más industrializados, Y nefasta para los pueblos del planeta, incluidos los de la metrópoli.
    2. Con esa premisa, no es difícil suponer que, pese a sus enunciados pacíficos, de no agresión, de beneficio mútuo en los acuerdos con otros Estados, etc., tales enunciados no pasen de la retórica, dado su afán de apoderarse de mercados, indispensables para su desarrollo imparable. Toda potencia industrial capitalista, por su propia naturaleza, tiende a imponer sus esquemas, lo que ya se perfila en la presencia de empresas chinas en AL, cuyas reglas de juego son asimétricas, siempre en ventaja para el inversionista y cuyos funcionarios incluso atropellan a los trabajadores de la nación dada y aun violan la legalidad laboral de la misma. Eso, a no dudarlo, es el principio de una conducta hegemónica, que desdice de sus enunciados éticos y que bien puede, con el tiempo, convertirse en un nuevo yugo igual o peor que el del imperio actual en decadencia. Lo que no significa aceptar el dominio imperial del Norte, al que los pueblos y los Estados soberanos deben resistir y caminar en pos de su liberación. El deber de los pueblos del mundo, de los países pequeños es luchar por su soberanía, en todos los sentidos.

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