Continuar
atacando al presidente Nicolás Maduro sigue siendo parte de la campaña “democrática”
internacional, cuyo objetivo final es el golpe de Estado en Venezuela. Al igual
que se hizo ayer contra la revolución cubana (y aun continúa), hoy se hace
contra la revolución bolivariana: calumniar, difamar, mentir, boicotear,
sabotear, provocar atentados, asesinar. Esta vez el turno fue para el
expresidente peruano Alan García.
Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra
América
Alan García: ayer, peregrino en la Casa Blanca; hoy, actor de reparto del fascismo venezolano. |
En
América Latina era costumbre desde los años sesenta hasta los noventa, cuando
algún gobernante quería quedar bien con el imperio y recibir préstamos
económicos o facilidades financieras para su país, todo lo que tenía que hacer
era vociferar contra la revolución cubana. Esos presidentes “valientes” (la
lista es interminable) hacían el show en cualquier escenario, alzaban sus
vocecitas, eran aplaudidos, se fotografiaban, y en seguida corrían de rodillas
a Washington a estirar las manos para seguir endeudando a su país. El amo los
abrazaba, pero también los orinaba, para que entendieran e internalizaran (la
moral del amo) que siempre tenían que seguir siendo serviles. Para eso habían
nacido, y para eso habían sido puestos en la presidencia.
Pero esa
historia empezó a cambiar. La gesta revolucionaria de los barbudos en la Sierra
Maestra a finales de los cincuenta, siguió siendo ejemplo de rebeldía,
autoestima y soberanía. Hoy ese comportamiento es ajeno a la mayoría de
presidentes de América Latina. Y los que lo tienen, son los menos; son aquellos
que aceptan y defienden las políticas económicas que Estados Unidos siempre ha
tratado de imponer en la región. Ahí está la Alianza del Pacífico constituida
en el 2011 por México, Colombia, Perú y Chile (Costa Rica se integrará a
finales de 2014) cuya naturaleza está definida por el libre comercio, en
contraposición a las políticas económicas del Mercosur que persiguen la
integración productiva, el comercio intrarregional, la distribución de las
riquezas, la generación de empleos, la inclusión social, la complementariedad
entre gobiernos y pueblos, etc.
Con
dignidad, autoestima y soberanía los pueblos fueron resistiendo y
movilizándose. Hoy tenemos en América Latina naciones más independientes, dando
sus propios pasos con políticas económicas más inclusivas y humanas. Algunos
analistas piensan que el gobierno de los Estados Unidos descuidó su feudo (patio
trasero) latinoamericano, porque se encontraba ocupado, distraído y empantanado
con sus guerras en Medio Oriente (asesinando inocentes). Afirmaciones de este
tipo, no hacen sino falsear la historia, restándole méritos a la capacidad de
resistencia, lucha, organización y movilización de los pueblos de la región: en
su interior se gestaron hombres y mujeres capaces de representarlos. El imperio
creía haber llegado al fin de la historia, en donde todo lo tenía controlado.
Se habían quedado vigilando las montañas en Brasil, Argentina, Venezuela,
Bolivia, Ecuador o Uruguay a ver si por ahí aparecía algún nuevo barbudo con
fusil en mano. Mientras el imperio espiaba las montañas, los nuevos liderazgos
emergieron de diversas organizaciones, supuestamente controladas por el Norte: ejército,
sindicatos, partidos y universidades.
El
hambre, la pobreza, la exclusión, las desigualdades sociales, la violación de
los derechos humanos y más recientemente la destrucción ambiental han sido las
cusas y el caldo de cultivo para la toma de conciencia y la organización de los
movimientos sociales.
La
tiranía mediática no puede ocultar estos problemas, pero siguiendo las recetas
neoliberales, culpó a la falta de mercado total por esos “desequilibrios”.
También pretende responsabilizar a los gobiernos progresistas de hoy, de los
problemas causados y profundizados por los gobiernos neoliberales del pasado.
Entre los
datos más recientes indicados por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL) a quien nadie puede señalar de izquierdista, hay uno muy
revelador que sostiene que en América Latina, el país que más disminuyó la
pobreza en los últimos doce años ha sido Venezuela. En 1999 cuando el presidente
Hugo Chávez asumió el poder, de los veintinueve millones de venezolanos el
49,4% vivían por debajo de la línea de pobreza, cifra que gracias al gobierno bolivariano
fue reducida al 27,8%. ¿Qué medio informa esto?
A lo que
sí le dan cobertura es a las agresiones contra el gobierno venezolano, sin
importar de donde provienen; lo que interesa es el ataque. Todo lo que sume
para propagar desestabilización y minar la moral del presidente Maduro es
válido. Por eso no sorprende que a un personaje corrupto, ladrón, violador de
derechos humanos, experto en narcoindultos como el ex presidente Alán García
Pérez le den importancia en las portadas de los grandes diarios con titulares como
el de esta semana: “Alan García arremete contra Nicolás Maduro”. La arremetida
de este tipejo es haber dicho en su cuenta de Twitter (¡qué valiente!): "Maduro,
tu régimen podrido de crimen y corrupción caerá. Será la vergüenza para los
cómplices que permitieron tanta pobreza sin libertad".
Es patético que los medios se presten para darle voz a un farsante, que no tiene ningún ápice de autoridad moral para hablar de corrupción ni pobreza. Con actores así el gobierno venezolano debe estar sosegado, porque la “oposición” internacional está en buenas manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario