sábado, 5 de abril de 2014

Venezuela: la oposición internacional está en buenas manos

Continuar atacando al presidente Nicolás Maduro sigue siendo parte de la campaña “democrática” internacional, cuyo objetivo final es el golpe de Estado en Venezuela. Al igual que se hizo ayer contra la revolución cubana (y aun continúa), hoy se hace contra la revolución bolivariana: calumniar, difamar, mentir, boicotear, sabotear, provocar atentados, asesinar. Esta vez el turno fue para el expresidente peruano Alan García.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

Alan García: ayer, peregrino en la Casa Blanca;
hoy, actor de reparto del fascismo venezolano.
En América Latina era costumbre desde los años sesenta hasta los noventa, cuando algún gobernante quería quedar bien con el imperio y recibir préstamos económicos o facilidades financieras para su país, todo lo que tenía que hacer era vociferar contra la revolución cubana. Esos presidentes “valientes” (la lista es interminable) hacían el show en cualquier escenario, alzaban sus vocecitas, eran aplaudidos, se fotografiaban, y en seguida corrían de rodillas a Washington a estirar las manos para seguir endeudando a su país. El amo los abrazaba, pero también los orinaba, para que entendieran e internalizaran (la moral del amo) que siempre tenían que seguir siendo serviles. Para eso habían nacido, y para eso habían sido puestos en la presidencia.

Pero esa historia empezó a cambiar. La gesta revolucionaria de los barbudos en la Sierra Maestra a finales de los cincuenta, siguió siendo ejemplo de rebeldía, autoestima y soberanía. Hoy ese comportamiento es ajeno a la mayoría de presidentes de América Latina. Y los que lo tienen, son los menos; son aquellos que aceptan y defienden las políticas económicas que Estados Unidos siempre ha tratado de imponer en la región. Ahí está la Alianza del Pacífico constituida en el 2011 por México, Colombia, Perú y Chile (Costa Rica se integrará a finales de 2014) cuya naturaleza está definida por el libre comercio, en contraposición a las políticas económicas del Mercosur que persiguen la integración productiva, el comercio intrarregional, la distribución de las riquezas, la generación de empleos, la inclusión social, la complementariedad entre gobiernos y pueblos, etc.

Con dignidad, autoestima y soberanía los pueblos fueron resistiendo y movilizándose. Hoy tenemos en América Latina naciones más independientes, dando sus propios pasos con políticas económicas más inclusivas y humanas. Algunos analistas piensan que el gobierno de los Estados Unidos descuidó su feudo (patio trasero) latinoamericano, porque se encontraba ocupado, distraído y empantanado con sus guerras en Medio Oriente (asesinando inocentes). Afirmaciones de este tipo, no hacen sino falsear la historia, restándole méritos a la capacidad de resistencia, lucha, organización y movilización de los pueblos de la región: en su interior se gestaron hombres y mujeres capaces de representarlos. El imperio creía haber llegado al fin de la historia, en donde todo lo tenía controlado. Se habían quedado vigilando las montañas en Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Uruguay a ver si por ahí aparecía algún nuevo barbudo con fusil en mano. Mientras el imperio espiaba las montañas, los nuevos liderazgos emergieron de diversas organizaciones, supuestamente controladas por el Norte: ejército, sindicatos, partidos y universidades.
El hambre, la pobreza, la exclusión, las desigualdades sociales, la violación de los derechos humanos y más recientemente la destrucción ambiental han sido las cusas y el caldo de cultivo para la toma de conciencia y la organización de los movimientos sociales.

La tiranía mediática no puede ocultar estos problemas, pero siguiendo las recetas neoliberales, culpó a la falta de mercado total por esos “desequilibrios”. También pretende responsabilizar a los gobiernos progresistas de hoy, de los problemas causados y profundizados por los gobiernos neoliberales del pasado.

Entre los datos más recientes indicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a quien nadie puede señalar de izquierdista, hay uno muy revelador que sostiene que en América Latina, el país que más disminuyó la pobreza en los últimos doce años ha sido Venezuela. En 1999 cuando el presidente Hugo Chávez asumió el poder, de los veintinueve millones de venezolanos el 49,4% vivían por debajo de la línea de pobreza, cifra que gracias al gobierno bolivariano fue reducida al 27,8%. ¿Qué medio informa esto?

A lo que sí le dan cobertura es a las agresiones contra el gobierno venezolano, sin importar de donde provienen; lo que interesa es el ataque. Todo lo que sume para propagar desestabilización y minar la moral del presidente Maduro es válido. Por eso no sorprende que a un  personaje corrupto, ladrón, violador de derechos humanos, experto en narcoindultos como el ex presidente Alán García Pérez le den importancia en las portadas de los grandes diarios con titulares como el de esta semana: “Alan García arremete contra Nicolás Maduro”. La arremetida de este tipejo es haber dicho en su cuenta de Twitter (¡qué valiente!): "Maduro, tu régimen podrido de crimen y corrupción caerá. Será la vergüenza para los cómplices que permitieron tanta pobreza sin libertad".

Es patético que los medios se presten para darle voz a un farsante, que no tiene ningún ápice de autoridad moral para hablar de corrupción ni pobreza. Con actores así el gobierno venezolano debe estar sosegado, porque la “oposición” internacional está en buenas manos.


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