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sábado, 24 de mayo de 2014

Panamá: Un gobierno al servicio de su país y su gente

El próximo gobierno panameño tiene que enfrentarse a los mismos problemas que no fueron resueltos por sus predecesores. El hecho de que no encontraron soluciones no fue por incapacidad gubernamental ni por obstáculos imposibles de remontar. Los problemas más graves y que requieren medidas urgentes no fueron resueltos porque no estaban en la agenda de los gobiernos de los últimos 25 años.

Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

A pesar de los discursos, los programas y las promesas, los gobiernos no tienen como objetivo resolver los problemas del país y mucho menos los problemas de la gente. Desde hace 25 años el problema que requiere la solución más urgente es la creciente pérdida de fuentes de trabajo decentes. A falta de empleos, se deteriora el tejido social del país, comenzando por la familia. Si la familia se desintegra, lo mismo ocurre a nivel de la comunidad. Panamá, según las estadísticas, se encuentra en una grave crisis como consecuencia de que el 50 por ciento de los trabajadores del país son informales (desempleados de hecho).

El equipo que está armando el presidente Juan C. Varela tiene una larga trayectoria como funcionarios a todos los niveles en los distintos gobiernos del pasado reciente. En 1990 los más veteranos participaron en la administración del presidente Endara (1990-1994). Después, muchos se foguearon en el equipo de la presidente Mireya Moscoso (1999-2004). Entre 2009 y 2012, durante los primeros 26 meses de la administración de Martinelli, formaban parte de su equipo los funcionarios que ahora ostentarán los rangos más altos. El presidente electo Varela ya nombró a Alemán Healy, quien fue vice-canciller del actual presidente Martinelli. Igualmente, el futuro ministro de Economía y Finanzas, Dulcidio de la Guardia, fue viceministro en el gabinete del presidente saliente. Todo indica que la mayoría de los miembros del gabinete del presidente Varela serán escogidos de ese sector.

Por un lado, es saludable que los colaboradores del presidente entrante tengan experiencia. Por el otro, sin embargo, despierta sospechas el hecho que sus contribuciones a la buena administración de la res-pública dejara mucho que desear. Hay fuertes indicios que el nuevo ocupante del Palacio de las Garzas estará rodeado de políticos que responderán sólo a los intereses de los grandes emporios locales e internacionales. Los anuncios preliminares realizados por los ministros designados apuntan a que continuarán las políticas del presidente Martinelli.

Martinelli presidió el traslado más monumental de riquezas en la historia del país de los sectores más pobres del país (75 por ciento de la población) al 2 por ciento más rico. Martinelli administró casi 80 mil millones de dólares (el presupuesto nacional entre 2009 y 2014) y presidió un período que produjo 170 mil millones, sin incluir las riquezas que entraron a la economía por la vía ilegal. El 2 por ciento más rico del país se apropió del 90 por ciento de esa riqueza creada en 5 años.

Esta riqueza se puede medir fácilmente cuando vemos (con nuestros propios ojos) el estado ruinoso en que están las escuelas oficiales, los centros de salud, las viviendas en los sectores populares y el estado de las calles y caminos en las comunidades donde viven los trabajadores. En cambio, vemos cintas costeras, rascacielos, hospitales (que dicen que son del ‘primer mundo’), academias, resort exclusivos y carnes de Iowa para una población elite.

Los programas “120 para los 65”, beca universal y otros que representan una subvención de 400 millones de dólares al año continuarán. Las subvenciones para quienes compran yates y aviones jet suman la misma cantidad. Cada empresario que invierte ilegalmente en la construcción de represas en tierras de la comarca Ngobe-Buglé – como Barro Blanco - recibe otra subvención de 400 millones de dólares. En total, las subvenciones a los empresarios sumaron aproximadamente 5 mil millones de dólares en cada presupuesto del último lustro.

El presidente entrante tiene que enfrentar el problema de la educación nacional. La cuestión educativa tiene 50 años de arrastre y no hay solución a la vista. Nuestra clase gobernante quiere convertir la educación en un negocio. Aún no hay manera de convencerlos que la educación es un servicio. Varela dice que hará un gobierno al servicio del país. Afirma que no será un gobierno para hacer negocios. Si aplica esta idea al sector educación, durante los cinco años de su gestión, el país quizás retroceda un poco menos que el gobierno que presidió Martinelli.

22 de mayo de 2014.

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