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sábado, 13 de septiembre de 2014

Correa, economía y poder

La resolución de la crisis económica no es un asunto de economía solamente sino fundamentalmente de poder y política. En Ecuador la Revolución Ciudadana arrancó una cuota fundamental del poder cuando se desplazó del gobierno y de la mayoría en el legislativo a los representantes del gran capital financiero y burocracia financiera internacional.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Un tema  fundamental tocado por el presidente Rafael Correa en su discurso del 19 de agosto de 2014 en Guatemala, fue el tema del poder. El mismo fue abordado desde las dos facetas del presidente, como economista y como político. Dijo que el mayor daño que se le había hecho a la economía como ciencia era haberla desvinculado de la política. Haberla reducido a un saber técnico en lugar de mantenerla en  su carácter de economía  política. La economía política  enseña que las políticas públicas tienen que ver esencialmente con quien maneja el poder político. Concuerdo con el presidente Correan en que economía y política son las dos caras de la misma moneda y que en una de sus tantas operaciones ideológicas,  el neoliberalismo ha fracturado esa relación  en el discurso  cuando en realidad las une.

Correa tiene absoluta razón cuando dice que la economía  camina por los senderos que le impone a un país su élite dominante. A fines del siglo XX y principios del siglo XXI, la hegemonía de los grandes banqueros y la burocracia financiera internacional impuso a Ecuador una política económica que la sumió en una profunda crisis. Particularmente a partir de la desregulación de la crisis financiera de 1994 cuyas consecuencias habrían de estallar en 1999. Pero el presidente ecuatoriano visualiza a nivel mundial esa relación entre economía y política: la hegemonía del gran capital  y en particular el imperio del capital financiero,  originaron la crisis mundial del 2008 cuyas consecuencias aún estamos viviendo. Y en su visión, la causa de que esta gran crisis no se resuelva a fondo radica en que ese capital financiero sigue imponiendo las mismas políticas económicas que originaron la crisis.

Así pues la resolución de la crisis económica no es un asunto de economía solamente sino fundamentalmente de poder y política. En Ecuador la Revolución Ciudadana arrancó una cuota fundamental del poder cuando se desplazó del gobierno y de la mayoría en el legislativo a los representantes del gran capital financiero y burocracia financiera internacional. A nivel mundial eso podrá suceder si entre otras cosas, se realiza la unidad latinoamericana a través de organismos como la CELAC, UNASUR, BANSUR y la ALBA. Para Correa la mejor forma de dejar de ser siervos del capital es la integración latinoamericana.   Esta servirá para cosas tan sencillas como salarios mínimos regionales  y para hechos sustanciales como crear un bloque que logre cambiar el injusto orden mundial.

Pero esta nueva correlación de fuerzas nacional, regional y mundial que plantea Rafael Correa, tiene un sustento inicial en el plano nacional. Solamente cambiando el signo de los gobiernos nacionales con  una recomposición del poder político a través de nuevas mayorías electorales, podrá cambiarse el rumbo político y social de cada uno de los países. Y ese cambio podría traducirse en bloques que cuestionen al poder mundial que hoy nos avasalla. He aquí la tendencia que hemos estado viendo en los últimos años en América latina y el mundo.

He aquí la moraleja de lo dicho por Rafael Correa.

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