La resolución de la crisis económica
no es un asunto de economía solamente sino fundamentalmente de poder y
política. En Ecuador la Revolución Ciudadana arrancó una cuota fundamental del
poder cuando se desplazó del gobierno y de la mayoría en el legislativo a los
representantes del gran capital financiero y burocracia financiera
internacional.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Un tema fundamental tocado por el presidente Rafael
Correa en su discurso del 19 de agosto de 2014 en Guatemala, fue el tema del
poder. El mismo fue abordado desde las dos facetas del presidente, como
economista y como político. Dijo que el mayor daño que se le había hecho a la
economía como ciencia era haberla desvinculado de la política. Haberla reducido
a un saber técnico en lugar de mantenerla en
su carácter de economía política.
La economía política enseña que las
políticas públicas tienen que ver esencialmente con quien maneja el poder
político. Concuerdo con el presidente Correan en que economía y política son
las dos caras de la misma moneda y que en una de sus tantas operaciones
ideológicas, el neoliberalismo ha
fracturado esa relación en el
discurso cuando en realidad las une.
Correa tiene absoluta
razón cuando dice que la economía camina
por los senderos que le impone a un país su élite dominante. A fines del siglo
XX y principios del siglo XXI, la hegemonía de los grandes banqueros y la
burocracia financiera internacional impuso a Ecuador una política económica que
la sumió en una profunda crisis. Particularmente a partir de la desregulación
de la crisis financiera de 1994 cuyas consecuencias habrían de estallar en
1999. Pero el presidente ecuatoriano visualiza a nivel mundial esa relación
entre economía y política: la hegemonía del gran capital y en particular el imperio del capital financiero, originaron la crisis mundial del 2008 cuyas
consecuencias aún estamos viviendo. Y en su visión, la causa de que esta gran
crisis no se resuelva a fondo radica en que ese capital financiero sigue
imponiendo las mismas políticas económicas que originaron la crisis.
Así pues la resolución
de la crisis económica no es un asunto de economía solamente sino
fundamentalmente de poder y política. En Ecuador la Revolución Ciudadana
arrancó una cuota fundamental del poder cuando se desplazó del gobierno y de la
mayoría en el legislativo a los representantes del gran capital financiero y
burocracia financiera internacional. A nivel mundial eso podrá suceder si entre
otras cosas, se realiza la unidad latinoamericana a través de organismos como
la CELAC, UNASUR, BANSUR y la ALBA. Para Correa la mejor forma de dejar de ser
siervos del capital es la integración latinoamericana. Esta servirá para cosas tan sencillas como
salarios mínimos regionales y para
hechos sustanciales como crear un bloque que logre cambiar el injusto orden
mundial.
Pero esta nueva
correlación de fuerzas nacional, regional y mundial que plantea Rafael Correa,
tiene un sustento inicial en el plano nacional. Solamente cambiando el signo de
los gobiernos nacionales con una recomposición
del poder político a través de nuevas mayorías electorales, podrá cambiarse el
rumbo político y social de cada uno de los países. Y ese cambio podría
traducirse en bloques que cuestionen al poder mundial que hoy nos avasalla. He
aquí la tendencia que hemos estado viendo en los últimos años en América latina
y el mundo.
He aquí la moraleja de
lo dicho por Rafael Correa.
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