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sábado, 4 de octubre de 2014

Elecciones en Brasil

Las elecciones en Brasil no son importantes solo para ese país, son importantes para toda América Latina. De su resultado depende, en buena medida, el rumbo que tome esta región en los próximos años.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Alexandre Padilha, gobernador de Sao Paulo, Dilma
Rousseff y Lula da Silva en el cierre de campaña del PT
Antes, no era así: Brasil vivía de espaldas a América Latina y lo que sucedía en él parecía no incidir, o incidir poco, en el resto del continente. Eso se acabó desde que Lula fue electo presidente; de ahí en adelante Brasil fue uno más, primus inter pares.

La presencia de un Brasil amigo de los procesos nacional populares del resto del continente ha sido fundamental. Sin él, probablemente otro gallo cantaría.

También lo ha sido su presencia y empuje en los procesos de integración, en el apoyo en los momentos difíciles que se han presentado en Ecuador, Bolivia o Venezuela.

La gestión del Partido de los Trabajadores (PT) tiene  luces y sombras que están a la vista de todos. Posiblemente, lo peor de su lado oscuro es la corrupción, y muchos brasileños la identifican con la gestión del PT.

Desde las clases medias le reclaman la inversión multimillonaria en infraestructura para el Mundial de Futbol 2014 y las Olimpiadas de 2016, mientras problemas acuciantes como el transporte, infraestructura y la salud renquean.

Se trata, en buena medida, de una enorme clase media a la que se le han sumado millones que en los últimos años, y precisamente por las políticas impulsadas por el PT, han salido de la pobreza. Pero es una clase media precaria, se dice, en el sentido que fácilmente podría regresar a los niveles de ingreso y consumo de los que proviene. En este sentido, se le achaca al PT que sostenga a esa clase media a través de políticas catalogadas como asistencialistas. Con todo, que 42 millones de personas accedan a la clase media es logro espectacular.

Sigue siendo, también, el país más desigual en el continente más desigual: la pobreza más abyecta convive con la riqueza más insultante. A pesar del espectacular crecimiento de la clase media y de los millones que han salido de la pobreza, esa brecha no se ha reducido.

A pesar de todo ello, el Brasil del PT hace esfuerzos descomunales que nadie más había hecho antes en ese país para que las cosas estén mejor. No en balde, la nueva página del Instituto Lula, que recién entró en funcionamiento en el mes de agosto pasado, en el contexto de las elecciones 2014, se llama Brasil da mudança, El Brasil del cambio. En su presentación, Lula puntualizó que desde su llegada al poder en 2003 con el PT se edificaron más obras en este país que en el siglo de mandato de la derecha.

El programa Bolsa familiar, a pesar de las críticas de ser asistencialista, ha sacado de la pobreza a 36 millones de personas. Se dice rápido pero es un logro extraordinario.

En educación es impresionante lo logrado y lo que se avecina: en los últimos 10 años, Brasil aumentó en más del doble la cobertura en educación superior. En la década de los 90, bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), se disparó la enseñanza universitaria privada, lo cual también hizo aumentar las matrículas. El gobierno de Lula (2003-2011), en cambio, incrementó el acceso a las universidades públicas, que en la actualidad llegan a 102, con más de 140 sedes en diferentes ciudades. Durante su mandato se crearon en Brasil 14 nuevas universidades públicas.

Un estudio de Naciones Unidas divulgado en 2009 dice que, anualmente, se graduaban 428 personas por cada 100.000 habitantes. El gobierno pretende triplicar esa cifra para el año 2020, con un crecimiento anual de casi 11%. Para el mismo año se espera que el presupuesto para ese sector sea el 7% del PIB, cerca del doble del actual.

Dilma Rousseff anunció en el 2011 la creación de cuatro nuevas universidades públicas, 120 nuevas escuelas técnicas y 47 campus universitarios de instituciones ya establecidas que se sumaron ya a la red educativa de este país en el año 2014. Se establecerán dos universidades en el estado de Bahía, una en Ceará y otra en Pará, con la idea de descentralizar la educación y llegar a los sectores más pobres de la población.

Tanto para Brasil como para América Latina, las elecciones del próximo domingo son cruciales. Posiblemente nadie saque la cantidad de votos necesaria para ganar en la primera vuelta, pero en la segunda, Dilma debe ganar para seguir por el camino trazado.

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