“Bolivia
cambia. Evo cumple” afirman unos carteles en la calle. Y cada cual lo constata.
El país es efectivamente otro. Muy
distinto al de hace apenas un decenio, cuando estaba considerado “el más pobre
de América Latina después de Haití”.
Ignacio Ramonet / Cubadebate
Con la gestión de Evo Morales, Bolivia vive un importante procesos de transformaciones. |
Para el
viajero que vuelve a Bolivia varios años después y camina despacito por las
empinadas calles de La Paz, ciudad encaramada entre barrancos escarpados a casi
cuatro mil metros de altitud, los cambios saltan a la vista: ya no se ven
personas mendigando ni vendedores informales pululando por las aceras. Se
percibe que hay pleno empleo. La gente va mejor vestida, luce más sana. Y el
aspecto general de la capital se ve más esmerado, más limpio, más verde y
ajardinado. Se nota el auge de la construcción. Han surgido decenas de altos
edificios llamativos y se han multiplicado los modernos centros comerciales,
uno de los cuales posee el mayor complejo de cines (18 salas) de Sudamérica.
Pero lo más
espectacular son los sensacionales teleféricos urbanos de tecnología (1)
futurista que mantienen sobre la ciudad un permanente ballet de
coloridas cabinas, elegantes y etéreas como pompas de jabón. Silenciosas
y no contaminantes. Dos líneas funcionan ya, la roja y la amarilla; la
tercera, la verde, se inaugurará en las próximas semanas, creando así una red
interconectada de transporte por cable de once kilómetros, la más larga del
mundo, que permitirá a decenas de miles de paceños ahorrarse un promedio de dos
horas diarias de tiempo de transporte.
“Bolivia
cambia. Evo cumple” afirman unos carteles en la calle. Y cada cual lo constata.
El país es efectivamente otro. Muy distinto al de hace apenas un decenio,
cuando estaba considerado “el más pobre de América Latina después de Haití”.
En su mayoría corruptos y autoritarios, sus gobernantes se pasaban la vida
implorando préstamos a los organismos financieros internacionales, a las
principales potencias occidentales o a las organizaciones humanitarias
mundiales. Mientras las grandes empresas mineras extranjeras saqueaban el
subsuelo, pagándole al Estado regalías de miseria y prolongando el expolio
colonial.
País
relativamente poco poblado (unos diez millones de habitantes), Bolivia posee
una superficie de más de un millón de kilómetros cuadrados (dos veces Francia).
Sus entrañas rebosan de riquezas: plata (piénsese en Potosí…), oro, estaño,
hierro, cobre, zinc, tungsteno, manganeso, etc. El Salar de Uyuni tiene la
mayor reserva de potasio y litio del mundo, este último considerado la energía
del futuro. Pero la principal fuente de ingresos hoy la constituye el sector de
los hidrocarburos, con las segundas mayores reservas de gas natural de América
del Sur, y petróleo, aunque en menor cantidad (unos 16 millones de barriles
anuales).
El
crecimiento económico de Bolivia en estos últimos nueve años, desde que gobierna Evo Morales, ha sido sensacional, con una
tasa promedio del 5% anual… En 2013, el PIB llegó a crecer hasta el 6,8% (2), y
en 2014 y 2015, según las previsiones del FMI, también será superior al
5%… El porcentaje más elevado de América Latina (3). Y todo ello con una
inflación moderada y controlada, inferior al 6%.
El nivel de
vida general se ha duplicado (4). El gasto público, a pesar de las importantes
inversiones sociales, también está controlado; hasta el punto de que el saldo
en cuenta corriente ofrece un resultado positivo con un superávit fiscal de
2,6% (en 2014) (5). Y aunque las exportaciones, principalmente de
hidrocarburos y de productos de la minería, representan un papel importante en
esta bonanza económica, es la demanda interna (+5,4%) la que constituye el
principal motor del crecimiento.
En fin,
otro éxito inaudito de la gestión del ministro de Economía, Luis Arce: las
reservas internacionales en divisas de Bolivia, con respecto al PIB, alcanzaron
el 47% (6), situando a este país, por primera vez, a la cabeza de América
Latina, muy por delante de Brasil, México o Argentina. Evo Morales ha señalado
que, de país estructuralemente endeudado, Bolivia podría pasar a ser
prestamista, y ha revelado que ya “cuatro Estados de la región”, sin precisar
cuáles, se han dirigido a su Gobierno pidiéndole créditos…
En un país
en el que más de la mitad de la población es originaria, Evo Morales es el
primer indígena, en los últimos cinco siglos, que alcanzó, en enero de 2006, la
presidencia del Estado. Y desde que asumió el poder, este presidente diferente
desechó el “modelo neoliberal” y lo cambió por un nuevo “modelo económico
social comunitario productivo”. Nacionalizó, a partir de mayo de 2006, los
sectores estratégicos (hidrocarburos, minería, electricidad, recursos
ambientales) generadores de excedentes e invirtió una parte de estos excedentes
en los sectores generadores de empleo (industria, manufactura, artesanía,
transporte, desarrollo agropecuario, vivienda, comercio, etc.). Y consagró otra
parte de esos excedentes a la reducción de la pobreza mediante políticas
sociales (enseñanza, sanidad), incrementos salariales (a los funcionarios y
trabajadores del sector público), estímulos a la inclusión [bono Juancito Pinto
(7), renta dignidad (8), bono Juana Azurduy (9)] y políticas de subvenciones.
Los
resultados de la aplicación de este modelo se reflejan no solo en las cifras
expuestas aquí arriba, sino en un dato bien explícito: más de un millón de
bolivianos (o sea, el 10% de la población) han salido de la pobreza. La deuda
pública, que representaba el 80% del PIB, se redujo a apenas el 33% del PIB. La
tasa de desempleo (3,2%) es la más baja de América Latina, hasta tal punto que
miles de bolivianos emigrados en España, Argentina o Chile empiezan a regresar,
atraídos por la facilidad de empleo y el notable incremento del nivel de vida.
Además, Evo
Morales ha emprendido la construcción de un verdadero Estado, hasta ahora más
bien virtual. Hay que reconocer que la inmensa y torturada geografía boliviana
(un tercio, altas montañas andinas, dos tercios, tierras bajas tropicales y
amazónicas) así como la fractura cultural (36 naciones etno-lingüísticas) nunca
facilitaron la integración y la unificación. Pero, lo que no se hizo en casi
dos siglos, el presidente Morales está decidido a llevarlo a cabo acabando con
la dislocación. Primero, promulgando una nueva Constitución, adoptada por
referéndum, que establece por vez primera un “Estado plurinacional” y reconoce
los derechos de las diferentes naciones que conviven en el territorio
boliviano. Y luego lanzando una serie de ambiciosas obras públicas
(carreteras, puentes, túneles) con el objetivo de conectar, articular,
comunicar regiones dispersas para que todas ellas y sus habitantes se sientan
parte de un todo común: Bolivia. Nunca se había hecho. Y por eso hubo tantas
tentativas de secesión, separatismo y de fraccionamiento.
Hoy, con
todos estos éxitos, los bolivianos se sienten –quizás por vez primera–
orgullosos de serlo. Orgullosos de su cultura originaria y de sus lenguas
vernáculas. Orgullosos de su moneda que cada día se valoriza más con respecto
al dólar. Orgullosos de tener el crecimiento económico más alto y las reservas
de divisas más importantes de América Latina. Orgullosos de sus realizaciones
tecnológicas como esa red de teleféricos de última generación, o su satélite de
telecomunicaciones Túpac Katari, o su canal de televisión pública
Bolivia TV (10).
Este canal,
que dirige Gustavo Portocarrero, realizó, el 12 de octubre pasado, día de las
elecciones presidenciales, una impactante demostración de su maestría
tecnológica conectándose en directo –a lo largo de más de 24h ininterrumpidas–
con sus enviados especiales en unas 40 ciudades en todo el mundo (Japón, China,
Rusia, la India, Irán, Egipto, España, etc.) en las que votaban, por primera vez,
los bolivianos residentes en el extranjero. Una proeza técnica y humana que
pocos canales de televisión en el mundo serían capaces de realizar.
Todas estas
hazañas –económicas, sociales, tecnológicas– explican en parte la rotunda
victoria de Evo Morales y de su partido (Movimiento al Socialismo, MAS) en las
elecciones del pasado 12 de octubre (11). Icono de la lucha de los pueblos
indígenas y originarios de todo el mundo, Evo ha consiguido romper, con este
nuevo triunfo, varios graves prejuicios. Demuestra que la gestión de gobierno
no desgasta, y que después de nueve años en el poder, cuando se gobierna bien,
se puede volver a ganar holgadamente. Demuestra, contrariamente a lo que
afirman racistas y colonialistas, que “los indios” saben gobernar, y hasta
pueden ser los mejores gobernantes que jamás haya tenido el país. Demuestra
que, sin corrupción, con honestidad y eficiencia, el Estado puede ser un
excelente administrador, y no –como lo pretenden los neoliberales– una
calamidad sistemática. En fin, demuestra que la izquierda en el poder
puede ser eficiente, que puede llevar a cabo políticas de inclusión y de
redistribución de la riqueza sin poner en riesgo la estabilidad de la economía.
Pero esta
gran victoria electoral también se explica por razones políticas. El presidente
Evo Morales consiguió derrotar, ideológicamente, a sus principales adversarios
reagrupados en el seno de la casta empresarial de la provincia de Santa Cruz,
principal motor económico del país. Este grupo conservador que lo intentó todo
contra el presidente, desde la tentativa de secesión hasta el golpe de Estado,
ha acabado por rendirse y por sumarse en definitiva al proyecto presidencial,
reconociendo que el país ha puesto rumbo hacia el desarrollo.
Es una
victoria considerable que el vicepresidente Álvaro García Linera explica en
estos términos: “Se logró integrar al oriente boliviano y unificar el país,
gracias a la derrota política e ideológica de un núcleo político empresarial
ultraconservador, racista y fascista, que conspiró por un golpe de Estado y
trajo a gente armada para organizar una secesión del territorio oriental. En
segundo lugar, estos nueve años han mostrado a las clases medias urbanas y
sectores populares cruceños que tenían desconfianza, que hemos mejorado sus condiciones
de vida, que respetamos lo construido en Santa Cruz y sus particularidades. Por
supuesto, somos un Gobierno socialista, de izquierdas y dirigido por indígenas.
Pero tenemos la voluntad de mejorar la vida de todos. Nos hemos enfrentado a
las empresas petroleras extranjeras, igualmente a las de energía eléctrica, y
las hemos golpeado para luego, con esos recursos, potenciar al país,
fundamentalmente a los más pobres, pero sin afectar lo que poseen las clases
medias o el sector empresarial. Por eso pudo realizarse un encuentro entre
Gobierno y Santa Cruz muy fructífero. Nosotros no cambiamos de actitud,
seguimos diciendo y haciendo lo mismo que hace nueve años. Los que han cambiado
de actitud frente a nosotros son ellos. A partir de ahí empieza esta nueva
etapa del proceso revolucionario boliviano, que es el de la irradiación
territorial y la hegemonía ideológica y política. Ellos empiezan a entender que
no somos sus enemigos, que si hacen economía sin meterse en política les va a
ir bien. Pero si, como corporaciones, tratan de ocupar las estructuras del
Estado y quieren combinar política con economía, les va a ir mal. Así como no
puede haber militares que también tengan el control civil, político, porque ya
tienen el control de las armas”.
En su
despacho del Palacio Quemado, el ministro de Presidencia, Juan Ramón Quintana,
me lo explica con una consigna: “Derrotar e integrar”. “No se trata –me
dice– de vencer al adversario y de abandonarlo a su suerte, corriendo el riesgo
de que se ponga a conspirar con su resentimiento de vencido y se lance a
nuevas intentonas golpistas. Una vez derrotado, hay que incorporarlo, darle la
oportunidad de sumarse al proyecto nacional en el que caben todos, a condición
de que cada cual admita y acate que la dirección política, por decisión
democrática de las urnas, la llevan Evo y el MAS”.
¿Y ahora?
¿Qué hacer con una victoria tan aplastante? “Tenemos un programa (12) –afirma
tranquilo Juan Ramón Quintana– queremos erradicar la pobreza extrema, dar
acceso universal a los servicios básicos, garantizar salud y educación de
calidad para todos, desarrollar la ciencia, la tecnología y la economía del
conocimiento, establecer una administración económica responsable, tener una
gestión pública transparente y eficaz, diversificar nuestra producción,
industrializar, alcanzar la soberanía alimentaria y agropecuaria, respetar a la
Madre Tierra, avanzar hacia una mayor integración latinoamericana y con
nuestros socios del Sur, integrar el Mercosur, y alcanzar nuestro objetivo
histórico, cerrar nuestra herida abierta: recuperar nuestra soberanía marítima
y la salida al mar” (13).
Por su
parte, el presidente Morales ha expresado su deseo de que Bolivia se convierta
en el “corazón energético de América del Sur” gracias a sus enormes potencialidades
en energías renovables (hidroeléctrica, eólica, solar, geotérmica, biomasa)
además de los hidrocarburos (petróleo y gas), lo que se completaría con la
energía atómica civil producida por una central nuclear de próxima adquisición.
Bolivia
cambia. Va para arriba. Y su prodigiosa metamorfosis aún no ha terminado de
sorprender al mundo.
Notas
(1) La
empresa constructora es la sociedad austríaca Doppelmayr-Garaventa.
(2)
Léase Economía Plural, La Paz, abril de 2014.
(3)
Léase Página Siete, La Paz, 12 de octubre de 2014.
(4) Entre
2005 y 2013, el PIB per capita creció más de dos veces (de 1.182 dólares a
2.757 dólares). Bolivia dejó de ser un “país de bajos ingresos” y fue declarado
“país de ingresos medios”. Léase “Bolivia, una mirada a los logros más importantes
del nuevo modelo económico”, en Economía Plural, La Paz, junio de
2014.
(5) El buen
manejo de las finanzas públicas ha permitido a Bolivia situarse como el segundo
país con mayor superávit fiscal de América Latina en los últimos ocho años.
(6) En
cifras absolutas, las reservas internacionales de Bolivia son de unos 16.000
millones de dólares. El PIB, en 2013, fue de unos 31.000 millones de dólares.
(7) De una
suma de 200 bolivianos anuales (23 euros), se entrega por cada alumno/a de
primaria y secundaria, de la enseñanza pública, que haya seguido con asiduidad
todos sus cursos. Su objetivo es luchar contra el abandono escolar.
(8) Una
pensión que cobran todos los bolivianos a partir de los 60 años, incluso
aquellos que nunca pudieron cotizar a una caja de pensiones.
(9) Una
asistencia económica de 1.820 bolivianos (unos 215 euros) que se entrega a
las mujeres embarazadas y por cada niño y niña de menos de 2 años, con la
intención de disminuir los índices de mortalidad infantil y materna.
(11) Léase
Atilio Borón, “¿Por qué ganó Evo?”, América Latina en movimiento,
ALAI, Quito, 13 de octubre de 2014.
(12) Agenda
patriótica 2025: la ruta boliviana del vivir bien, En 2025 se cumple el
bicentenario de la independencia y fundación de Bolivia.
(13)
Bolivia ha recurrido al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.
Léase El libro del mar, Ministerio de Relaciones Exteriores, La
Paz, 2014.
Doy gracias a la vida por haberme permitido ver, aunque desde lejos,esta victoria innegable de los pueblos originarios de Bolivia con la conducción de Evo Morales. No se olviden de nuestra Guatemala, ojalá compartieran con nosotros su experiencia porque estamos bajo otro gobierno militar exclusivista y autoritario con contenciones dictatoriales.
ResponderEliminarMe ALEGRÉ mucho de su presencia en el Vaticano-
no sabemos si Ramonet se entero qeu se legalizaron los tranghenicos y que se va implemenatr neergia nuclear, a parte de megareosas en la amzonia para exporat energia, no se si eso es vivir bien. En le ultimo censo solo se reconcoen como indígenas el 42%. Y esta proado que la geografia ni la etnodiversidad fue un obstaculo para tener unida a bolivia, ya que lo estuo asi por lmiles de años y se comprueba por la canrtidad de caminos edl os ande las tierras bajas, l oqeu secede es quie bolbi esatsupeditada a brasil y su supuesto desarrollo, bolvi debe descitior qu es desarrolar y que no, por ultimo las hidroelectricas y la biomasa no son consideraas energias limpias.
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