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sábado, 20 de diciembre de 2014

¡Grande, Cuba! ¡Felicitaciones!

Falta mucho por hacer y establecer relaciones diplomáticas es solo un paso, pero un paso en la dirección correcta: lo que en el mundo contemporáneo debe privar entre los pueblos y las naciones es el respeto. Cuba es socialista y los Estados Unidos capitalista, pues que convivan.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Efectivamente, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos no es más que un paso porque continúa vigente el bloqueo; pero es un paso simbólicamente gigantesco como pocos logrados por cualquier país latinoamericano en toda nuestra historia republicana.

Es una victoria como pocas porque Cuba se mantuvo firme en sus principios y no cedió un ápice. No se trata de terquedad, sino de consecuencia, de seguridad en los principios que se defienden. Hoy, cuando en nombre del pragmatismo, y en aras que “el gato cace ratones” independientemente de si es blanco o negro, y que con el argumento de que “estamos en otro tiempo” vemos a muchos transitar hacia las tiendas del oportunismo político, Cuba se mantuvo firme. En este sentido, es un ejemplo.

Es una victoria contundente porque los Estados Unidos tuvieron que reconocer que, por más que sometieron a la isla a un régimen draconiano como no han sometido a nadie más, no lograron su cometido. No movieron ni un ápice a Cuba. ¿Cuántos pueden decir lo mismo en América Latina?

Dicen que Cuba está desfasada, desubicada, fuera de contexto. Que el mundo es otro y que ella no ha sabido amoldarse a él.

¡Por dicha!

Cuba está desfasada, es cierto, porque sigue haciendo lo que ya nadie hace en este mundo corrupto: mantener principios de dignidad y honorabilidad aún a costa de enormes sufrimientos y limitaciones.

Han llegado a límites inauditos, a los que ningún pueblo ha llegado en el mundo contemporáneo y famélicos, vestidos con harapos, apenas llenándose el estómago para no morir han permanecido fieles a lo que creen.

En un mundo atropellado por la vorágine consumista que, precisamente en estos días de fin de año, corre para adquirir un teléfono móvil, un televisor o una tablet como si se tratara de la consumación suprema de la felicidad, es difícil entender la ascética posición de Cuba.

Obama, por su parte, apenas ha comenzado a gobernar y a hacer las cosas que muchos esperaban, expectantes, que haría inmediatamente que asumiera el poder. Por eso causó tanto desencanto en su propio pueblo, en los millones que pusieron sus esperanzas en él. Pero, claro, Obama es un político norteamericano, un engranaje más en el enorme aparato del establishment que se mueve bajo el impulso que le dictan los intereses corporativos de los grandes capitales y a eso responde. Pedirle más es pedirle peras al olmo.

Falta mucho por hacer y establecer relaciones diplomáticas es solo un paso, pero un paso en la dirección correcta: lo que en el mundo contemporáneo debe privar entre los pueblos y las naciones es el respeto. Cuba es socialista y los Estados Unidos capitalista, pues que convivan.

Esa debe ser la norma de las relaciones entre estados en el mundo: nada de imposiciones, de amenazas, de boicots, de guerras sucias. Que cada quien sea libre de escoger el destino que mejor le parezca.

Eso nos enseña Cuba con su firmeza. Felicitaciones a Obama por darse cuenta. Felicitaciones a los dos por el trascendental paso dado. Felicitaciones a nosotros por vivir estos momentos. Felicitaciones al mundo porque no todo son malas noticias.

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