Falta mucho por hacer y establecer
relaciones diplomáticas es solo un paso, pero un paso en la dirección correcta:
lo que en el mundo contemporáneo debe privar entre los pueblos y las naciones
es el respeto. Cuba es socialista y los Estados Unidos capitalista, pues que
convivan.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Efectivamente, el establecimiento de
relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos no es más que un paso
porque continúa vigente el bloqueo; pero es un paso simbólicamente gigantesco
como pocos logrados por cualquier país latinoamericano en toda nuestra historia
republicana.
Es una victoria como pocas porque Cuba
se mantuvo firme en sus principios y no cedió un ápice. No se trata de
terquedad, sino de consecuencia, de seguridad en los principios que se defienden.
Hoy, cuando en nombre del pragmatismo, y en aras que “el gato cace ratones”
independientemente de si es blanco o negro, y que con el argumento de que
“estamos en otro tiempo” vemos a muchos transitar hacia las tiendas del
oportunismo político, Cuba se mantuvo firme. En este sentido, es un ejemplo.
Es una victoria contundente porque los
Estados Unidos tuvieron que reconocer que, por más que sometieron a la isla a
un régimen draconiano como no han sometido a nadie más, no lograron su
cometido. No movieron ni un ápice a Cuba. ¿Cuántos pueden decir lo mismo en
América Latina?
Dicen que Cuba está desfasada,
desubicada, fuera de contexto. Que el mundo es otro y que ella no ha sabido
amoldarse a él.
¡Por dicha!
Cuba está desfasada, es cierto, porque
sigue haciendo lo que ya nadie hace en este mundo corrupto: mantener principios
de dignidad y honorabilidad aún a costa de enormes sufrimientos y limitaciones.
Han llegado a límites inauditos, a los
que ningún pueblo ha llegado en el mundo contemporáneo y famélicos, vestidos
con harapos, apenas llenándose el estómago para no morir han permanecido fieles
a lo que creen.
En un mundo atropellado por la vorágine
consumista que, precisamente en estos días de fin de año, corre para adquirir
un teléfono móvil, un televisor o una tablet
como si se tratara de la consumación suprema de la felicidad, es difícil
entender la ascética posición de Cuba.
Obama, por su parte, apenas ha comenzado
a gobernar y a hacer las cosas que muchos esperaban, expectantes, que haría
inmediatamente que asumiera el poder. Por eso causó tanto desencanto en su
propio pueblo, en los millones que pusieron sus esperanzas en él. Pero, claro,
Obama es un político norteamericano, un engranaje más en el enorme aparato del establishment que se mueve bajo el
impulso que le dictan los intereses corporativos de los grandes capitales y a
eso responde. Pedirle más es pedirle peras al olmo.
Falta mucho por hacer y establecer
relaciones diplomáticas es solo un paso, pero un paso en la dirección correcta:
lo que en el mundo contemporáneo debe privar entre los pueblos y las naciones
es el respeto. Cuba es socialista y los Estados Unidos capitalista, pues que
convivan.
Esa debe ser la norma de las relaciones
entre estados en el mundo: nada de imposiciones, de amenazas, de boicots, de
guerras sucias. Que cada quien sea libre de escoger el destino que mejor le
parezca.
Eso nos enseña Cuba con su firmeza.
Felicitaciones a Obama por darse cuenta. Felicitaciones a los dos por el
trascendental paso dado. Felicitaciones a nosotros por vivir estos momentos.
Felicitaciones al mundo porque no todo son malas noticias.
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