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sábado, 17 de enero de 2015

El fracaso del capitalismo sin bridas.

El gran argumento neoliberal fue que la privatización y la mercantilización aumentaría la eficacia productiva. Esta sería el sustento de la prosperidad de la sociedad en general. La realidad es otra.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

He leído sin parar  uno de los libros del geógrafo inglés David Harvey. Se trata de Breve historia del neoliberalismo (2005), el cual vendría a ser un antecedente  fundamental  del libro de Naomi Klein, La Doctrina del Shock (2007). Al igual que lo haría Klein, Harvey  interpreta el surgimiento y posterior auge de un capitalismo al cual llama “capitalismo desembridado”. Es decir el capitalismo que galopa cual caballo desbocado y en su estampida arrasa a la humanidad y al medio ambiente.

Durante un período efímero (unas cuatro décadas) en el primer mundo,  en su historia de aproximadamente 500 años, el capitalismo tuvo riendas y estas fueron las que le dio el capitalismo fordista y keynesiano: rectoría del Estado, sindicatos, seguridad social, medidas redistributivas, pleno empleo, salarios etc. Fue el capitalismo de la socialdemocracia clásica antes de que fuera arrasada por el neoliberalismo y fuera desvirtuada por Clinton en Estados Unidos de América y Blair en el Reino Unido. Desde Pinochet en Chile,  en el plan piloto del neoliberalismo,  y después  con Thatcher y Reagan, el capitalismo  inició su neoliberal etapa desbocada. Fue la crisis y fracaso del capitalismo socialdemócrata y del socialismo real,  lo que fundamentaría el auge neoliberal que hemos observado  en los últimos 35 años. Durante este tiempo, los países centrales del capitalismo, aquellos que alguna vez fueron parte del campo socialista y todos los de la periferia capitalista (muchos de los cuales nunca vivieron el capitalismo socialdemócrata), entraron en la loca carrera neoliberal.

Lo que el libro de Harvey confirma, puesto que ha sido constatado por otros analistas del capitalismo a nivel mundial, es el fracaso global del neoliberalismo. El gran argumento neoliberal fue que la privatización y la mercantilización aumentaría la eficacia productiva. Esta sería el sustento de la prosperidad de la sociedad en general. La realidad es otra. Durante las décadas de 1960 y 1970, las tasas promedio de crecimiento global fueron de 3.5 y 2.4% respectivamente. En la década que comenzó en 1980 fue de 1.4,  en la de 1990 llegó a 1.1 y en la primera década del siglo XXI apenas  ha llegado al 1% o probablemente menos como consecuencia de la crisis mundial iniciada en 2008.

Ciertamente el capitalismo ha sido fructífero para acrecentar la riqueza de las grandes cúspides capitalistas en el mundo. O para crear burguesías en donde no las había (por ejemplo en Rusia y China) como lo demuestra la existencia en China de un millón de millonarios (más de 15 millones de dólares) y 63,500 multimillonarios (más de 150 millones de dólares). Pero salvo en China e India,  ha aumentado la desigualdad y la pobreza en todo el mundo. En lo único en que ha sido exitoso el neoliberalismo es en lo ideológico: la zanahoria del éxito individual y el aliciente del consumo impera en los que tienen la suerte de tener un empleo. Para todos los demás está  la labor estupidizante de los grandes medios de comunicación.

He aquí pues los magros saldos de la gran mentira neoliberal.

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