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sábado, 10 de enero de 2015

“Yo también exijo” a Berta Soler

La extrema derecha de Miami y la “oposición” en Cuba (pagada por la USAID) no han comprendido el nuevo escenario que se abre en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Habituados a vivir holgadamente de calumnias y agresiones, estos personajes se quedaron agarrados del pincel cuando les sacaron la escalera.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

Berta Soler, dirigente de las Damas de Blanco,
en la televisión de Miami.
Después del anuncio de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, para normalizar las relaciones, surgieron hipótesis acerca de la Revolución Cubana, donde ponen en duda su soberanía e independencia. Quienes así piensan, desconocen la historia de Cuba, que en más de cinco décadas nunca ha renunciado, negociado ni transgredido sus principios socialistas.

En el mensaje del presidente de Estados Unidos hay mucha letra menuda, que muy bien ha sido descifrada por Mariela Castro: “El discurso de Obama es inteligente, pero es el del Imperio: Cuba seguirá siendo socialista”.

Raúl Castro fue claro: “He reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo”. Barack Obama sabe que el pueblo y gobierno cubanos, son revolucionarios, y que jamás renunciarán al socialismo, por eso admitió: “Además, dada la historia de Cuba, también espero que Cuba siga aplicando políticas que, a veces, estarán en franco desacuerdo con los intereses de Estados Unidos”.

Quienes no quieren aceptar esto son la extrema derecha de Miami y la “oposición” en Cuba (pagada por la USAID). Estos no han comprendido la alocución de los presidentes. Habituados a vivir holgadamente, de calumnias y agresiones, se quedaron agarrados del pincel cuando les sacaron la escalera. Por eso no sorprenden sus pataleos y chillidos. Son gente con gran publicidad, pero en Cuba son desconocidos. Es vergonzoso escucharlos hablar sin coherencia, lógica ni decencia. Están engalanados de falta de educación, vagabundería y pillaje.

El 17 de diciembre, Berta Soler [dirigente de las llamadas Damas de Blanco] se presentó en uno de los canalitos cloacas de Miami, en el programa “A Fondo”, del disgustado Pedro Sevcec, donde espetó lo que quiso. Con su primera fábula se hizo la víctima: “Cuando quieres ejercer tus libertades… el gobierno cubano golpea, incluso coge pistola, da en las muñeca [sic] a mujeres, para dejar en lugar despoblados [sic]”. Luego hace una corrección en política internacional: “el presidente Obama, esta decisión que ha tomado ha sido equivocada, puesto que la democracia y la libertad del pueblo de Cuba no la [sic] vamos a conseguir con estos beneficios que realmente ha dado, no al pueblo de Cuba, es [sic] al gobierno cubano. El gobierno cubano va aprovechar para fortalecer y para su maquinaria [sic] represiva”.

Cuando alguien pretende ser líder, lo mínimo que se le puede exigir -“Yo también exijo”-, es poseer capacidad de comunicación y lucidez, elementos completamente ausentes en Soler.

Propio de una mercenaria, continúa: “Es muy importante y para nosotros [sic], que hoy Alan Gro [sic] está [sic] en su país, pero estamos con mucho dolor porque salieron tres espías que sí no [sic] son inocentes; tres espías más dos, más cinco [sic]”. En mi ábaco, estos números me arrojan diez. Pero los antiterroristas cubanos son Cinco.

Apabullando la lengua, arremete: “Y realmente hoy está sucediendo esto, Alan Gro [sic] debió y nunca estar [sic] en prisión y debió estar siempre en su casa, en su país, pero esos espías debieron de cumplir aquí [sic]”. Aprovechando para publicitar a su pandilla dice: “que conozca el mundo de que las Damas de Blanco, pero el pueblo [sic] de Cuba está muy contento porque Alan Gro [sic] está en su casa, pero no estamos contento (sic) con que estos espías regresaran a Cuba, porque ellos sí cometieron asesinato; ellos estuvieron en un país espionando [sic]”. Aquí, el afligido Sevcec, prefiere interrumpirla y agradecerle por la “entrevista”.

El desprestigio de esta gente no tiene límites.


Señores -periodistas e invitados-, tengan un poco de autoestima; exíjanse ustedes mismos. Tal vez, todavía puedan crecer como seres humanos. Da náuseas escucharlos hablar.

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