La extrema derecha de
Miami y la “oposición” en Cuba (pagada por la USAID) no han comprendido el
nuevo escenario que se abre en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Habituados
a vivir holgadamente de calumnias y agresiones, estos personajes se quedaron
agarrados del pincel cuando les sacaron la escalera.
Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América
Berta Soler, dirigente de las Damas de Blanco, en la televisión de Miami. |
Después del anuncio de
los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, para normalizar las relaciones,
surgieron hipótesis acerca de la Revolución Cubana, donde ponen en duda su
soberanía e independencia. Quienes así piensan, desconocen la historia de Cuba,
que en más de cinco décadas nunca ha renunciado, negociado ni transgredido sus
principios socialistas.
En el mensaje del
presidente de Estados Unidos hay mucha letra menuda, que muy bien ha sido
descifrada por Mariela Castro: “El discurso de Obama es inteligente, pero es el
del Imperio: Cuba seguirá siendo socialista”.
Raúl Castro fue claro:
“He reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el
gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad
soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo
a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo”. Barack
Obama sabe que el pueblo y gobierno cubanos, son revolucionarios, y que jamás
renunciarán al socialismo, por eso admitió: “Además, dada la historia de Cuba,
también espero que Cuba siga aplicando políticas que, a veces, estarán en
franco desacuerdo con los intereses de Estados Unidos”.
Quienes no quieren aceptar
esto son la extrema derecha de Miami y la “oposición” en Cuba (pagada por la
USAID). Estos no han comprendido la alocución de los presidentes. Habituados a
vivir holgadamente, de calumnias y agresiones, se quedaron agarrados del pincel
cuando les sacaron la escalera. Por eso no sorprenden sus pataleos y chillidos.
Son gente con gran publicidad, pero en Cuba son desconocidos. Es vergonzoso
escucharlos hablar sin coherencia, lógica ni decencia. Están engalanados de
falta de educación, vagabundería y pillaje.
El 17 de diciembre,
Berta Soler [dirigente de las llamadas Damas de Blanco] se presentó en uno de
los canalitos cloacas de Miami, en el programa “A Fondo”, del disgustado Pedro
Sevcec, donde espetó lo que quiso. Con su primera fábula se hizo la víctima: “Cuando
quieres ejercer tus libertades… el gobierno cubano golpea, incluso coge
pistola, da en las muñeca [sic] a mujeres, para dejar en lugar despoblados
[sic]”. Luego hace una corrección en política internacional: “el presidente
Obama, esta decisión que ha tomado ha sido equivocada, puesto que la democracia
y la libertad del pueblo de Cuba no la [sic] vamos a conseguir con estos
beneficios que realmente ha dado, no al pueblo de Cuba, es [sic] al gobierno
cubano. El gobierno cubano va aprovechar para fortalecer y para su maquinaria
[sic] represiva”.
Cuando alguien pretende
ser líder, lo mínimo que se le puede exigir -“Yo también exijo”-, es poseer capacidad
de comunicación y lucidez, elementos completamente ausentes en Soler.
Propio de una
mercenaria, continúa: “Es muy importante y para nosotros [sic], que hoy Alan
Gro [sic] está [sic] en su país, pero estamos con mucho dolor porque salieron
tres espías que sí no [sic] son inocentes; tres espías más dos, más cinco
[sic]”. En mi ábaco, estos números me arrojan diez. Pero los antiterroristas
cubanos son Cinco.
Apabullando la lengua, arremete:
“Y realmente hoy está sucediendo esto, Alan Gro [sic] debió y nunca estar [sic]
en prisión y debió estar siempre en su casa, en su país, pero esos espías
debieron de cumplir aquí [sic]”. Aprovechando para publicitar a su pandilla dice:
“que conozca el mundo de que las Damas de Blanco, pero el pueblo [sic] de Cuba
está muy contento porque Alan Gro [sic] está en su casa, pero no estamos
contento (sic) con que estos espías regresaran a Cuba, porque ellos sí
cometieron asesinato; ellos estuvieron en un país espionando [sic]”. Aquí, el
afligido Sevcec, prefiere interrumpirla y agradecerle por la “entrevista”.
El desprestigio de esta
gente no tiene límites.
Señores -periodistas e
invitados-, tengan un poco de autoestima; exíjanse ustedes mismos. Tal vez,
todavía puedan crecer como seres humanos. Da náuseas escucharlos hablar.
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