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sábado, 7 de febrero de 2015

Argentina, nombre y apellido a la restauración conservadora: Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa

Entendemos que peligran los aires de revolución y de transformaciones en América Latina si en Argentina gana la derecha en 2015. Si el objetivo fue siempre aislar a Venezuela desde que la Revolución Bolivariana radicalizó su rumbo, una Argentina en la cual las corporaciones y el imperialismo vuelvan a hacerse cargo de los destinos del país, permitiría, más que nunca, el avasallamiento sin escrúpulos del Departamento de Estado sobre el gobierno de Maduro.

Nicolás San Marco* / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

Massa, Scioli y Macri: las cartas de la
restauración conservadora en Argentina.
No es de extrañar que, frente a la crisis capitalista que vive el planeta, el imperialismo intente todo tipo de medidas que atenten contra la soberanía de los pueblos que transitan caminos de ruptura parcial o total con el neoliberalismo. La guerra económica que Estados Unidos está librando contra Venezuela no sólo es un ejemplo de esto, sino que recuerda, incluso, a las maniobras del fascismo chileno durante la presidencia de Allende. Así mismo, lo ocurrido hace unos meses en México cuando la desaparición de 43 estudiantes da cuenta de la brutalidad con la que las derechas locales y el imperio actúan frente a pueblos que elevan su voz contra las injusticias del sistema capitalista.

Pero es una obviedad el hecho de que Estados Unidos jamás ha dado muestras de desprenderse de los intereses que siempre tuvo en América Latina. Sin embargo, hace algunos días, aquella colonial y nefasta política exterior norteamericana de “América para los americanos”, elaborada bajo la Doctrina Monroe, sufrió uno de los reveses más importantes de la mano de un pueblo que desde 1959 se levantó frente al imperialismo y comenzó a transitar su propio camino. La liberación de los 5 héroes patriotas cubanos es la muestra más cabal de que cuando un pueblo es libre, ningún imperio, por más grande y poderoso que sea, podrá doblegarlo y pisotearlo. Cuba no fue nuestro faro únicamente en los años más crudos del neoliberalismo, Cuba continúa siéndolo, digan lo que digan.

Pero así como en Venezuela el imperialismo ha intentado todo tipo de embates contra la Revolución Bolivariana, siendo el intento de golpe de estado en 2002 uno de los momentos más álgidos de la lucha que lleva adelante ese glorioso pueblo hermano de Nuestraamérica, en Argentina también tuvimos episodios, en absoluto aislados, que dan cuenta de la necesidad de la derecha y del Departamento de Estado de poner fin al proceso que se viene desarrollando en nuestro país. Ejemplos de esto son lo ocurrido durante el llamado “conflicto con el campo” por “la 125”. En aquel momento, si bien el Gobierno incurrió en serios errores, se intentó avanzar por sobre el poder económico concentrado de mayor historia en la Argentina. Frente a esto, la derecha más recalcitrante, enclavada en sus inmensos feudos esclavistas, fundió sus gritos de guerra en la palabra escrita de los monopolios de –des– información de los sectores dominantes de nuestro país, refrendando que, en un acto de patriotismo colonial, volvieran a triunfar en Argentina los ideales de la generación de 1880.

Más adelante, en coherencia con la línea de desestabilización permanente de Estados Unidos e intentando replicar los intentos de golpe de estado sufridos por Ecuador en 2010, y Bolivia en 2012 mediante paros policiales, sectores de la gendarmería nacional y de la política federal, se levantaron contra el Gobierno poniendo en tensión al país durante algunas semanas. Ya en 2014, si algo faltaba para desmentir a aquellos que consideran que el imperialismo no existe, la Corte Suprema de Estados Unidos, le otorgaba legitimidad a los fondos buitres. El objetivo: ahogar a la Argentina económicamente vaciando las reservas del Banco Central, e instalar, nuevamente, el neoliberalismo. Finalmente, en la medida de no haber podido quebrar al Gobierno con la avanzada de la oligarquía, en un primer momento; con los levantamientos de los gendarmes y la policía, sumado a los intentos de repetir la ola de saqueos de 2001, después; ni mucho menos desde el Congreso Nacional, aun contando, siempre, con ese ilegítimo poder de los monopolios mediáticos de –des- información, los históricos golpistas y la Embajada Norteamericana, se dieron a la tarea de avanzar sobre uno de los pilares fundamentales, sino el más decisivo, que tiene el capitalismo para sostenerse y perpetuarse. Las intervenciones de la Embajada norteamericana en la Justicia nacional fueron una evidencia que a toda luz deja al descubierto el nivel de incidencia que todavía aún hoy tiene el imperialismo sobre nuestro país. Las pruebas que demuestran las vinculaciones entre el fallecido ex fiscal nacional Alberto Nisman, quien hiciera la denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner, y la Embajada norteamericana están a la vista de todos.

Sobre esto se montó la derecha argentina que, como en el caso de Sergio Massa, dijo que "es tiempo de ofrecer una recompensa y de llamar a expertos internacionales". Sabemos a qué se refiere Massa cuando habla de expertos internacionales: la CIA interviniendo ya sin tapujos en la resolución del caso. Pero haciendo referencia a que estamos a poco del “inicio de una nueva etapa”, Massa no escatima diferencias con Daniel Scioli quien sí explicita qué Argentina quiere construir cuando habla de querer ser presidente para desarrollar el país sobre la base de “nuestra materia gris”, léase, nuestras materias primas. La etapa que comenzaría no sería otra que la vuelta a las relaciones carnales con Estados Unidos; a las imposiciones económicas y políticas sobre el pueblo argentino que durante más de diez años supo construir, y todavía estamos en eso, otro presente, otro futuro; al apego obsceno a la cultura norteamericana con sus corolarios de sumisión y docilidad a todo lo retrógrado que provenga de aquel monstruo del norte; a la destrucción, otra vez, de lo poco que se construyó y tenemos de industria nacional, y la vuelta a la política vasalla del “laissez faire, laissez passer” en el campo que haría de los terratenientes, una vez más, los administradores ocultos de la nueva dirigencia; y no exageraríamos al decir que hasta a prestarnos como base militar dentro de la geopolítica imperial –recordemos lo que pasó en Chaco, hace unos años, de la mano del actual Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

Cuando escuchamos, de parte del actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que “la Argentina necesita una renovación”, no debemos pensar en otra cosa más que en todo aquello. ¿Qué otro significado tiene el decir que “el peronismo ya ha gobernado durante 25 años y es hora de que otros tomen esa responsabilidad”? Dando por sentado, primero, el hecho de que el pueblo argentino sí conoce las diferencias entre el menemismo y el kirchnerismo; pero por sobre todo a la luz de sus últimos dichos respecto a que “se van a acabar los curros de los derechos humanos”, lo cual profundizó Massa explicitando que "la Argentina tiene que cerrar la etapa de derechos humanos", podemos preguntarnos, acaso, si el proyecto que tiene pensado la derecha, para el año 2015 en adelante, tiene coincidencias preocupantes y terroríficas con el proceso dictatorial iniciado en 1976.

¿Qué tan diferente es el proyecto político de Scioli?

Si existe algo que debemos dejar claro con respecto a Daniel Scioli es lo siguiente: explícitamente, Scioli, representa los intereses del gran capital agropecuario, es decir, de la –oligarquía –históricamente golpista–, y de la política exterior de Estados Unidos hacia la Argentina. En otras palabras, si de manera categórica, el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, no es otra cosa, en este momento, que el baluarte político de que los intereses del Departamento de Estado se lleven a cabo en nuestro país, imaginémoslo en un futuro presidencial en el cual la Argentina vuelva a ser lo que él sueña que seamos. Yendo a lo concreto, qué otra cosa que no sea volver a la Argentina de 1880, o de 1990, significa el que haya dicho, casualmente en reunión, hace unos días, con el nuevo embajador de Estados Unidos en Argentina, Noah Mamet, que va a “ser presidente para desarrollar (…) una agenda de desarrollo nacional  basada en nuestra materia gris, en nuestra materia prima, en atraer inversiones, y para ello llevar previsibilidad, tranquilidad…”. Sabemos a qué previsibilidad y tranquilidad se está refiriendo el gobernador de Buenos Aires. A la previsibilidad y tranquilidad de los “mercados”; y también sabemos qué es lo que significa esto. Sabemos que significa represión y censura, lisa y llana, a todo intento de manifestación que se oponga a políticas en detrimento de los trabajadores; sabemos que significa, otra vez, la aplicación, y creemos que en caso de darse va a ser muchísimo más cruda, del neoliberalismo en nuestro país; sabemos también que cuando el gobernador habla de “atraer inversiones” no hace alusión más que a que la Argentina vuelva a ser depositaria del imperialismo porque de eso se trata, ¿no?, de “abrirse al mundo”. No somos ilusos, y no comulgamos con la fraseología de que para bancar el proceso en curso en Argentina haya que apostar por todo lo que se encuentre bajo el paraguas del FPV. ¿De qué “inserción en el mundo” y unidad latinoamericana estaremos hablando si este nefasto personaje llegase a la presidencia, cuando hasta hace unos meses atrás participó en el encuentro anual de la Fundación Clinton, en donde hubo un panel llamado “El futuro de las Américas”, junto con Luis Alberto Moreno, titular del BID, y con el fascista y genocida presidente de Colombia Juan Manuel Santos? ¿De qué proceso de profundización del kirchnerismo estamos hablando cuando se gastan 246 mil millones de pesos en lo que el sciolismo llama seguridad, cuando esa cantidad de dinero refleja un aumento del 66 % del presupuesto en esa área, y la creación de 25 mil puestos policiales más? ¿De qué profundización estamos hablando cuando del presupuesto nacional, frente a lo anterior, se destinan únicamente 68 mil millones a la educación?

Somos conscientes del momento histórico que estamos viviendo. Entendemos que peligran los aires de revolución y de transformaciones en América Latina si en Argentina gana la derecha en 2015. Si el objetivo fue siempre aislar a Venezuela desde que la Revolución Bolivariana radicalizó su rumbo, una Argentina en la cual las corporaciones y el imperialismo vuelvan a hacerse cargo de los destinos del país, permitiría, más que nunca, el avasallamiento sin escrúpulos del Departamento de Estado sobre el gobierno de Maduro. Defender las conquistas alcanzadas es avanzar hacia la toma de los derechos que aún quedan por garantizar. Que no nos mientan aquellos que nos amedrantan con que el 2015 es un año de pasividad y cautela frente a una coyuntura compleja que se nos mostraría confusa e imprecisa. Que no nos mientan aquellos que nos interpelan a esperar a que la correlación de fuerzas se vaya acomodando. Los que nos hablan de prudencia son aquellos que ya definieron su voto en 2015. Si para algunos octubre de 2015 ya está definido, para nosotros será un año de concentrar todos nuestros esfuerzos en que estos meses previos sean de ofensiva manteniendo nuestra apuesta hacia la construcción de un gran frente nacional del campo popular en el cual confluyan programas de profundización de las transformaciones realizadas y que proyecte seguir avanzando hacia la construcción de una patria cada vez más soberana, más justa, y más igualitaria.

En octubre, son los destinos de nuestra Patria los que están en juego, y a ello, enfrentando cualquier embate de la derecha y el imperialismo, el pueblo sabrá responder. Pero tenemos que estar alertas, y nuestro llamado a la unidad y a la movilización será permanente porque siempre creímos en que “el pueblo unido jamás será vencido”.

* Nicolás San Marco – Miembro del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista de la Argentina.

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