En base a
los wikileaks que Julian Assange cedió al periodista Santiago O’Donnel sabemos
que Nisman seguía las órdenes de la CIA y de la embajada estadounidense en
Argentina y ésta aprobaba o modificaba los dictámenes judiciales que
presentaba. Así las cosas, el affaire Nisman empieza a parecerse a una novela
de John Le Carré.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
El
domingo 18 de enero de 2015, los escoltas del fiscal argentino Alberto Nisman,
observaron con inquietud que éste no respondía a los llamados a su puerta ni
que los periódicos colocados en la misma habían sido recogidos. Los había
citado a las 11 horas de ese día por lo
que la inquietud los comenzó a embargar. Cuando finalmente a las 22 horas
pudieron entrar con la madre del fiscal
al departamento ubicado en una de las zonas residenciales de Buenos Aires, el
descubrimiento fue macabro. En el baño de la residencia yacía muerto Nisman,
fiscal encargado de investigar el atentado terrorista contra la Asociación
Mutual Israelí Argentina (AMIA), el cual cobraría la vida de 85 personas y
dejaría heridas a otras 300 el 18 de julio de 1994.
Nisman
había interrumpido abruptamente un viaje de celebración de 15 años de su hija
en Europa, para presentar una larguísima denuncia contra la presidenta Cristina
Fernández por el delito de negociar la investigación con las autoridades
iraníes, supuestamente a cambio de petróleo. La muerte de Nisman, se ha
convertido en un escándalo y la presidenta ha sido convertida en sospechosa de
asesinato. Escándalo conveniente si se recuerda que el 25 de octubre de 2015
habrá elecciones presidenciales y el mismo podría significar un daño muy grande
al oficialista Frente para la Victoria (FpV).
¿Se
trata de un homicidio? Tal vez sí, pero sería una verdadera tontería que el
mismo hubiera sido un crimen de estado. Como sucede ahora, la primera
sospechosa sería la presidenta. Pero en base a los wikileaks que Julian Assange
cedió al periodista Santiago O’Donnel sabemos que Nisman seguía las órdenes de
la CIA y de la embajada estadounidense en Argentina y ésta aprobaba o
modificaba los dictámenes judiciales que presentaba. Así las cosas, el affaire
Nisman empieza a parecerse a una novela de John Le Carré. ¿Se trata de un
suicidio? Tal vez sí también. El cuerpo quedó inerte obstaculizando la puerta
del baño por lo que el asesino tendría que habérselas ingeniado para colocarlo
de esa manera antes de salir de allí. La bala que le voló la cabeza era de una
pistola calibre 22 que recién le había sido prestada. Nisman podría haber visto
que su carrera se derrumbaba, porque las sindicaciones contra la presidenta
empezaron a desmoronarse: el propio juez de la causa AMIA lo empezó a decir;
Richard Noble, legendario jefe de la Interpol, desmintió que se hubieran
levantado las Alertas Rojas contra los iraníes acusados del acto terrorista; la
embajada estadounidense e israelí lo dejaron sólo cuando advirtieron las
inconsistencias.
El
caso Nisman me ha hecho recordar el caso Rosemberg en Guatemala. En un video,
éste acusó al presidente Colom y a su esposa de su eventual asesinato. Al
suceder éste, se desencadenó una crisis alentada por la derecha que por poco
termina en golpe de estado o renuncia. Después se descubrió que Rosemberg había
contratado a sus asesinos.
He
aquí por qué me pregunto: ¿crimen de estado o complot reaccionario?
Desde luego que es probable esta posibilidad. El problema, Maestro, es que la CIA y sus achichincles en todo el globo donde ejercen su Geo Política imperialista, aunque haya un maquillaje de democracia y de abandono a esas prácticas, esta gente, decíamos, tiene todas las herramientas de inteligencia para plantar un caso justo donde se les cae su propia defensa, o sea, puede ser cortina de humo para el caso de los iraníes, o más bien, su intento ahogado por demostrar una mentira más y, por consiguiente, movilizar a la masa de acarreados por la ideología de la derecha.
ResponderEliminarOjalá haya como mostrar eso a los propios argentinos. Sería bueno divulgar esos wikileaks.
Saludos
Julio Flores H. Guatemala.