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sábado, 21 de febrero de 2015

Historia ambiental y crisis civilizatoria: un acercamiento.

La dimensión ambiental distingue a la crisis civilizatoria de anteriores momentos críticos de la historia de la humanidad. Nunca como ahora los extremos emergen; nunca han coexistido tal abundancia y riqueza, con tal pobreza y desigualdad, con todas sus implicaciones materiales y simbólicas asociadas.

Urania Atenea Ungo M. / Especial para Con Nuestra América

Agradecemos el envío de este texto al Dr. Guillermo Castro Herrera

1. El todo es más que la mera suma de sus partes… 

¿Podría la Historia Ambiental contribuir de manera importante a esclarecer las vías de conocer  la crisis civilizatoria? Y en consecuencia, ¿podría  apoyar los procesos que desde la sociedad  se hacen para administrar, manejar, enfrentar  dicha crisis  con criterios  progresistas, vale decir más humanos respecto a la mayoría -menos y/o no instrumentales-  y  de respeto a la naturaleza?

El concepto de crisis civilizatoria está presente ya en el libro de Samir Amin Los desafíos de la mundialización, que en 1997 formulara, desde una perspectiva marxista, la profundidad y extensión de la crisis existente en dicho momento, la que consideró un fenómeno consistente en algo mucho más allá del sólo orden económico. [1] Antes, en la década de 1970, algunos pensadores (fundamentalmente físicos, ambientalistas, sociólogos y economistas) empezaron a expresar una preocupación que giró  sobre diversas dimensiones que hoy integran el concepto. Intelectuales de la talla de Ilya Prigogine, Immanuel Wallerstein, Slavoj Zizek,  François Houtart, François Chesnais, Karl Polanyi, Armando Bartra  y  Aníbal Quijano abordaron algunas de dichas dimensiones desde la perspectiva de la ambiental, la energética o la del propio capitalismo.

En ese abordaje, muchos coincidieron en cuestionar los marcos teóricos de referencia que excluyen la integración de los análisis  y el uso  de matrices disciplinarias insuficientes  por si solas de dar cuenta de la extensión, profundidad y múltiple articulación de dichas crisis. El tema, como vemos, ha sido objeto de un amplio examen, y la historia ambiental podría cumplir un papel decisivo en lo que hace a la dimensión ecológica como fundamento articulador de la crisis de civilización. Así, dice James O’Connor, la historia ambiental es, “en pocas palabras, la historia del planeta y de su gente, de la vida de otras especies y de la materia inorgánica, en la medida en que éstas han sido modificadas por las producciones materiales y mentales de los seres humanos y, a su vez, las han hecho posibles o imposibles” [2].

La dimensión ambiental distingue a la crisis civilizatoria de anteriores momentos críticos de la historia de la humanidad. Nunca como ahora los extremos emergen; nunca han coexistido tal abundancia y riqueza, con tal pobreza y desigualdad, con todas sus implicaciones materiales y simbólicas asociadas. Como lo señalar Fritjof Capra,

“Hoy al comienzo de la penúltima década de nuestro siglo, nos hallamos en un estado de profunda crisis mundial. Se trata de una crisis compleja y multidimensional que afecta a todos los aspectos de nuestras vidas: la salud y el sustento, la calidad del medio ambiente y la relación con nuestros semejantes, la economía, la política y la tecnología. La crisis tiene dimensiones políticas, intelectuales, morales y espirituales. La amplitud y la urgencia de la situación  no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Por primera vez, el hombre ha de enfrentarse  a la posibilidad amenazadora y real de extinguirse de la faz de la tierra junto con la vida vegetal y animal.”[3]

Y unas páginas más adelante, tras describir las diversas dimensiones y niveles de desarrollo de la crisis, desde los materiales hasta los síquicos, añade:  “Incluso dejando de lado el peligro de una catástrofe nuclear, el ecosistema global y la posterior evolución de la vida en el planeta se hallan seriamente comprometidos y abocados posiblemente a un desastre ecológico en gran escala…”[4]

En 1981, cuando dio a conocer esta visión, Fritjoj  Capra - físico teórico y pensador - fue tachado de apocalíptico,  profeta de la destrucción, filósofo y diletante  “new age.[5] Y, sin embargo, lo acaecido de entonces acá permite ver que el concepto de crisis civilizatoria resulta de un prolongado  proceso de construcción  que refleja  la compleja magnitud y profundidad de la relación entre diversas situaciones críticas en dimensiones distintas de la vida social y de las relaciones de la humanidad  en con la naturaleza.

La crisis civilizatoria constituye un fenómeno general, global y en curso, cuya complejidad radica en que ninguno de sus componentes puede ser encarado sin que ello conlleve al examen y propuesta de acción en algunas o todas de sus partes. Como dijese Arthur Koestler es un “holón”, un todo que es mas que la mera suma de sus partes[6]: por su configuración es una suma de crisis distintas, al tiempo que – por sí misma - trasciende la mera suma de los distintos ámbitos, niveles y dimensiones de cada una de ellas. Se trata, así, de un conjunto de  condiciones económicas, naturales y ambientales,  tecnológicas, sociales, valóricas y existenciales que  no pueden ser pensadas como un mero cambio del sistema del capitalismo.

En ese marco, se encuentran en crisis otras dimensiones  del ser social: la sensibilidad, el ‘clima’ cultural, los rituales políticos, los signos y símbolos cotidianos... Es una situación que desafía el concepto tradicional de cambio cultural, al poner en cuestión la institucionalidad, el aparataje gubernamental y en no pocos casos hasta la legitimidad misma de la existencia de los Estados. [7] En síntesis no se trata meramente de una nueva de las recurrentes crisis cíclicas del capitalismo, sino de un fenómeno en el que por primera vez en la historia el superabuso está siendo reversado por la propia naturaleza.

II. Las mujeres en la crisis civilizatoria…

Durante todo el Siglo XX uno de los fenómenos sociales más significativos por sus  diversas implicaciones y más llamativo por sus hondos significados para la vida social fue la rebelión de las mujeres, tal y como fue reconocido por pensadores como Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse y Samir Amin. De esa revuelta  femenina global, que se extendió desde los países centrales Noratlánticos hasta África,  Asia y la América Latina y el Caribe, se produjeron resultados que, cuarenta años después, sustentaron las políticas públicas de los Estados para colaborar con los cambios en la condición social de las mujeres. [8]

Ahora bien, todos estos cambios se encuentran bajo permanente amenaza, disputados y cuestionados por “las y los guardianes de la moral” –patriarcal, aunque no lo digan- concentrados  en las diversas expresiones orgánicas de los distintos fundamentalismos. A partir de esto, como he señalado ya en otro  lugar, “podría una preguntarse cuál es la consistencia o la fragilidad de  estos cambios culturales progresivos respecto a la condición femenina. Resistirán los embates provenientes de los fundamentalismos? De la reacción patriarcal? Resistirán la extrema agudización de las desigualdades, las que no pocas veces parecen conducir la sociedad hacia nuevas formas de barbarie?”[9]

Son las preguntas que evidencian el egoísmo feminista? Tal vez. Sin embargo es importante destacar varios componentes de lo examinado que permiten la legitimidad de dichos cuestionamientos. Primero, el tono apocalíptico de muchos de los textos a pesar de sus mismos autores; segundo, cuando de las salidas se trata, no solo no hay acuerdos ni pequeñas certezas, pero abunda en cambio el señalamiento de que entre las posibles “salidas” la más próxima es la que parece conducirnos a una especie de nueva edad de la barbarie. Por ejemplo, dice Jorge Beinstein:

“Primer escenario: horizonte militarizado. Es difícil pero no imposible imaginar …Juegan a favor de dicha hipótesis varios factores, entre ellos: el enorme peso del complejo militar-industrial estadounidense, la agravación de la crisis mundial (de sobreproducción) y en consecuencia la pelea interimperialista por mercados y abastecimientos de insumos básicos, situaciones regionales o nacionales caóticas en la periferia impulsadas por la crisis global que pueden incitar al Imperio a la realización de aventuras con aparente bajo riesgo, etc.
Segundo escenario: multilateralismo decadente controlado. No incompatible con el primer escenario…Sería el resultado del repliegue estratégico norteamericano (político-militar y económico) causado por una acentuación grave de su crisis….En suma, el barco mundial del capitalismo se hundiría más o menos armoniosamente arrastrando a su suerte a la mayor parte de la humanidad. …el peso de la decadencia restaría vigor a las rivalidades interimperialistas.
Tercer escenario: multipolaridad decadente caótica. La crisis de sobreproducción daría saltos cualitativos de gran envergadura que implicarían implosiones de enorme peso global…Controles centrales claramente insuficientes. Rebeliones y autonomizaciones periféricas prolongadas.
Cuarto escenario (estrechamente asociado al primero): emergencia postcapitalista bárbara. Del caos capitalista global o de su decadencia controlada surgiría una superpotencia militar o varias que establecerían sistemas de dominación internos-externos de tipo autoritario ideológicamente emparentados con el fascismo y con los delirios militaristas de algunos gurús actuales de los halcones norteamericanos (del tipo de Robert Kaplan). Imperios esclavistas o tributarios emergerían de los restos de las grandes implosiones o derrumbes del mundo burgués. Los complejos militares- industriales serían a la vez componentes esenciales del cáncer parasitario que corroe hoy al capitalismo global (resultado de la dinámica de su crisis) y núcleos de recomposición bárbara del mundo. En ese caso Hitler no sería una pieza de museo sino una anticipación del futuro.
Quinto escenario: recomposición humanista. Desde la periferia, desde sus rebeliones exitosas, facilitadas por la decadencia del capitalismo como sistema mundial, emergerían experiencias postcapitalistas fundadas en la igualdad social, el pluralismo de formas democráticas de desarrollo. Es decir un socialismo de origen periférico que se iría imponiendo con espacio multiforme, de amplio espectro cultural, de recomposición superadora de la civilización burguesa…. recogiendo las lecciones del pasado, sobre todo la gran experiencia de lucha y participación democrática a lo largo del siglo XX de millones de habitantes del mundo subdesarrollado, avanzaría por el camino de la superación de las sociedades de opresión …La humanidad esclavizada de la periferia, gigantesca masa proletaria global, sería el lugar histórico de la abolición del capitalismo, vanguardia de una nueva era de libertad.”

A pesar del intento de Beinstein de establecer un posible escenario solidario con la humanidad y optimista respecto al futuro, es claro que todos los cálculos predicen la mayor posibilidad del cuarto escenario, la barbarie, como futuro más próximo. Y en ninguno de ellos los derechos humanos y la eticidad parecen ser centrales, y menos en el que pienso es, desafortunadamente el más probable, en el que las mujeres no conservaríamos casi ninguno de los avances materiales, culturales y simbólicos que hemos logrado hasta hoy. En ese camino la otra opción es una nueva especie de medioevo, que tampoco parece deseable. Contra ello, al pesimismo de la razón hay que seguir oponiendo el optimismo de la voluntad.

Septiembre de 2014.




NOTAS: 

[1] Samir Amìn Los desafìos de la mundializaciòn”. Siglo XXI Editores/ CII/ UNAM, México, 1997.
[2]  James O'Connor: ¿Qué es historia ambiental? ¿Para qué historia ambiental? . Texto del curso
[3] Fritjof Capra. El punto crucial. Editorial Troquel, Argentina, 1982. Pág. 21.
[4] Ibídem, Pág. 23.
[5] Urania Ungo “Una mirada a la crisis civilizatoria desde un feminismo filosòfico”. En U. Ungo compiladora, Diàlogo de saberes. Filosofìa, derechos humanos, ciudadanìa y crisis general contemporànea. FLACSO Panama, 2014.
[6]  Arthur Koestler: En busca de lo absoluto. Editorial Kairós, Barcelona, 1982. Págs.171-197.
[7]Ungo, art cit.
[8] UNRISD. Estados de desorden: los efectos sociales de la globalización.  UNRISD, Londres, 1995./ George Soros. La crisis del capitalismo global: la sociedad abierta en peligro. Plaza Janés Editores, México, 1999./  Viviane Forrester. El horror económico. FCE, Argentina, 1997.
[9] Jorge Beinstein  Crisis mundial, escenarios Una ciénaga a la medida del Imperio. Revista "Enfoques Alternativos" (Argentina)., 2014



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