La dimensión ambiental distingue a la crisis
civilizatoria de anteriores momentos críticos de la historia de la humanidad.
Nunca como ahora los extremos emergen; nunca han coexistido tal abundancia y
riqueza, con tal pobreza y desigualdad, con todas sus implicaciones materiales
y simbólicas asociadas.
Urania
Atenea Ungo M. / Especial para Con Nuestra América
Agradecemos el envío de este texto al Dr. Guillermo
Castro Herrera
1. El
todo es más que la mera suma de sus partes…
¿Podría la Historia Ambiental contribuir de
manera importante a esclarecer las vías de conocer la crisis civilizatoria? Y en consecuencia, ¿podría apoyar los procesos que desde la
sociedad se hacen para administrar,
manejar, enfrentar dicha crisis con criterios
progresistas, vale decir más humanos respecto a la mayoría -menos y/o no
instrumentales- y de respeto a la naturaleza?
El concepto de crisis civilizatoria está
presente ya en el libro de Samir Amin Los
desafíos de la mundialización, que en 1997 formulara, desde una perspectiva
marxista, la profundidad y extensión de la crisis existente en dicho momento,
la que consideró un fenómeno consistente en algo mucho más allá del sólo orden
económico. [1]
Antes, en la década de 1970, algunos pensadores (fundamentalmente físicos,
ambientalistas, sociólogos y economistas) empezaron a expresar una preocupación
que giró sobre diversas dimensiones que
hoy integran el concepto. Intelectuales de la talla de Ilya Prigogine, Immanuel
Wallerstein, Slavoj Zizek, François
Houtart, François Chesnais, Karl
Polanyi, Armando Bartra y Aníbal Quijano abordaron algunas de dichas
dimensiones desde la perspectiva de la ambiental, la energética o la del propio
capitalismo.
En ese abordaje, muchos coincidieron en cuestionar
los marcos teóricos de referencia que excluyen la integración de los
análisis y el uso de matrices disciplinarias insuficientes por si solas de dar cuenta de la extensión,
profundidad y múltiple articulación de dichas crisis. El tema, como vemos, ha
sido objeto de un amplio examen, y la historia ambiental podría cumplir un
papel decisivo en lo que hace a la dimensión ecológica como fundamento
articulador de la crisis de civilización. Así, dice James O’Connor, la historia
ambiental es, “en pocas palabras, la historia del planeta y de su gente, de la
vida de otras especies y de la materia inorgánica, en la medida en que éstas
han sido modificadas por las producciones materiales y mentales de los seres
humanos y, a su vez, las han hecho posibles o imposibles” [2].
La dimensión ambiental distingue a la crisis
civilizatoria de anteriores momentos críticos de la historia de la humanidad.
Nunca como ahora los extremos emergen; nunca han coexistido tal abundancia y
riqueza, con tal pobreza y desigualdad, con todas sus implicaciones materiales
y simbólicas asociadas. Como lo señalar Fritjof Capra,
“Hoy al comienzo de la
penúltima década de nuestro siglo, nos hallamos en un estado de profunda crisis
mundial. Se trata de una crisis compleja y multidimensional que afecta a todos
los aspectos de nuestras vidas: la salud y el sustento, la calidad del medio
ambiente y la relación con nuestros semejantes, la economía, la política y la
tecnología. La crisis tiene dimensiones políticas, intelectuales, morales y espirituales.
La amplitud y la urgencia de la situación
no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Por primera vez,
el hombre ha de enfrentarse a la
posibilidad amenazadora y real de extinguirse de la faz de la tierra junto con
la vida vegetal y animal.”[3]
Y unas páginas más adelante, tras describir
las diversas dimensiones y niveles de desarrollo de la crisis, desde los
materiales hasta los síquicos, añade:
“Incluso dejando de lado el peligro de una catástrofe nuclear, el
ecosistema global y la posterior evolución de la vida en el planeta se hallan
seriamente comprometidos y abocados posiblemente a un desastre ecológico en
gran escala…”[4]
En 1981, cuando dio a conocer esta visión,
Fritjoj Capra - físico teórico y
pensador - fue tachado de apocalíptico,
profeta de la destrucción, filósofo y diletante “new age.[5] Y,
sin embargo, lo acaecido de entonces acá permite ver que el concepto de crisis
civilizatoria resulta de un prolongado
proceso de construcción que
refleja la compleja magnitud y profundidad
de la relación entre diversas situaciones críticas en dimensiones distintas de
la vida social y de las relaciones de la humanidad en con la naturaleza.
La crisis civilizatoria constituye un
fenómeno general, global y en curso, cuya complejidad radica en que ninguno de
sus componentes puede ser encarado sin que ello conlleve al examen y propuesta
de acción en algunas o todas de sus partes. Como dijese Arthur Koestler es un
“holón”, un todo que es mas que la mera suma de sus partes[6]: por
su configuración es una suma de crisis distintas, al tiempo que – por sí misma
- trasciende la mera suma de los distintos ámbitos, niveles y dimensiones de
cada una de ellas. Se trata, así, de un conjunto de condiciones económicas, naturales y
ambientales, tecnológicas, sociales,
valóricas y existenciales que no pueden
ser pensadas como un mero cambio del sistema del capitalismo.
En ese marco, se encuentran en crisis otras
dimensiones del ser social: la
sensibilidad, el ‘clima’ cultural, los rituales políticos, los signos y
símbolos cotidianos... Es una situación que desafía el concepto tradicional de
cambio cultural, al poner en cuestión la institucionalidad, el aparataje
gubernamental y en no pocos casos hasta la legitimidad misma de la existencia
de los Estados. [7]
En síntesis no se trata meramente de una nueva de las recurrentes crisis
cíclicas del capitalismo, sino de un fenómeno en el que por primera vez en la
historia el superabuso está siendo reversado por la propia naturaleza.
II.
Las mujeres en la crisis civilizatoria…
Durante todo el Siglo XX uno de los
fenómenos sociales más significativos por sus
diversas implicaciones y más llamativo por sus hondos significados para
la vida social fue la rebelión de las mujeres, tal y como fue reconocido por
pensadores como Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse y Samir Amin. De esa
revuelta femenina global, que se
extendió desde los países centrales Noratlánticos hasta África, Asia y la América Latina y el Caribe, se
produjeron resultados que, cuarenta años después, sustentaron las políticas
públicas de los Estados para colaborar con los cambios en la condición social
de las mujeres. [8]
Ahora bien, todos estos cambios se
encuentran bajo permanente amenaza, disputados y cuestionados por “las y los
guardianes de la moral” –patriarcal, aunque no lo digan- concentrados en las diversas expresiones orgánicas de los
distintos fundamentalismos. A partir de esto, como he señalado ya en otro lugar, “podría una preguntarse cuál es la consistencia
o la fragilidad de estos cambios
culturales progresivos respecto a la condición femenina. Resistirán los embates
provenientes de los fundamentalismos? De la reacción patriarcal? Resistirán la
extrema agudización de las desigualdades, las que no pocas veces parecen
conducir la sociedad hacia nuevas formas de barbarie?”[9]
Son las preguntas que evidencian el egoísmo
feminista? Tal vez. Sin embargo es importante destacar varios componentes de lo
examinado que permiten la legitimidad de dichos cuestionamientos. Primero, el
tono apocalíptico de muchos de los textos a pesar de sus mismos autores;
segundo, cuando de las salidas se trata, no solo no hay acuerdos ni pequeñas
certezas, pero abunda en cambio el señalamiento de que entre las posibles
“salidas” la más próxima es la que parece conducirnos a una especie de nueva
edad de la barbarie. Por ejemplo, dice Jorge Beinstein:
“Primer escenario:
horizonte militarizado. Es
difícil pero no imposible imaginar …Juegan a favor de dicha hipótesis varios
factores, entre ellos: el enorme peso del complejo militar-industrial
estadounidense, la agravación de la crisis mundial (de sobreproducción) y en
consecuencia la pelea interimperialista por mercados y abastecimientos de
insumos básicos, situaciones regionales o nacionales caóticas en la periferia
impulsadas por la crisis global que pueden incitar al Imperio a la realización
de aventuras con aparente bajo riesgo, etc.
Segundo escenario: multilateralismo decadente
controlado. No incompatible con el
primer escenario…Sería el resultado del repliegue estratégico norteamericano
(político-militar y económico) causado por una acentuación grave de su
crisis….En suma, el barco mundial del capitalismo se hundiría más o menos
armoniosamente arrastrando a su suerte a la mayor parte de la humanidad. …el
peso de la decadencia restaría vigor a las rivalidades interimperialistas.
Tercer escenario:
multipolaridad decadente caótica. La crisis de sobreproducción daría saltos
cualitativos de gran envergadura que implicarían implosiones de enorme peso
global…Controles centrales claramente insuficientes. Rebeliones y
autonomizaciones periféricas prolongadas.
Cuarto escenario
(estrechamente asociado al primero): emergencia postcapitalista bárbara. Del caos capitalista global o de su
decadencia controlada surgiría una superpotencia militar o varias que
establecerían sistemas de dominación internos-externos de tipo autoritario
ideológicamente emparentados con el fascismo y con los delirios militaristas de
algunos gurús actuales de los halcones norteamericanos (del tipo de Robert Kaplan).
Imperios esclavistas o tributarios emergerían de los restos de las grandes
implosiones o derrumbes del mundo burgués. Los complejos militares-
industriales serían a la vez componentes esenciales del cáncer parasitario que
corroe hoy al capitalismo global (resultado de la dinámica de su crisis) y
núcleos de recomposición bárbara del mundo. En ese caso Hitler no sería una
pieza de museo sino una anticipación del futuro.
Quinto escenario:
recomposición humanista.
Desde la periferia, desde sus rebeliones exitosas, facilitadas por la
decadencia del capitalismo como sistema mundial, emergerían experiencias
postcapitalistas fundadas en la igualdad social, el pluralismo de formas
democráticas de desarrollo. Es decir un socialismo de origen periférico que se
iría imponiendo con espacio multiforme, de amplio espectro cultural, de
recomposición superadora de la civilización burguesa…. recogiendo las lecciones
del pasado, sobre todo la gran experiencia de lucha y participación democrática
a lo largo del siglo XX de millones de habitantes del mundo subdesarrollado,
avanzaría por el camino de la superación de las sociedades de opresión …La
humanidad esclavizada de la periferia, gigantesca masa proletaria global, sería
el lugar histórico de la abolición del capitalismo, vanguardia de una nueva era
de libertad.”
A pesar del intento de
Beinstein de establecer un posible escenario solidario con la humanidad y
optimista respecto al futuro, es claro que todos los cálculos predicen la mayor
posibilidad del cuarto escenario, la barbarie, como futuro más próximo. Y en
ninguno de ellos los derechos humanos y la eticidad parecen ser centrales, y
menos en el que pienso es, desafortunadamente el más probable, en el que las
mujeres no conservaríamos casi ninguno de los avances materiales, culturales y
simbólicos que hemos logrado hasta hoy. En ese camino la otra opción es una
nueva especie de medioevo, que tampoco parece deseable. Contra ello, al
pesimismo de la razón hay que seguir oponiendo el optimismo de la voluntad.
Septiembre
de 2014.
NOTAS:
[1] Samir
Amìn Los desafìos de la mundializaciòn”. Siglo XXI Editores/ CII/ UNAM,
México, 1997.
[2] James O'Connor: ¿Qué es historia
ambiental? ¿Para qué historia ambiental? . Texto del curso
[3] Fritjof
Capra. El punto crucial. Editorial Troquel, Argentina,
1982. Pág. 21.
[4] Ibídem,
Pág. 23.
[5] Urania
Ungo “Una mirada a la crisis
civilizatoria desde un feminismo filosòfico”. En U. Ungo compiladora, Diàlogo
de saberes. Filosofìa, derechos humanos, ciudadanìa y crisis general
contemporànea. FLACSO Panama, 2014.
[6] Arthur Koestler: En busca de lo absoluto.
Editorial Kairós, Barcelona, 1982. Págs.171-197.
[7]Ungo, art
cit.
[8] UNRISD. Estados
de desorden: los efectos sociales de la globalización. UNRISD, Londres, 1995./
George Soros. La crisis del capitalismo global: la sociedad abierta en
peligro. Plaza Janés Editores,
México, 1999./ Viviane Forrester. El
horror económico. FCE,
Argentina, 1997.
[9] Jorge
Beinstein Crisis mundial, escenarios Una
ciénaga a la medida del Imperio. Revista "Enfoques Alternativos" (Argentina)., 2014
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