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sábado, 25 de abril de 2015

Dos Américas, dos Cumbres

Dos Américas, dos Cumbres; esta dualidad no ayuda mucho si no se contextualiza cada cosa y se abre paso a una compresión integral de los acontecimientos que se dieron en las históricas Cumbres en Panamá (La VII Cumbre de las Américas y La Cumbre de los Pueblos).

Abdiel Rodríguez Reyes* / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

Los presidentes Raúl Castro y Barack Obama
en la Cumbre de las Américas en Panamá.
Una de las patologías del movimiento popular al menos conociendo un poco el panameño, es un protagonismo infantil a lo interno de cualquier intento de unidad, así sea en la diversidad, que no tiene sentido, si no más que para figurar y vivir de ello. Con este paréntesis, podemos decir que la Cumbre de los Pueblos fue un rotundo éxito. En ocasiones anteriores hemos señalado que lo trascendente de esta cumbre fue su contenido en cuanto construcción de alternativas, que tienen que ser elaboradas desde abajo, desde los cimientos sociales populares que viven las consecuencias del neoliberalismo.

Por su parte los movimientos anti-sistémicos re-configurándose con las nuevas demandas para la construcción de un mundo más justo y democrático. Cuando hay esperanza hay posibilidades reales.

Los gobiernos que iniciaron una vuelta de tuerca a los mandatos de la política exterior norteamericana y se re-eligieron recientemente, siguen su programa de políticas post neoliberales, a pesar de las desestabilizaciones de diversa índole, con un apoyo popular poco cuestionable.

Ambas Cumbres hicieron una delimitación bastante clara en cuanto diferenciar los intereses del norte con los del sur. Desde el sur hubo posiciones contundentes mediante discursos y declaraciones de rechazo a la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos.

El histórico encuentro Raúl–Obama, dio inicio a una nueva etapa en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, a contra corriente de todas las fuerzas que se oponen a cualquier normalización y al fin del bloqueo a la isla, tanto de la disidencia cubana en Miami como la de los grupos de poder en el Imperio. Ambos mandatarios comprendieron el desafío del tiempo y la carga histórica de dar ese paso inicial.

A pesar de las diferencias tan marcadas, de una cumbre con la otra, de los intereses del norte con los del sur, hay que pensar integralmente, no seremos libres unos sin los otros.

*Profesor e investigador

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