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sábado, 11 de abril de 2015

Las Américas y aquel ABC de Perón (II parte y final)

Según el historiador uruguayo Carlos Machado, cuando en febrero de 1946 Perón ganó los comicios presidenciales, con 53 por ciento de los votos, escribió a su amigo Luis Alberto Herrera, líder popular de los blancos de Uruguay (Partido Nacional): Hay que realizar el sueño de Bolívar. Debemos formar los Estados Unidos de Sudamérica.

José Steinsleger / LA JORNADA

Propuesta que más de medio siglo después retomaría Hugo Chávez con la Alianza Bolivariana para los Pue­blos de Nuestra América (Alba). Sin embargo, a diferencia del jefe de la revolución bolivariana, Perón tuvo que remar en soledad: contra las potencias hegemonistas que se habían repartido el mundo de posguerra, y contra los poderes internos que se alineaban con el panamericanismo impuesto por Washington (OEA, 1948), o abrían el paraguas si llovía en Moscú.

El senador peronista Diego Luis Molinari recorrió el continente llevando las propuestas unificadoras de Perón: un mercado común, una banca común, una sola moneda común, y una ciudadanía común para todos los americanos. Y como no hay historias sin guiños, entre los beneficiados del proyecto continentalista de Perón figuraba un combativo dirigente estudiantil de 22 años, que con el tiempo daría que hablar: Fidel.

Los fundamentos doctrinarios y geopolíticos de la Argentina peronista empezaron con propuestas de unión económica y política a Chile y Brasil (proyecto ABC, 1953). De puño y letra, Perón planteó:

1. Avanzar por el camino de la persuasión popular que permita superar mentalidades localistas de profundo arraigo, e influir en los pueblos más que en los gobiernos, pues éstos se cambian como se cambian de camisa… En cambio, en los pueblos está lo permanente.

2. Un curso de acción de esta naturaleza entraña mayores dificultades, e implica lentitud. La unión no puede ser impuesta por la fuerza. Debe lograrse por la acción política…sin sueños fantásticos de hegemonías, de mando y de dirección.

3. El proyecto de unión debe distinguir entre unión y unidad. La unión se realiza entre unidades nacionales… Y la unión entre naciones exige que se trate de naciones libres, justas, soberanas.

4. Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil solo, tampoco; Chile igual. Pero estos tres países, unidos, cuentan con la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque estos son países de reserva del mundo.

5. Tenemos un gran peligro por delante. La historia de la humanidad muestra que las grandes potencias, cuando necesitan bienes que no poseen o que se les agotaron, van en su busca y los consiguen por las buenas o por las malas.

6. La obstinación en levantar fronteras ideológicas no hace sino demorar el proceso, y aumentar el costo de la construcción de la sociedad mundial… Los países han de unirse progresivamente con base en la vecindad geográfica, y sin imperialismos locales y pequeños.

La concepción estratégica del ABC despertó las furias de los demócratas sin adjetivos. En Uruguay, la prensa hablaba de imperialismo justicialista. En Brasil, el canciller Joao Neves de Fontoura (enemigo de Getulio Vargas) dijo que su país estaba contra los pactos regionales, y que éstos significaban la destrucción del panamericanismo. Y en Chile, Perón fue acusado de buscar la anexión, a lo que el presidente argentino respondió: “Estoy dispuesto a que Chile se anexe a la Argentina. Lo principal es la unidad… Que me digan si hay razones para mantener desunidos a Chile y Argentina”.

Con el suicidio de Vargas (1954) y el derrocamiento de Perón (1955), el proyecto ABC pasó a la historia. A partir de allí, entre la Alalc/Aladi (1960/80), y el ingreso de México al tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (1994), los pueblos de nuestra América padecieron, exponencialmente, la magia del mercado: crecimiento económico sin desarrollo social. Y, por sobre todo, los estragos de la desunión.

Décadas después, con la revolución bolivariana, el espíritu del ABC tomó cuerpo en un contexto mundial radicalmente distinto al de su época. Alianzas económicas, mecanismos de integración, cooperación y entendimiento político, que irrumpirían con el Mercosur (1991), Alba (2004), Petrocaribe (2005), Unasur (2008), Celac (2010).

El logro mayor de este proceso tuvo lugar en la cuarta cumbre de las mal llamadas Américas (2005), cuando el viejo proyecto de libre comercio (o ALCA, cuya primera manifestación data de 1885) fue radicalmente cuestionado por los presidentes Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva.

En 1889 y 1890, el ALCA estuvo cerca de concretarse. Pero no sucedió por la oposición del gobierno argentino, que a través de su delegado, Roque Sáenz Peña, manifestó: Tratar de asegurar el comercio libre entre mercados carentes de intercambio sería un lujo utópico y un ejemplo de esterilidad.

Palabras que José Martí celebró, advirtiendo que, en tal caso, “…tendría que declararse por segunda vez la independencia de la América Latina, esta vez para salvarla de Estados Unidos”.

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