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sábado, 30 de mayo de 2015

“Hubo miedo en la Iglesia a Romero y a la Teología de la Liberación”

Había miedo de hablar de la santidad de Romero. Él no era un político en el sentido textual de la palabra, pero tuvo una incidencia política muy fuerte. Y eso daba miedo en algunos sectores eclesiásticos. Lo mismo que daba miedo entender a la Teología de la Liberación y las Comunidades de base…”, afirma en esta entrevista el sacerdote jesuita José María Tojeira.

Juan José Dalton / El País

El sacerdote José María Tojeira.
El sacerdote jesuita y analista hispano-salvadoreño, José María Tojeira, consideró en entrevista con EL PAÍS que con la llegada del papa Francisco, iniciador de grandes cambios en el catolicismo universal, se aceleró la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por la ultraderecha salvadoreña en marzo de 1980 cuando ofrecía la eucaristía. Romero fue un “profeta de justicia durante una guerra entre poderosos y débiles”, pero los militares y el capital lo consideró cura comunista y le mandó a matar. Con la llegada de Francisco al Vaticano ha entrado “aire fresco” a todas las estructuras de poder, para que estén cercanas a la gente, como lo hizo Romero, aun a costa de su sacrificio.

Pregunta. ¿Cómo recibe la Iglesia católica en general la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero?

Respuesta. En años anteriores hubo división, incluso en tiempos de Juan Pablo II había un grupo de obispos que no estaban de acuerdo con una beatificación de Monseñor Romero. Esa división se ha ido superando con el tiempo y cada vez hubo más apertura a la beatificación. Pero cuando ha llegado el papa Francisco y ha mostrado su interés de acelerar el proceso y que no se frene, se ha producido una unidad bastante mayor dentro de la Iglesia. Ha funcionado el principio de autoridad y el principio de hegemonía.

P. Pero, se ha dado un intento de matizar lo que fue la participación de Romero en la realidad que le tocó vivir…

R. Esto es como un remanente de los tiempos anteriores a Francisco. Había miedo de hablar de la santidad de Romero. Él no era un político en el sentido textual de la palabra, pero tuvo una incidencia política muy fuerte. Y eso daba miedo en algunos sectores eclesiásticos. Lo mismo que daba miedo entender a la Teología de la Liberación y las Comunidades de base… Daba miedo.

P. ¿Por qué?

R. Creo que queda todavía un poquito de miedo en la Iglesia salvadoreña de enfocar estas cosas. ¡Como si la Teología de la Liberación fuera mala! En todas las teologías hay aciertos y errores. Incluso en las teologías oficiales. No podemos seguir con esta pequeñez de decir: Hay que tener cuidado, él (Romero) era teólogo de la Liberación.

P. ¿Era Romero un teólogo de la Liberación?

R. Romero era una persona que deseaba la liberación de todos los males, personales y sociales de este país. Sabía que era un proceso y quería contribuir a ese proceso de liberación. Eso no es un problema ya, pero siempre se dan esos miedos.

P. Hay testimonios de amenazas que tuvo Romero, incluso unos que quedaron impresos en los periódicos. Pero, ¿cómo podríamos afirmar que no era un alentador de la violencia política en el tiempo que le tocó vivir?

R. Monseñor Romero estaba al lado de los que sufrían. En El Salvador había una guerra de poderosos contra débiles. Una guerra económica en la que había explotación e injusticia, y una guerra represiva contra los justos reclamos de la gente. También una guerra insurgente de un sector que se insurreccionaba frente a la injusticia prevaleciente. Romero siempre trataba de solucionar el conflicto por la vía de la paz y la justicia social.

P. Pero no lo entendieron…

R. El lenguaje de la justicia social, no digamos las justas reclamaciones, fue visto como insurgencia. Lo perseguían y lo acusaban de cura comunista, sotana roja… Precisamente por la cerrazón tan absoluta que tenía el sector militar y el capital. Decir que Monseñor era político, a mi no me molesta. ¡Claro que tenía que serlo! Aquí la política oficial fue corrupta, explotadora y criminal. Que Romero denunciara eso era una labor totalmente evangélica. En documentos de la Iglesia se pide que los obispos tienen que ser profetas de justicia cuando hay guerras entre poderosos y débiles.

P. Ahora, ¿me puede decir qué significa el papa Francisco en la Iglesia salvadoreño y los cambios que se están dando en la Iglesia universal?

R. El papa Francisco, con esa figura tan solemne, ha puesto a la iglesia y a todo el mundo de lo que es la jerarquía, al gobierno de la iglesia, más cerca de la gente. Las estructuras tienen a veces a burocratizarse demasiado y alejarse de la gente que gobierna. El papa Francisco ha dado un recordatorio de que la iglesia debe tener olor a oveja, hay que mancharse en el contacto y la cercanía humana. Esto es algo profundamente fresco para nuestra iglesia, así como para el mundo.

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