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sábado, 25 de julio de 2015

El Chapo: empresario del crimen organizado

Dentro de esta dinámica de las nuevas tendencias que genera el fenómeno político de la fuga del principal narcotraficante del planeta, se  puede preguntar: ¿cuáles son las perspectivas desde la lógica del modelo neoliberal para enfrentar la debilidad estructural del Estado para garantizar el control y administración de los penales de máxima seguridad?

Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde México, D.F.

A Joaquín El Chapo Guzmán se le considera el empresario de las drogas más rico del mundo. Según la revista Forbes, en 2009, lo incluyó en un listado de las personas más poderosas del mundo,  en 2012, lo ubicó con una fortuna estimada en mil millones de dólares. El ahora legendario narcotraficante se fugó por segunda ocasión de una prisión de máxima seguridad el sábado 11 de julio de 2015 a las 20:52 hrs. Recluido desde 22 de febrero de 2014 en el Centro Federal de Readaptación  Federal número 1, el Altiplano, también conocido como el penal de Almoloya, ubicado a 90 kilómetros de la ciudad de México, ahí se desarrollo la fuga espectacular, podría decirse casi “cinematográfica” de ese supermillonario. Grave problema de seguridad y prevención de que ha  generado una gran pérdida de confianza sobre el conjunto del Estado mexicano.  Crisis que se suma a otros fenómenos de credibilidad en el gobierno y en la llamada clase política mexicana, como ha sido el homicidio de más de 80 mil personas producto de la guerra contra el narcotráfico, así como la desaparición de más de 20 mil personas desde 2006 a la fecha. En ese torrente de violencia se inserta la masacre del 26 de septiembre de 2014, donde 6 personas murieron, tres de ellos estudiantes, así como la desaparición de 43 alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa (Guerrero), ordenada por José Luis Abarca, entonces alcalde de Iguala y miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) con comprobados nexos con el narcotráfico.

En este contexto se desarrolló la evasión de El Chapo Guzmán, situación que también coincidió o se hizo coincidir con el vuelo que realizaba a París el presidente mexicano Enrique Peña Nieto. Mandatario quien viajaba a Francia con algunos de los más destacados miembros del gabinete (los secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores, Marina, Defensa, Hacienda, Educación y Turismo, entre otros). Comitiva que sumaba un total de 144 personas. La visita de Estado del mandatario mexicano incluía una serie de actividades en el país europeo, entre ellas la  participación de un destacamento de las fuerzas armadas mexicanas en la apertura del desfile militar  durante la Fiesta Nacional francesa. Festejo donde figuraba como invitado de honor el presidente mexicano. Dentro de esas actividades, también destacó la factible  compra de 50 helicópteros en su vista a la ciudad de Marsella a la planta de Airbus Helicópteros.

Joaquín Guzmán Loera (quien nació el 4 de abril de 1957 en un pueblo marginado, La Tuna, en el municipio de Badiraguato, estado de Sinaloa, donde únicamente estudio hasta el tercer año escolar) por medio del llamado cártel de Pacífico o de Sinaloa, ha desarrollado una base social en su estado natal  y en otros territorios donde opera.  De esa manera ha creado la leyenda de ayudar a los pobres. A la par ese dirigente del narcotráfico, se sostiene que dirige una de las empresas criminales que tiene la mayor influencia en México y con una  presencia que se ha extendido en más de 50 países de América del Norte, Europa y Australia. El perfil de esa organización empresarial de las drogas ilegales configura un gran monopolio transnacional. De esta manera se puede también identificar a El Chapo como uno de los empresarios del crimen organizado que más ha explotado el fenómeno de la corrupción tan proclive en las esferas del poder económico y político de la sociedad mexicana. Junto a ello también se ha destacado por ser un alto ejecutivo del tráfico ilegal de drogas que saber mover sus redes de protección y ejecución de sus empresas criminales. Todo esta dinámica se ha generado en base a un código de lealtad entre los miembros del también conocido cártel de la “Alianza de Sangre”. Norma de cohesión que ha permitido imprimirle al cártel de Sinaloa y por lo tanto a su empresa criminal una alta concentración de capital y operatividad financiera. De ahí que se reconozca que si  bien en los EU hay una derrama de 100 mil  millones de dólares,  la Agencia Antidrogas Norteamericana (DEA), estima tendenciosamente que el cártel de Sinaloa es responsable del 25% de las drogas ilegales que entran a territorio estadounidense. Fenómeno económico que puede distinguirse claramente dentro de lo que se conoce como economía sumergida (ver mi libro: El narcotráfico en América Latina, México, Siglo XXI, 2012).  

Así, dentro de esta dinámica de las nuevas tendencias que genera el fenómeno político de la fuga del principal narcotraficante del planeta, se  puede preguntar: ¿cuáles son las perspectivas desde la lógica del modelo neoliberal para enfrentar la debilidad estructural del Estado para garantizar el control y administración de los penales de máxima seguridad? En nuestro criterio, la respuesta en la lógica de ese  paradigma neoliberal, será acentuar la privatización de la violencia. Esto significa fortalecer el esquema de imprimirle más recursos públicos a las fuerzas militares y de seguridad.  Pero a su vez promover con mayor intensidad la privatización de todos los penales mexicanos (423) con la justificación de ponerle freno a la corrupción e impunidad que les permea.  Tal como lo demanda el Consejo Coordinador Empresarial: “retormar los trabajos y aprobar las reformas relacionadas con seguridad y justicia” (La Jornada, 13/07/15). El discurso neoliberal justifica las políticas de reformas,  brindando la respuesta a través de un mayor adelgazamiento del Estado, pero  ahora en materia de seguridad, prevención y readaptación social a través de la privatización de los centros de reclusión. De esta manera el poder del narcotráfico seguirá intacto,  como empresa criminal generará estructuralmente, tal como acontece, cada vez nuevos y más beligerantes cuadros para la lucrativa empresa del tráfico ilegal de drogas, teniendo como paradigma el exitoso modelo de El Chapo Guzmán.    

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