Dentro
de esta dinámica de las nuevas tendencias que genera el fenómeno político de la
fuga del principal narcotraficante del planeta, se puede preguntar: ¿cuáles son las perspectivas
desde la lógica del modelo neoliberal para enfrentar la debilidad estructural
del Estado para garantizar el control y administración de los penales de máxima
seguridad?
Adalberto Santana / Especial para
Con Nuestra América
Desde México, D.F.
A
Joaquín El Chapo Guzmán se le considera
el empresario de las drogas más rico del mundo. Según la revista Forbes, en 2009, lo incluyó en un listado de las personas más poderosas
del mundo, en 2012, lo ubicó con una
fortuna estimada en mil millones de dólares. El ahora legendario
narcotraficante se fugó por segunda ocasión de una prisión de máxima seguridad el
sábado 11 de julio de 2015 a las 20:52 hrs. Recluido desde 22 de febrero de
2014 en el Centro Federal de Readaptación
Federal número 1, el Altiplano, también conocido como el penal de Almoloya,
ubicado a 90 kilómetros de la ciudad de México, ahí se desarrollo la fuga
espectacular, podría decirse casi “cinematográfica” de ese supermillonario. Grave
problema de seguridad y prevención de que ha generado una gran pérdida de confianza sobre el
conjunto del Estado mexicano. Crisis que
se suma a otros fenómenos de credibilidad en el gobierno y en la llamada clase
política mexicana, como ha sido el homicidio de más de 80 mil personas producto
de la guerra contra el narcotráfico, así como la desaparición de más de 20 mil
personas desde 2006 a la fecha. En ese torrente de violencia se inserta la
masacre del 26 de septiembre de 2014, donde
6 personas murieron, tres de ellos estudiantes, así como la desaparición de 43
alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa (Guerrero), ordenada por José Luis
Abarca, entonces alcalde de Iguala y miembro del Partido de la Revolución
Democrática (PRD) con comprobados nexos con el narcotráfico.
En este contexto se desarrolló la evasión de El Chapo Guzmán, situación que también coincidió o se hizo
coincidir con el vuelo que realizaba a París el presidente mexicano Enrique
Peña Nieto. Mandatario quien viajaba a Francia con algunos de los más
destacados miembros del gabinete (los secretarios de Gobernación, Relaciones
Exteriores, Marina, Defensa, Hacienda, Educación y Turismo, entre otros). Comitiva
que sumaba un total de 144 personas. La visita de Estado del mandatario
mexicano incluía una serie de actividades en el país europeo, entre ellas
la participación de un destacamento de
las fuerzas armadas mexicanas en la apertura del desfile militar durante la Fiesta Nacional francesa. Festejo donde figuraba
como invitado de honor el presidente mexicano. Dentro
de esas actividades, también destacó la factible compra de 50 helicópteros en su vista a la
ciudad de Marsella a la planta de Airbus Helicópteros.
Joaquín
Guzmán Loera (quien nació el 4 de abril de 1957 en un pueblo marginado, La
Tuna, en el municipio de Badiraguato, estado de Sinaloa, donde únicamente
estudio hasta el tercer año escolar) por medio del llamado cártel de Pacífico o
de Sinaloa, ha desarrollado una base social en su estado natal y en otros territorios donde opera. De esa manera ha creado la leyenda de ayudar
a los pobres. A la par ese dirigente del narcotráfico, se sostiene que dirige
una de las empresas criminales que tiene la mayor influencia en México y con
una presencia que se ha extendido en más
de 50 países de América del Norte, Europa y Australia. El perfil de esa
organización empresarial de las drogas ilegales configura un gran monopolio
transnacional. De esta manera se puede también identificar a El Chapo como uno de los empresarios del
crimen organizado que más ha explotado el fenómeno de la corrupción tan
proclive en las esferas del poder económico y político de la sociedad mexicana.
Junto a ello también se ha destacado por ser un alto ejecutivo del tráfico
ilegal de drogas que saber mover sus redes de protección y ejecución de sus
empresas criminales. Todo esta dinámica se ha generado en base a un código de
lealtad entre los miembros del también conocido cártel de la “Alianza de
Sangre”. Norma de cohesión que ha permitido imprimirle al cártel de Sinaloa y
por lo tanto a su empresa criminal una alta concentración de capital y
operatividad financiera. De ahí que se reconozca que si bien en los EU hay una derrama de 100 mil millones de dólares, la Agencia Antidrogas Norteamericana (DEA), estima
tendenciosamente que el cártel de Sinaloa es responsable del 25% de las drogas
ilegales que entran a territorio estadounidense. Fenómeno económico que puede
distinguirse claramente dentro de lo que se conoce como economía sumergida (ver
mi libro: El narcotráfico en América
Latina, México, Siglo XXI, 2012).
Así,
dentro de esta dinámica de las nuevas tendencias que genera el fenómeno
político de la fuga del principal narcotraficante del planeta, se puede preguntar: ¿cuáles son las perspectivas
desde la lógica del modelo neoliberal para enfrentar la debilidad estructural
del Estado para garantizar el control y administración de los penales de máxima
seguridad? En nuestro criterio, la respuesta en la lógica de ese paradigma neoliberal, será acentuar la privatización
de la violencia. Esto significa fortalecer el esquema de imprimirle más
recursos públicos a las fuerzas militares y de seguridad. Pero a su vez promover con mayor intensidad la
privatización de todos los penales mexicanos (423) con la justificación de
ponerle freno a la corrupción e impunidad que les permea. Tal como lo demanda el Consejo Coordinador
Empresarial: “retormar los trabajos y aprobar las reformas relacionadas con
seguridad y justicia” (La Jornada,
13/07/15). El discurso neoliberal justifica las políticas de reformas, brindando la respuesta a través de un mayor adelgazamiento
del Estado, pero ahora en materia de
seguridad, prevención y readaptación social a través de la privatización de los
centros de reclusión. De esta manera el poder del narcotráfico seguirá intacto,
como empresa criminal generará estructuralmente,
tal como acontece, cada vez nuevos y más beligerantes cuadros para la lucrativa
empresa del tráfico ilegal de drogas, teniendo como paradigma el exitoso modelo
de El Chapo Guzmán.
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