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sábado, 5 de septiembre de 2015

Guerra regional

No podemos entender la ola de violencia que azota el área mesoamericana si no tomamos en cuenta el contexto de la región como un todo, no solo porque nunca ha disfrutado de un período histórico significativo de paz real, sino porque acabamos de terminar un  siglo de guerras y guerrillas. Sobre montañas de cadáveres se firmaron esperanzadores  acuerdos de paz. Soñamos con una paz permanente. Pero este sueño hoy se ha convertido en pesadilla.

Arnoldo Mora Rodríguez / Especial para Con Nuestra América

La guerra no ha cesado, solamente ha cambiado de rostro. El triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) posee el triste récord de ser la región mas violenta del mundo y la frontera entre Estados Unidos y México la mas sangrienta. El periodismo informativo se ha convertido en la profesión mas peligrosa.

Las causas de esta infernal situación son complejas, por lo que podemos dividirla en dos: las mas profundas y que son de tipo estructural y las mas mencionadas y que llenan los espacios de los medios,  que suele ver en los omnipotentes y omnipresentes carteles del narcotráfico su causa inmediata principal.
  
En cuanto a las primeras, la violencia que hoy vive la región es parte componente de la descomposición del régimen político imperial, cuyo epicentro se encuentra en  nuestro inmediato vecindario, por lo que el Tío Sam siempre ha considerado esta región como su traspatio geopolítico. Los Estados Unidos incuba la sociedad mas violenta de mundo en la actualidad, sus prisiones están abarrotadas, la violencia ensangrienta las calles, los colegios, los hogares; no respeta edad ni condición social. El componente racista y xenófobo se muestra en el hecho de que por seis condenados a la pena capital de origen latino o afrodescendientes, solo hay uno que sea white-anglosaxon. El aspirante a la presidencia por el partido mas conservador, el Republicano, Mister Trump, es un émulo de Hitler… ¡y no lo disimula! Lo mas grave es que en las encuestas sube como la espuma; algo similar a lo que se dio en Alemania  con los nazis  luego de la crisis de la bolsa  de valores en Octubre de 1929.  El paralelismo es impactante y preocupante.

En el caso de las organizaciones mafiosas en la región mesoamericana,  su poder  es tal que amenazan la existencia misma de los estados nacionales. El caso de México es patético,  dado que les es estratégico por la cercanía con el mas importante mercado de drogas del mundo como son los Estados Unidos (30% del consumo mundial).  Estos carteles  recorren  en furgones con su nefasta mercancía las carreteras, se ocultan en maletas en los aeropuertos y aduanas fronterizas,  navegan por las aguas de ambos océanos como antaño lo hicieran los piratas. El poder de estas mafias es tal que han penetrado profundamente amplios estratos de la sociedad civil y del Estado en México, Guatemala y Honduras. Por momentos uno tiene la impresión de que allí se incuba una insurrección generalizada, dados los ominosos signos de ingobernabilidad que muestran. 

Allí radica una de las principales causas de la corrupción cuya pestilencia se ha hecho insoportable para una sociedad que solo aspira a vivir en una paz basada en el  progreso social y material. La corrupción es la manifestación mas decadente de la sociedad actual. Expresa  la depravación misma de la cultura. En Guatemala ha llegado a convertirse en la práctica en una especie de política de Estado, hasta el punto de que el gobierno actual se ha vuelto un obstáculo para el funcionamiento mínimamente normal de la sociedad civil; lo cual ha llegado a un extremo tal que, incluso en una sociedad tan polarizada, los sectores populares y las  cámaras patronales se han unido para exigir la dimisión y el enjuiciamiento en los tribunales de los jerarcas del Ejecutivo. En Honduras la violencia se ha hecho incontrolable. En estos países, las multitudinarias protestas callejeras se multiplican en cada rincón de su geografía. Esperamos que en El Salvador, ante la firme posición del gobierno, el país se vea liberado pronto del terror causado por las maras. En Costa Rica, dichosamente no se ha llegado a esta espeluznante situación, pero los crímenes y los actos delictivos  se han multiplicado.

Para reconquistar de nuevo la paz y poner las bases de un sistema político auténticamente democrático,  participativo, respetuoso de la diversidad étnica y cultural, sustentado en un Estado social de derecho, es imperativo no solo reprimir al crimen organizado, sino igualmente castigar toda forma de corrupción, tanto en el ámbito público como en el privado. Pero esto no basta. Solo organizando a las comunidades  e implementado serias políticas que busquen  mejorar las condiciones  económico-sociales de los sectores populares y medios, estaremos a salvo de este abominable flagelo.

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