El
nerviosismo del gobierno de Estados Unidos surge de que las acciones realizadas
por Rusia y sus aliados le conducen a perder la bandera de lucha contra el
terrorismo que izaron a partir del 11 de septiembre de 2001 y que tanto al
gobierno republicano como al demócrata les ha servido como eje estructurador de
las relaciones internacionales a nivel global, bajo su hegemonía.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
A pesar de lo
que se ha querido construir a través de las grandiosas súper producciones
hollywoodenses, lo verdaderamente cierto es que Estados Unidos ha fundado sus
victorias en la mentira y en la apariencia de una efectividad militar que no
pasa de ser una quimera. Ello lo atestiguan varias de sus actuaciones durante el transcurrir de la historia: la
explosión del acorazado Maine en la Bahía de la Habana, Cuba en 1898, la
intervención en Filipinas ese mismo año, Pearl Harbor en 1941, el Golfo de
Tonkin, Vietnam en 1964, Granada en 1983, hasta las más recientes falacias
referidas a la posesión de armas nucleares por Irak que devino en la invasión
a ese país en 2003 y la supuesta
represión del gobierno de Libia contra manifestantes que dio cabida a los bombardeos
de la OTAN, el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, la transformación de
ese país en un Estado fallido y la crisis de migrantes que hoy enfrenta Europa.
Sin embargo, en
Siria, no han podido edificar una farsa cinematográfica de tal estilo. Las
acciones emprendidas por Rusia en alianza con Irán, Irak, Siria, Hezbollah y
las organizaciones que representan al pueblo kurdo, lo han impedido poniendo en
evidencia la incapacidad militar de Estados Unidos, mostrando su verdadero
talante, el cual obstruye el sostenido discurso de combate al terrorismo. Al
contrario, en días recientes, la potencia norteamericana y sus adláteres en la
región, armados y financiados por el Pentágono, el Departamento de Estado y la
CIA se han visto obligados a dar explicaciones por fallidas acciones llevadas a
cabo por sus fuerzas armadas, las que son expresión de un extravío estratégico,
una mediocridad operativa y una táctica imperfecta. Los tres niveles están
fallando, lo cual es manifestación de una debacle, sólo comprensible por su
subordinación única a la tecnología, mientras se subestima el factor humano y
su capacidad e inteligencia como elemento decisivo para la toma de decisiones.
Por un lado,
Estados Unidos bombardeó un hospital de Médicos Sin Fronteras en Afganistán
causando 22 víctimas fatales y decenas de heridos. Como ya va siendo habitual,
el presidente estadounidense pidió perdón y asunto resuelto. A esperar el
próximo “error” y los venideros “daños
colaterales” que ya se cuentan por miles en los países invadidos por Estados
Unidos en el Medio Oriente. Para no ser menos, la fuerza aérea de Arabia
Saudita atacó una fiesta de matrimonio en Yemen asesinando 130 ciudadanos que
participaban de la ceremonia. Nada de ello ha impedido que los rebeldes huties
sigan avanzando en territorio saudita donde ya ocupan la mayor parte de las
provincias de Jizán y Najrán, -con un territorio superior a los 100 mil
kilómetros cuadrados- las cuales pertenecieron históricamente a Yemen, y fueron
ocupadas por Arabia Saudita, aunque la mayoría de su población perpetúan su
identidad chiitas y ¬¬-yemenita. Así mismo, las fuerzas armadas de la
monarquía, continúan sufriendo cuantiosas pérdidas materiales y humanas,
incluyendo altos jerarcas militares del régimen de Riad, que fueron aniquilados
en un ataque con cohetes a una importante base militar, todo lo cual ha sido
ocultado por la prensa occidental. En otro ámbito, en Egipto fueron asesinados
12 ciudadanos, 8 de ellos mexicanos, también
por un “error” de las fuerzas armadas de ese país, asesoradas y
entrenadas por Estados Unidos. Tres países, tres deslices producidos por una
obsesión anti terrorista que no ha producido resultados positivos tangibles.
Por el contrario, 14 años después del inicio de dicha cruzada por el presidente
Bush, ni en Afganistán, ni en Irak, mucho menos en Libia o Siria la coalición
occidental ha logrado éxitos que puedan justificar los multimillonarios
presupuestos invertidos en ello. Todo ha sido una gran farsa cuyo principal protagonista es el sistema imperial
de Estados Unidos y sus actores más relevantes, sus ineficientes fuerzas
armadas que sólo en Hollywood, CNN y Fox pueden logran ser transformados en
héroes.
Como dije antes,
en Siria quisieron construir la misma trama y ¡Oh sorpresa!, la denuncia vino
esta vez desde las propias entrañas de las fuerzas armadas imperiales. Según
informa el investigador español Enrique Montánchez quien a su vez, cita al
diario New York Times, medio centenar de analistas de inteligencia del Mando
Central de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, encabezados por Gregory
Hooker el analista de más alto nivel sobre Irak en el Mando Central (CENTCOM,
por sus siglas en inglés), “han acusado
a militares de alta graduación por obligarles a manipular sus informes para
presentar un escenario optimista de la guerra que la coalición internacional
libra contra los terroristas del Estado Islámico en Siria e Irak”, que
comenzaron en agosto de 2014.
Hooker afirmó
que sus jefes les exigieron cambiar los datos sobre el estado real de
preparación de las fuerzas armadas iraquíes y presentar una imagen favorable
del resultado de las acciones aéreas de Estados Unidos en Irak y Siria. Se
trata, dijo, de “politizar” los resultados para mostrar a las altas autoridades
políticas y de inteligencia del país, éxitos que no se han obtenido. Ante esto,
David Faulkner antiguo director de objetivos en CENTCOM quien trabajó con los
analistas sobre Irak afirmó que no había objetivos estratégicos, “Esto no es
más que la guerra por la guerra”, dijo, todo lo cual ha hecho estallar la ira
entre los miembros del Congreso de Estados Unidos.
Esta situación
contrasta con las acciones concretas que Rusia ha comenzado a ejecutar en la
lucha contra el terrorismo. En su comparecencia en la Asamblea General de la
ONU, el pasado 2 de octubre, el presidente Vladimir Putin expuso que su país
consideraba un enorme error el rechazo a cooperar con las autoridades sirias y
con su Ejército, tomando en cuenta que sólo estas fuerzas y la milicia kurda
eran las únicas que estaban luchando realmente contra el EI y otras organizaciones
terroristas.
Por otro lado,
el mandatario ruso, afirmó que "Es hipócrita e irresponsable hablar sobre
la amenaza terrorista internacional y al mismo tiempo, hacer la vista gorda
ante los canales de financiación y el apoyo que se brinda a los terroristas o
intentar manipular a los grupos extremistas para alcanzar objetivos políticos propios". En ese
sentido, propuso crear una amplia coalición de fuerzas, en la que los países
musulmanes deberían jugar el papel preponderante en el combate al terrorismo,
para lo cual es clave apoyar al gobierno legítimo de Siria.
Antes, ya se
había dado el primer paso. El 25 de septiembre se anunció la creación en Bagdad
de un centro de coordinación de operaciones militares conformado por Irán,
Rusia, Siria y el país sede. Así mismo participan en el Centro, representantes
de Hezbollah de Líbano y de las milicias kurdas. Según el Canciller ruso, Serguei Lavrov dicho
estamento servirá para coordinar las acciones contra el Estado Islámico.
A pesar de la
falta de voluntad de Estados Unidos y la OTAN
de involucrarse realmente en las acciones contra el grupo terrorista,
Rusia y sus aliados pasaron de inmediato de las palabras y los aprestos
orgnizativos que evidentemente se venían disponiendo con mucha anterioridad, a
los hechos concretos: las fuerzas armadas rusas comenzaron a realizar ataques
aéreos contra objetivos seleccionados del Estado Islámico. A continuación,
decenas de misiles fueron lanzados contra blancos fijos y móviles,
principalmente puestos de mando y control, centros de aseguramiento logístico y
campos de entrenamiento, con el fin claro de debilitar la capacidad de
dirección, capacitación y abastecimiento de la organización terrorista.
Posteriormente, cuatro buques de la Armada rusa dispararon 26 misiles Kalibr
contra 11 objetivos, logrando la destrucción de todos los blancos. Estas
acciones fueron coordinadas con los aliados de los países musulmanes y
planificadas con antelación.
En otra faceta
de los hechos, vale destacar la transparencia informativa que caracteriza las
acciones bélicas. El propio ministro de defensa ruso Serguei Shoigú ha dado a
conocer los resultados de las operaciones. Los daños causados han sido
verificados a través de satélites y por observación directa de la aviación
militar. El vocero del ministerio de defensa de ese país informa puntualmente
de las acciones combativas. No hay, en este caso, falsos informes de analistas,
a fin de “hacer felices” a los generales, a los senadores y al presidente.
En la primera
semana de operaciones en Siria, fueron destruidos además 32 vehículos blindados
y golpeados 112 objetivos. Los éxitos logrados han servido como preparación
para una ofensiva terrestre que adelanta el Ejército Árabe Sirio, la cual ha
producido la desbandada de los combatientes y mercenarios al servicio del EI,
que en número de 3000 han cruzado la frontera hacia Jordania. Así mismo, las
autoridades iraquíes están estudiando la posibilidad de que las operaciones
también se realicen en su territorio, poniendo en duda, -en la práctica- la
efectividad de las acciones de la coalición dirigida por Estados Unidos. Ello
ha conducido a que sectores influyentes de las monarquías árabes intenten
disuadir a Irak de tal decisión.
Entre tanto,
Rusia ha insistido en la solicitud a Estados Unidos y los países occidentales
de incorporarse a la coalición. La contradicción de fondo es que Estados Unidos
ha planteado que las acciones deben estar encaminadas a derrocar el gobierno de
Bashar el Assad, mientras que Rusia sostiene que la única forma de derrotar el
terrorismo es contando con la participación activa y protagónica de Siria, su
gobierno y sus fuerzas armadas. Por el contrario, Estados Unidos se ha negado a
facilitar a Rusia los datos de inteligencia que posee sobre los grupos
terroristas, convirtiéndose de esa forma en protector, cómplice y salvaguarda
de dichas organizaciones a las que dice combatir.
En el trasfondo,
las acciones de una y otra coalición han puesto en el tapete del debate
internacional las intenciones reales de cada alianza en su lucha contra el
terrorismo. El nerviosismo del gobierno de Estados Unidos surge de que las
acciones realizadas por Rusia y sus aliados le conducen a perder la bandera de
lucha contra el terrorismo que izaron a partir del 11 de septiembre de 2001 y
que tanto al gobierno republicano como al demócrata les ha servido como eje
estructurador de las relaciones internacionales a nivel global, bajo su
hegemonía. Aquel discurso del presidente Bush del 20 de septiembre de ese año
cuando dijo: “O están con nosotros o están con el terrorismo”, ha perdido total
validez. La cercanía de Estados Unidos con los terroristas se ha hecho
evidente, hoy los protegen evitando que otros les puedan dar golpes efectivos,
a fin de causarle pérdidas reales a su máquina de muerte y destrucción. Al
perder la bandera de adalid en la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos
está destruyendo el principal instrumento que había utilizado en su intención
de configurar un nuevo mapa del Medio Oriente, creando territorios y naciones que
sirvan a sus intereses imperiales. Esto, evidentemente tendrá trascendentales
repercusiones en la región y en todo el mundo
Los altos mandos guerreristas e invasores han caído en su propia mentira... Estas mentiras son tan evidentes que uno se asusta de que tales tonterias (lucha contra dictadores y terroristas) se usen como razón para invadir, destruir y apropiarse de los bienes de todos esos pueblos y es hasta ridículo que crean que uno les cree.
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