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sábado, 5 de marzo de 2016

Estados Unidos después del supermartes

En una sociedad munida de consumismo y anticomunismo, resulta notable que Sanders haya llegado lejos. Como suele suceder  en todo país en crisis, la ultraderecha capitaliza el descontento que atribuye la catástrofe a los “otros”. Pero en Estados Unidos de América, por fortuna el progresismo también ha avanzado.

Carlos Figueroa Ibarra
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Las elecciones en Estados Unidos de América siempre causan un gran interés. No es para menos, de lo que en ellas suceda depende el destino de miles  de millones de seres humanos en todo el mundo en los siguientes cuatro u ocho años. Y por ello, buena parte del destino de la humanidad la tiene en sus manos el electorado estadounidense, el cual en mi opinión, pocas veces  da muestra  de lucidez en sus decisiones. Allí estan Nixon en 1968,  Reagan en 1980, Bush el chico en 2000 para citar los casos más relevantes.

En el proceso electoral de 2015, una parte del electorado estadounidense da una vez más muestras de su cortedad de miras con el apoyo que le está dando a Donald Trump. Resulta preocupante que el “Tea Party” (la ultraderecha religiosa, racista, xenófoba y chauvinista) sea ya tan fuerte que está  por definir que el candidato del partido republicano  sea precisamente Trump. Es Trump un personaje tan torpe y extremista, que la propia dirigencia republicana se encuentra  verdaderamente preocupada de que finalmente sea su candidato. Tiene motivos para ello, Trump ganó las primarias en  siete de los once estados este “supermartes”, llamado así porque es el día en que se eligen un 25% de los votos electorales en el anticuado sistema electoral estadounidense.

Paradójicamente, a la par de que la ultraderecha triunfa en el bando republicano, en el demócrata ha surgido la estrella ascendente de un político socialdemócrata de izquierda que tiene una trayectoria sumamente exitosa y atípica para lo que es la conciencia del estadounidense medio. Bernie Sanders desde muy joven se adhirió a las ideas del socialismo democrático, encabezó el primer plantón contra el apartheid racial en el Estado de Chicago, rehusó ser enlistado para ir a la guerra de Vietnam y siempre se ha declarado favorable al socialismo nórdico. Como político independiente ganó tres veces la alcaldía de Burlington (Vermont) y luego estuvo 16 años como diputado para finalmente llegar a ser Senador en 2007.

Este “supermartes”, Hillary Clinton lo superó en seis de los 11 estados en disputa,  aunque en Masachussets su victoria fue cerrada. Aunque hoy Clinton y Trump se perfilan como los candidatos presidenciales, Sanders ya ha hecho historia. Enemigo del gran dinero, ha preferido la recaudación ciudadana de poca monta: en febrero de 2016, recaudó 42 millones de dólares a través de 1.4 millones de donantes que dieron un promedio de 30 dólares cada uno.  Acaso Bernie Sanders sea el síntoma de un malestar profundo contra el neoliberalismo. En una encuesta realizada por el New York Times en noviembre pasado, el 56% de los demócratas fueron favorables al socialismo mientras que en 2011 otra encuesta en jóvenes reveló que el 49% tenían similar opinión.

En una sociedad munida de consumismo y anticomunismo, resulta notable que Sanders haya llegado lejos. Como suele suceder  en todo país en crisis, la ultraderecha capitaliza el descontento que atribuye la catástrofe a los “otros”. Pero en Estados Unidos de América, por fortuna el progresismo también ha avanzado.

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