Presentamos una
entrevista realizada a Ramón Martínez, fundador y director del portal digital COLAREBO -Comunidad Latinoamericana Revolucionaria Bolivariana- y
analista político, quien puede ofrecer una mirada más objetiva sobre la actual
realidad venezolana.
Marcelo Colussi / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de
Guatemala
Ramón Martínez, fundador de COLAREBO. |
Según la prensa
comercial mundial, Venezuela vive hoy un caos sin precedentes. De acuerdo a esa
matriz de opinión, globalmente generalizada, el país se encuentra colapsado, y
la única salida posible es la retirada del gobierno del actual presidente,
Nicolás Maduro, para lo que se impulsa un referéndum revocatorio.
No hay dudas que la
situación diaria del ciudadano venezolano de a pie está complicada: se asiste a
un proceso de desabastecimiento profundo, con precios que se han disparado por
las nubes, y un gobierno que, más allá de la declaración de socialista, no está
dando todas las respuestas que la población requiere. Desde sectores de izquierda, que no se
desentienden del proceso bolivariano abierto por Hugo Chávez pero que lo
acompañan críticamente, se proponen alternativas. Lo que propone la derecha por
supuesto que no es solución para las grandes mayorías populares: es solo el
fervoroso deseo de terminar de una vez por todas con un proceso político donde
perdió protagonismo y, al menos para Washington, puede peligrar a futuro el
manejo de los pozos petroleros (peligrar, por supuesto, para su geoestrategia
de dominación).
Evidentemente, la
revolución pasa por un momento difícil. En concreto: no hay avances hacia el
socialismo (se mantiene la economía de mercado, y quien dirige las palancas de
la sociedad venezolana sigue siendo el gran capital). Según esa prensa pro
capitalista, la experiencia de este “socialismo del siglo XXI” es un desastre
fenomenal, con lo que ratifica que todo socialismo es sólo pobreza y penurias
para la población. Detrás de ello, claro está, se encuentra la voracidad del
imperio estadounidense, que no desea perder las reservas de petróleo más
grandes del mundo, las que considera como parte de su “patio trasero”. De ahí
que la imagen generalizada que se ofrece de Venezuela es de una dictadura
intolerante, caótica, ineficiente y corrupta, que hambrea y reprime a su gente.
La derecha nacional, nucleada políticamente en la opositora MUD -Mesa de la
Unidad Democrática- hace el coro a esa iniciativa impulsada por Estados Unidos.
En definitiva: terminar con el experimento chavista y volver a los tiempos
donde el petróleo era manejado por una tecnocracia favorable a los planes del
imperio, con Miss Universos a la orden del día y la imagen de una sociedad
“democrática y feliz” (cosa que, por supuesto, nunca existió).
De todos modos, para
intentar mostrar una cara distinta a la que ofrece la industria mediática
global (de derecha, por supuesto), nos parece oportuno dar la voz a otra
visión. De ahí que aquí presentamos una entrevista realizada a Ramón Martínez,
fundador y director del portal digital COLAREBO -Comunidad
Latinoamericana Revolucionaria Bolivariana- y analista político, quien puede
ofrecer una mirada más objetiva sobre la actual realidad venezolana.
Está claro que lo que
vive el país caribeño no es, en términos estrictos, un proceso socialista. El
mismo entrevistado lo afirma: «ninguno de estos son gobiernos socialistas en
sentido estricto; no son marxistas en sentido clásico, pero sí impulsan mejoras
para las grandes mayorías populares. No son gobiernos que llegaron a través de
una revolución socialista, pero sí están en contra de las políticas imperiales.
Esto le duele a la derecha». Sin embargo, por una cuestión de soberanía mínima,
de dignidad y respeto a la autodeterminación y soberanía de los pueblos, nadie
tiene derecho a entrometerse en estos asuntos internos que solo los venezolanos
deben decidir.
______________
Pregunta: ¿Cómo
es ese caos que tanto publicita la prensa comercial por todas partes? ¿Es
invivible el país? ¿Qué está sucediendo en realidad?
Respuesta: Se dicen muchas cosas
de Venezuela: que es un caos, que aquí nada funciona, que se vive bajo una
dictadura. Todo eso es parte de una guerra que se lleva en contra del proceso
bolivariano, que ya lleva 17 años intentando construir una nueva sociedad. No
se puede dejar de tener en cuenta que esos cambios se vienen realizando dentro
del marco de un sistema democrático, donde la gran mayoría de la población
eligió ese camino a través de un voto. Es decir: la población quiere esto, por
eso lo eligió democráticamente. El proceso bolivariano se sostiene genuinamente
del voto popular. Desde que ganara el presidente Hugo Chávez en 1998,
continuamente se han venido haciendo elecciones abiertas, limpias y
transparentes, y es el pueblo el que ha venido eligiendo esto que tenemos. Aquí
no hay ninguna imposición. El gobierno que se abrió desde entonces ha traído
una serie de mejoras a la población; eso es incuestionable. Por eso es imposible
hablar de caos. El caos, en realidad, lo constituían los gobiernos anteriores,
lo que se llamó la IV República. Con la llegada del comandante Chávez comenzó
un proceso de rescate de la soberanía nacional para beneficio del pueblo
venezolano. Por eso su gobierno recibió todo tipo de ataques: intento de golpe
de Estado, sabotaje petrolero, continuo acoso por todos los medios. No hay que
olvidarse que Venezuela está en la mira de la voracidad capitalista externa,
pues es la principal reserva petrolífera del mundo, disponiendo también de
grandes reservas de gas y de coltán, el llamado oro azul, además de otros
minerales estratégicos. Pero además de eso, Venezuela ha contribuido durante
estos últimos años a crear una nueva visión de Latinoamérica ante el mundo y
ante el imperio estadounidense, poniendo en marcha procesos como el ALBA, la
UNASUR y la CELAT. Todo esto dejando de lado a Estados Unidos, mandando un
mensaje de independencia, de no injerencia. Ello, entonces, le ha valido la
declaratoria de guerra por parte del imperialismo norteamericano. De ahí viene
todo este ataque mediático de desprestigio y confrontación, que en realidad
hace ya años existe, pero que ahora ha arreciado. Así vemos el actual eje
Washington-Madrid-Bogotá actuando a toda máquina para derrocar al proceso
bolivariano. La derecha internacional esperaba que con la muerte de Hugo Chávez
y la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia se cayera todo lo construido en
estos años y se diera marcha atrás con los avances de la revolución. Pero no
fue así. Maduro ganó democráticamente la presidencia. El proceso bolivariano
siguió adelante, aunque con grandes dificultades, por el acoso continuo al que
se vio sometido, por las presiones y los ataques repetidos en todos los
ámbitos.
Pregunta: Hablemos
un poco de esas dificultades. ¿Cómo está la situación en el día a día para el
venezolano de a pie?
Respuesta: Producto de toda esa
presión no hay dudas que se ha creado una situación donde existen problemas,
muchos problemas. Es cierto que hay una situación económica difícil, muy
complicada para la población. La baja de los precios del petróleo a nivel
internacional representó un golpe duro para la economía nacional.
Lamentablemente seguimos siendo un país rentista, sin producción propia, y dependemos
de las importaciones en casi todo, aún en los alimentos. El precio del barril
de petróleo cayó a 20 dólares como producto de la manipulación de las bolsas de
valores que intentan bombardear a Venezuela [así como a Rusia y a Irán, todos
grandes productores petroleros], habiendo llegado a estar cerca de 200 dólares
en otro momento, y eso desarticuló en muy buena medida la economía.
Asistimos también a un
desabastecimiento programado. Hoy existe una economía paralela en el país,
siendo determinados grupos los que manejan los productos de primera necesidad.
Los “bachaqueros”, como se les llama, son los que controlan eso: la harina-pan,
el arroz, la pasta. Ellos son los que crean el desabastecimiento y elevan los
precios por las nubes. Para darse una idea: un kilo de harina-pan, con lo que
se hace la arepa, la comida nacional por excelencia, según el precio regulado
por el gobierno está a 200 bolívares, y los bachaqueros la venden a 2.500
bolívares. O un litro de leche, que según el precio regulado anda por los 300
bolívares, los especuladores la venden hasta en 4.000 bolívares. Todo eso
genera mucho malestar e inestabilidad en la población. Se producen largas colas
para adquirir los productos de primera necesidad subsidiados por el Estado. Y
ahí existe un problema muy importante que hay que destacar: en esas colas
trabajan las mafias de los bachaqueros, azuzando a la población
sobredimensionando el malestar, atacando al gobierno, descalificándolo. Ante
ello el gobierno bolivariano ha reaccionado creando lo que se llaman CLAP:
Comités Locales de Abastecimiento y Producción. Con estos mecanismos se intenta
remediar la situación, distribuyendo los productos básicos que las mafias hacen
desaparecer de los estantes. Los conforman los Consejos Comunales, el Frente Francisco
de Miranda, la Unión Nacional de Mujeres y distintas organizaciones locales que
están con la revolución. Con esto se mitiga la acción de desabastecimiento que
la derecha está realizando, llegando así a vastos sectores populares. Hay
problemas con la carne vacuna y de pollo, porque las grandes empresas privadas
que importan esos productos participan también del desabastecimiento. De hecho,
esas empresas son los principales bachaqueros que atacan al gobierno,
especulando con los precios, vendiendo a lo que se les dé la gana, o
simplemente sacando los productos del mercado produciendo un caos, pues si
faltan los alimentos básicos, la población se desespera.
Una de las principales
redes de especulación la maneja el Sr. Lorenzo Mendoza, el mayor empresario de
Venezuela, dueño de las compañías Polar, que produce cerveza, y dedicado
igualmente a la importación de diversos productos. El gran problema es que hay
poca producción nacional, y la mayor parte se compra afuera, por lo que el
Estado queda a merced de estas empresas privadas, las que especulan a sus
anchas. Eso demuestra un problema estructural básico del país: se sigue
viviendo de la renta petrolera dejándose de lado la producción propia. Por eso,
en este momento el gobierno está impulsando los huertos urbanos, como una forma
de ir introduciendo una nueva cultura, para salir del rentismo petrolero y no
depender de las importaciones. De ahí que una muy buena parte de la población
urbana ha comenzado a producir hortalizas y verduras en pequeños huertos
hogareños: lechuga, tomate, cebollín, pimentón. Esos son principios paliativos
para enfrentar la crisis actual.
Pregunta: La
prensa comercial, los grandes medios de comunicación que moldean la opinión
pública, hablan de represión del gobierno contra la población que busca
desesperada sus alimentos básicos. ¿Cómo está eso?
Respuesta: A la derecha lo que
menos le importa es la gente, el ciudadano común de carne y hueso, el pobrerío.
Lo único que quiere es sacarse de encima al gobierno bolivariano; por eso
implementa toda esta política de agresión contra la revolución, el
desabastecimiento, la polarización, la denuncia de desgobierno y caos con que
inundan todo el espacio mediático. En definitiva, si alguien sufre con todo
eso, es la misma población a la que la derecha dice defender y por quien
supuestamente está preocupada. Lo que la derecha impulsa es la salida del
presidente Maduro a través de un referéndum; para eso le sirve este caos
económico que está produciendo. El desabastecimiento y la inflación traen
malestar, sin dudas. Y efectivamente ha habido protestas de la gente, porque el
desabastecimiento y las largas colas molestan, eso es claro. Pero lo que
circula por los medios masivos de comunicación es falso: es una exageración,
una manipulación interesada. Mucho de ese malestar se debe a provocadores que
incitan a la población, cuando llegan a las colas y gritan contra el gobierno,
protestan contra el hambre como supuesto producto de la ineficiencia de Maduro
y de esta “dictadura castro-comunista que nos tiene sojuzgados”. Por supuesto
que todos esos manejos intentan llevar a la desesperación; y en cierta forma lo
logran. Luego llega la prensa y habla del caos. Ha habido muertos, es cierto,
pero eso es producto de esos enfrentamientos un poco artificiales que los
provocadores incentivan. No es cierto que haya una abierta represión contra la
población. Estamos absolutamente lejos de un Estado represor que dispara contra
su población.
Pregunta: ¿Cuáles
son las consecuencias políticas de todo este malestar para el gobierno
bolivariano y para el país en su conjunto?
Respuesta: La Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela tiene entre sus artículos un mecanismo que
se llama referéndum constitucional. Eso autoriza a que los ciudadanos pueden solicitar
el referéndum para cualquier mandatario en cualquier momento, desde un concejal
hasta el presidente de la república, siguiendo ciertas normas establecidas. Por
ejemplo, se puede solicitar ese referéndum revocatorio a partir de una
determinada cantidad de firmas de la población y a partir de la mitad del
período de gobierno ya cumplido para el funcionario en cuestión. Todo esto lo
organiza el Consejo Nacional Electoral, que es la autoridad en materia
electoral en el país. Se necesita un 1% de firmas de ciudadanos del padrón
electoral para poder pedir un referéndum revocatorio. Ahora la derecha está
exigiendo la salida del presidente Maduro a través de un referéndum, para lo
que presentó una cantidad de firmas, agitando las aguas con eso a través de los
medios de comunicación. Sin embargo esos listados de firmas deben pasar por un
proceso de depuración que hace el Consejo Nacional Electoral, para verificar
que sean todas legítimas, viendo si coinciden las firmas y las huellas
dactilares. ¿Y qué sucedió? Que se detectó una larga serie de irregularidades
en esos listados: alrededor de 11.000 muertos aparecen firmando para pedir el
referéndum. Otros 3.000 ciudadanos que están detenidos, y por tanto pierden sus
derechos electorales, aparecen firmando también. Además, el Consejo Nacional
Electoral detectó inconsistencia en 600.000 firmas de las 1.900.000 firmas
presentadas, por lo que oficialmente reconoce un millón 300.000 firmas válidas.
Esto demuestra que la derecha política está dispuesta a hacer cualquier cosa,
incluso cometiendo ilegalidades, para detener el proceso bolivariano. Aunque ya
en este momento los tiempos no le dan para plantear el referéndum, porque hay
tiempos fijados por ley, y la derecha los incumplió, se presenta el caso como
una negativa del gobierno a aceptar esa supuesta voluntad popular que está
pidiendo la salida del presidente. Con ese argumento, tanto dentro de Venezuela
como por todo el mundo, levantan el grito de dictadura, acusando al gobierno de
no querer transparentarse democráticamente. De todos modos, la gran mayoría del
pueblo venezolano ve y se da cuenta cómo es la situación, y reconoce el manejo
sucio que está haciendo la oposición, tanto con la guerra económica debida al
desabastecimiento como con la forma en que está manejando el tema del
referéndum revocatorio.
Pregunta: ¿Por
qué la derecha actúa así, si en términos económicos no está afectada?
Respuesta: Podemos ver que hay
una intención de la derecha internacional de detener cualquier proceso de
democratización popular, de avance hacia planteos sociales que le den
protagonismo a los trabajadores, por lo que se hace cualquier cosa para detener
esos cambios, tal como vemos que se está realizando en Venezuela, en Brasil, en
Bolivia, en Argentina. La idea es sacar de en medio cualquier proceso que se
plantee soberanía nacional. Sabemos que ninguno de estos son gobiernos
socialistas en sentido estricto; no son marxistas en sentido clásico, pero sí
impulsan mejoras para las grandes mayorías populares. No son gobiernos que llegaron
a través de una revolución socialista, pero sí están en contra de las políticas
imperiales. Esto le duele a la derecha, y aquí en Venezuela, aunque las grandes
empresas mantienen sus negocios, han salido de la dirección política del país.
Eso es algo que no perdonan, y por eso mismo el imperio también reacciona. En
definitiva esto permite ver que la derecha económica desea manejar todo,
también la esfera política. Lo que no perdonan es la intención de soberanía.
Lamentablemente siempre habrá gente culta e intelectual al servicio del imperio como los grandes comunicadores que a leguas se nota el discurso tendencioso que busca manipular al receptor, y aquí cabe hacer una pregunta ¿su posición obedece a que saben o tienen información privilegiada a que fuera del imperialismo no se puede construir nada? ¿o simples egocentrista que por estar en primer plano son capaces de vender su dignidad? ¿o quizás defensores de sus propios intereses? En ese sentido es cuando lamentamos que la sociedad no esté educada y por ende sea crítica para contrarrestar esos despropósitos que en todo momento lanza la prensa con la intención de desinformar y crear el caos para poder intervenir y arreglarlo todo, según “ellos”.
ResponderEliminarLamentablemente siempre habrá gente culta e intelectual al servicio del imperio como los grandes comunicadores que a leguas se nota el discurso tendencioso que busca manipular al receptor, y aquí cabe hacer una pregunta ¿su posición obedece a que saben o tienen información privilegiada a que fuera del imperialismo no se puede construir nada? ¿o simples egocentrista que por estar en primer plano son capaces de vender su dignidad? ¿o quizás defensores de sus propios intereses? En ese sentido es cuando lamentamos que la sociedad no esté educada y por ende sea crítica para contrarrestar esos despropósitos que en todo momento lanza la prensa con la intención de desinformar y crear el caos para poder intervenir y arreglarlo todo, según “ellos”.
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