Hecha trizas la
parafernalia antivenezolana en la OEA, guiémonos por Martí, vayamos al espíritu
de las cosas y no a sus formas y, como Argos Panopte, tengamos bien abiertos
los cien ojos para captar lo real e impedir que el brillo fementido de un nuevo
Estado de bienestar nos deje ciegos.
Luis Manuel Arce Isaac / Prensa Latina
Me decía mi talentoso
amigo panameño Guillermo Castro, hurgador de las raíces y del abono que
fertiliza a la sociedad contemporánea, que "más allá de una confrontación
entre el capitalismo de ayer y el de hoy, no encuentra uno ninguna expresión
clara de disposición de ir más allá de ese capitalismo".
No se crea que es una
visión apocalíptica de las luchas sociales en Latinoamérica, ni mucho menos una
expresión de desencanto racional y espiritual por lo que acontece en estos
momentos en algunos países en esta parte de nuestro hemisferio que pone en duda
hasta el concepto mismo de Socialismo del Siglo XXI.
Es una inquietud
dramáticamente razonada que me llega por un artículo sobre la lucha de clases
en Latinoamérica puesta muy de manifiesto en Venezuela, Brasil, Argentina,
Bolivia, Ecuador e incluso Paraguay, lo cual no significa que alguna nación de
nuestro hemisferio esté libre de ese fenómeno histórico-social.
Vistos esos casos,
admito con Guillermo que, de forma general, en las circunstancias actuales
"se lucha contra el neoliberalismo en nombre de reivindicaciones que
finalmente sintetizan la demanda de un regreso al llamado Estado de
bienestar/Estado desarrollista creado en su momento por un populismo
liberal-nacionalista que hoy carece de asidero en la realidad".
Creo que hay allí un
mensaje acerca del camino que las sociedades de nuestro tiempo no deben
recorrer para evitar que lo que se ha podido avanzar en el contexto regional en
materia de integración colectiva e independencia económica sea afectado por
engañosos procesos semejantes a las tesis cepalinas del siglo pasado con Raúl
Prebisch y Singer, o al New Deal estadounidense que no impidió la Segunda
Guerra Mundial.
Impulsado por el
expresidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt para paliar los graves
efectos de la depresión de 1929 al que tanto sirvió la teoría de John Maynard
Keynes sobre la intervención estatal en la economía para reactivar el consumo
de las masas, el New Deal también estuvo en la base del acuerdo de Bretton
Woods que consagró el keynesianismo y allanó el camino al Plan Marshall y al
nacimiento de la Comunidad Europea.
Mi amigo decía que
"todos estamos hoy en una circunstancia semejante, que nos obliga a
imaginar nuestras alternativas de futuro a partir de los lenguajes del pasado".
Y esas palabras me
recuerdan declaraciones recientes del exministro de Finanzas griego Yanis
Varoufakis quien, a pesar de no ser reformista y estar a favor del cambio como
desean las izquierdas en todos los continentes, estima que debemos estar dentro
de la institución capitalista para poder cambiarla desde la confrontación.
Después de todo,
asegura, así es como transcurre la historia, a través de la tesis y la
antítesis, de las clases. Olvidó decir que también desde los extremos de la
unidad y lucha de los contrarios.
En América del Sur los
gobiernos progresistas de Argentina, Brasil, Ecuador, Paraguay y Bolivia, y en
un grado muy especial Venezuela con una revolución social más definida, han
intentado realizar cambios pero sin poder liberarse de la camisa de fuerza del
capitalismo con sus largas y atenazadoras mangas financieras, en medio de una
aguda lucha ideológica y una tenaz resistencia neoliberal que ha provocado
innegables retrocesos de la izquierda.
Guillermo indica que
"hacemos buen periodismo de denuncia, pero poco periodismo de análisis, y
muy poco de propuesta práctica. Hacia allá nos lleva el despliegue de las
nuevas realidades, sin embargo, como lleva a la playa al náufrago el sucederse
de las olas de la marea que sube. Porque de lo que no cabe duda es que está
subiendo".
Su conclusión es un
verdadero reto: "Lo que para otros puede parecer una limitación, para
nosotros es un desafío constante: ir más allá, incluso, de las percepciones de
la realidad y de sí mismos que tienen los protagonistas del diario trajinar de
nuestros pueblos".
Varoufakis, un marxista
que suministró los santos óleos al socialismo pero al mismo tiempo diagnosticó
la fase terminal del capitalismo, camina con botas europeas por un sendero
semejante al indicado por Guillermo para América.
"Sabiendo que
vamos a asistir a una descomposición del poder de las empresas, la cuestión
consiste actualmente en saber qué es lo que va a reemplazarlas".
"¿Vamos hacia un
escenario de segunda era del maquinismo, con un fracaso masivo en producir
suficiente demanda para los productos de estas máquinas o encontraremos una vía
en la que reestructuremos la forma en la que mantenemos relaciones entre
nosotros y relaciones con las máquinas para producir y compartir la prosperidad
que estas tecnologías hacen posible?"
¿Estas interrogantes
del economista greco-australiano significan que no existe la posibilidad de un
Socialismo del Siglo XXI o que ha dejado de ser una alternativa al capitalismo
o una meta del difícil y complejo período de transición como algunos suelen
denominar a los gobiernos progresistas? ¿Estamos en un limbo entre el
capitalismo decadente y el socialismo inerte?
Varoufakis responde en
estos términos: "Es una cuestión política. No se puede resolver por medio
de abogados ni por medio de compradores ni de vendedores. Hace falta un
esfuerzo por parte de los gobiernos, de los actores del mercado financiero, así
como del mundo empresarial. Hay que crear algo nuevo, y acaso se le llame
postcapitalismo. En todos los casos, el tipo de acuerdo que resulte de ello
será enormemente inestable".
Guillermo, por su
parte, acude a "una advertencia que José Martí dejó en su artículo sobre
la conferencia monetaria de las repúblicas de América, en mayo de 1891: A lo
que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real
es lo que importa, no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se
ve."
Hecha trizas la
parafernalia antivenezolana en la OEA, guiémonos por Martí, vayamos al espíritu
de las cosas y no a sus formas y, como Argos Panopte, tengamos bien abiertos
los cien ojos para captar lo real e impedir que el brillo fementido de un nuevo
Estado de bienestar nos deje ciegos.
El Capitalismo, Post Capitalismo, Socialismo. Tenemos que encasiñlarlas en los Modos de Produccion: Capitalio=propietarios de Medios de Produccion y Propietarios de Mano de Obra. Post Capitalismo, Socialismo se asume desaparecen las dos Categorias Sociales del Capitalismo, los medios de produccion debe estar en manos de todo el pueblo, administrado no por los que hicieron la toma del poder, sino ellos entregar a los verdaderos denios el Pueblo. Que debe organizarse politicamente para dirigir la nueva sociedad de todos para ello falta que el Capitalismo ya no permita el dedarrollo de los pueblos y del mismo capital, esto como vemos ya empezo. Ver EE UU, Espania etc.
ResponderEliminarEl Capitalismo, Post Capitalismo, Socialismo. Tenemos que encasiñlarlas en los Modos de Produccion: Capitalio=propietarios de Medios de Produccion y Propietarios de Mano de Obra. Post Capitalismo, Socialismo se asume desaparecen las dos Categorias Sociales del Capitalismo, los medios de produccion debe estar en manos de todo el pueblo, administrado no por los que hicieron la toma del poder, sino ellos entregar a los verdaderos denios el Pueblo. Que debe organizarse politicamente para dirigir la nueva sociedad de todos para ello falta que el Capitalismo ya no permita el dedarrollo de los pueblos y del mismo capital, esto como vemos ya empezo. Ver EE UU, Espania etc.
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