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sábado, 9 de julio de 2016

Colombia, el cese al fuego y la derrota del uribismo

Lograr que se firmaran los acuerdos del cese al fuego es un golpe duro contra los intereses del uribismo, de Washington y de las fuerzas de derecha colombiana en la región. Todo este tiempo se habían pasado petardeando los diálogos, y ahora, no les quedó otra opción que sumarse a encender las candelas de la paz (que crean y apuesten por eso es otra cosa).

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

La firma del acuerdo de cese al fuego entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC-EP en La Habana el pasado 23 de junio, es un hecho que no puede pasar inadvertido para quienes apuestan a sociedades democráticas donde se respeten los derechos humanos. Este es el resultado de un largo proceso de negociación entre ambas partes, que contó con la participación de los Gobiernos de Cuba, Venezuela, Chile y Noruega, como garantes de la Mesa de Conversaciones.

Ambas partes han mostrado voluntad por iniciar un nuevo camino -largo y complejo- que asegure un final donde la violencia no sea el camino para lograr una sociedad más humana. Juan Manuel Santos presidente de Colombia es quien más ha querido capitalizar políticamente estos acuerdos. Si bien su gobierno no actuó igual al de Álvaro Uribe con respecto a la disposición de sentarse a conversar con la guerrilla, también es cierto que en muchas ocasiones se prestó para tensionar el diálogo. ¿Cómo olvidar que en junio de 2013 él determinó mediante acuerdo que Colombia sea aliado extracontinental de la OTAN? Así Juan Manuel Santos le decía al mundo que él era el mejor aliado de Washington, y que su afán era convertir a Colombia en el policía regional. Estas pretensiones se iniciaron con Álvaro Uribe, quien una semana sí y la otra también, solía lanzar provocaciones y calumnias contra la Revolución Bolivariana encabezada entonces por Hugo Chávez.

Es conocida la guerra sucia que el expresidente Álvaro Uribe realizó, usando el paramilitarismo. Hoy se sabe que buena parte de su entorno familiar ha estado vinculado desde los años noventa a los paramilitares; por eso no debe extrañar la detención de Santiago Uribe, hermano de Álvaro Uribe, el pasado mes de febrero.

El primer enemigo de los diálogos de paz siempre fue Uribe. La guerra, al igual que el narcotráfico fueron sus mejores aliados; y como peón leal a los intereses imperialistas, usó el terror para tener atemorizado a Colombia y a los países vecinos. Las guerrillas colombianas fueron el pretexto perfecto para que el imperio estableciera sus bases militares en ese país y desde ahí aumentara el control regional.

En tiempos en los que las fuerzas progresistas tanto en Argentina como en Brasil viven sus propios reveses, la continuidad de la guerra en Colombia hubiera sido un buen negocio para las oligarquías latinoamericanas, toda vez que desde la perspectiva de la derecha se justifica la represión, las desapariciones, el aumento de la pobreza, las asimetrías sociales y la criminalización de la pobreza (los gobiernos de derecha siempre fueron duchos en estas prácticas).

Lograr que se firmaran los acuerdos del cese al fuego es un golpe duro contra los intereses del uribismo, de Washington y de las fuerzas de derecha colombiana en la región. Todo este tiempo se habían pasado petardeando los diálogos, y ahora, no les quedó otra opción que sumarse a encender las candelas de la paz (que crean y apuesten por eso es otra cosa). Otro de los grandes perdedores ha sido la prensa oligárquica de América Latina que siempre estuvo de lado de las políticas de terror del uribismo. También han sido derrotados Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa, Andrés Oppenheimer y Mario Vargas Llosa, que solían aparecer cada semana en CNN, publicitando y elogiando el gobierno del “pacifista” Álvaro Uribe.

En la II Cumbre de la CELAC en La Habana en enero de 2014, América Latina y el Caribe fueron declarados Zonas de Paz. Contrario al discurso calumnioso de la prensa comercial que siempre le atribuyó la violencia a los grupos de izquierda, fue en esa Cumbre, que los gobiernos progresistas evidenciaron ser los mayores interesados por la paz en la región. Pero ese es otro de los temas que la prensa comercial silencia. ¿Acaso es poca cosa que haya sido la Revolución Cubana quien brindara todas las facilidades de seguridad, logísticas y diplomáticas para estos diálogos de paz? ¿Cuántos otros países estarían en capacidad de hacerlo? Para entender un poco más y mejor la historia de este largo camino hacia la paz en Colombia debe tomarse en cuenta el libro -abundantemente documentado-, escrito por Fidel Castro, La paz en Colombia.

Entre las muchas preguntas que quedan por responder, surge una muy significativa: ¿alcanzarán los acuerdos del cese al fuego para que el canalla Álvaro Uribe pague en la cárcel por todos los crimines cometidos?

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