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sábado, 14 de enero de 2017

América Latina en el laberinto de la crisis mundial del capitalismo

Esta crisis es también una crisis de alternativas porque, a estas alturas, ya no está tan claro, como parecía estarlo hace treinta años, que el socialismo sea la alternativa, y eso crea confusión en las filas de quienes no apuestan por los intentos de salida de la crisis a través de más capitalismo.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

La tendencia dominante en nuestros días es la de la continuidad y profundización de la  crisis del capitalismo en el mundo. Frente a nuestros ojos se tambalean gigantes corporativos como el Deutsche Bank, o surgen controversias como la del pago de impuestos de Apple a Irlanda por una cantidad que equivale a su presupuesto anual en salud. Mencionamos solamente a manera de ejemplo estos dos casos recientes, de hace no más de cuatro meses, como episodios de esta situación.

En este contexto, el problema central de nuestra época es esta crisis del capitalismo y las formas que ha asumió actualmente en su desarrollo. La más importante: la globalización neoliberal.


Las reacciones a la crisis del capitalismo contemporáneo se está manifestando en nuestros días como una resistencia o rebelión ante la globalización. Los dos ejemplos recientes harto conocidos son el Brexit en Gran Bretaña y el fenómeno Trump en los Estados Unidos. Son reacciones que provienen de la derecha y que critican la estrategia central de expansión del capitalismo en los últimos cuarenta años.

Esta crisis del capitalismo es también una crisis civilizatoria, es decir, de la forma dominante de vinculación de la humanidad con su medio ambiente, entendiéndolo a este como el entorno natural humanizado.

Esta crisis es también una crisis de alternativas porque, a estas alturas, ya no está tan claro, como parecía estarlo hace treinta años, que el socialismo sea la alternativa, y eso crea confusión en las filas de quienes no apuestan por los intentos de salida de la crisis a través de más capitalismo. Esta situación está siendo aprovechada, mundialmente, por las fuerzas de derecha.

En este contexto, en América Latina, como continente en donde se han intentado respuestas que se consideran a sí mismas como alternativas, deberíamos hacer un balance de los procesos de cambio que han ocupado nuestra atención desde por lo menos la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998. Un balance del papel y la situación de los sujetos políticos que hicieron posible esta situación. En este sentido, es importante el tema de la democracia, lo que expresado en clave progresista o de izquierda quiere decir el tema de la participación popular. Asimismo, el tema de la articulación del nuevo modelo reivindicativo, en el cual tienen un lugar central los de los derechos de la naturaleza, los de la soberanía alimentaria, los de la soberanía energética, los de la soberanía financiera (que implica debatir el modelo económico).

Y, a partir de ese balance, pensar en cómo articular la concreción de un sujeto popular que exprese una alternativa frente al capitalismo que incluya todos esos temas como un programa de cambio.

Esto está en pañales. Lo que los gobiernos progresistas latinoamericanos han logrado hacer en estos años ha sido a la creación de un sujeto consumista y, por lo tanto, acorde con el modelo humano neoliberal: han ampliado el horizonte del consumo y no han construido una alternativa al capitalismo.

El capitalismo busca seguir con la inserción subordinada de América Latina que se expresa en esa vieja metáfora de nuestras tierras como traspatio de los Estados Unidos. Proyectos populares que apuesten por un modelo alternativo al capitalismo deberían establecer estrategias para cambiar esta situación. Esto solo se logra mediante el trabajo mancomunado y solidario de todos los países latinoamericanos. Es por eso que los esfuerzos que apuntan a la integración cooperativa y solidaria como la ALBA, UNASUR y otros orientan en la dirección correcta.

América Latina ha sido el principal lugar del planeta que en los últimos veinte años ha intentado construir una alternativa al capitalismo desde posiciones progresistas y de izquierda. Actualmente, tal emprendimiento ha perdido vigor, pero es fuente de grandes enseñanzas para la construcción de un proyecto distinto al de la derecha mundial, que está irrumpiendo con fuerza en la vida política contemporánea.

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