El
contexto actual latinoamericano deja en claro la importancia de retomar los esfuerzos
de integración y unidad; el presente exige la reflexión crítica para encontrar
salidas humanas a los proyectos de terror que nuevamente amenazan la existencia
en el mundo.
Cristóbal
León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México
I
Utopía nuestra la unidad y la integración de
nuestros pueblos en una sola congregación compuesta por la raíz compartida, la misma desde el río
bravo hasta la Patagonia, fronteras difusas de una identidad común, nuestras
naciones nacieron hermanadas en la tragedia de la historia, forjaron patria
quienes con su vida y sus actos dieron rumbo a los ideales de próceres que
soñaron con el mejoramiento humano, la independencia como bandera y guía de la
esperanza, Nuestra América tiene su génesis en la dignidad de las mujeres y
hombres de piel multicolor, en el esfuerzo diario por ser como somos sin
condicionamientos ni condicionantes, libres, siempre libres, porque las cadenas
apresan los cuerpos pero las ideas surcan los cielos sin presidio, la libertad
y la independencia son la sangre que recorre nuestra venas, si la utopía es
soñar, soñamos despiertos con los pies descalzos andando los senderos de la
dignidad.
La colonia fue el trauma que aún vivimos,
continúa viviendo en la república como advirtió José Martí, nuestros pueblos
padecen el letargo lacerante del pasado, las manifestaciones de soberbia y
desapego al sentimiento original dan forma a las lejanas maneras de gobernar,
hay esperanza en Nuestra América, claro que la hay, pero también nos siguen
habitando las formas coloniales de dominación, mirar al norte es ideal perpetuo
en las mentes que olvidan o desdeñan la raíz profunda de la geografía humana
que nos compone, las formas autóctonas han demostrado ser el sendero por el
cual debemos andar, nuestra historia es la enseñanza más clara de que en
nosotros está el venidero presente, la utopía nuestra vive con la misma fuerza
con que se soñara, Simón Bolívar y José Martí conducen el imaginario hecho
realidad en los pueblos liberados, en las manos alzadas pidiendo pan, tierra,
justicia y libertad, sus plumas plasman las constituciones que habremos de redactar,
Nuestra América unida es nuestra utopía necesaria.
II
La decisión del Consejo Mundial “José Martí” de
la UNESCO de celebrar cada 30 de enero el Día de la Identidad Latinoamericana y
Caribeña, no sólo es una acertada realidad, sino que en estas horas es una
urgente necesidad de extender y profundizar, ahora que el soberbio imperio
pretende desdeñar nuestra dignidad, hacer de la integración latinoamericana la
vertiente que proporcionará el vigor de las naciones nuestras se convierte en
la esperanzadora razón de las acciones, resistir es inherente a nuestra forma
de vivir, construir realidades nuevas partiendo de las experiencias propias,
“la conquista de la belleza” como augurará José Carlos Mariátegui se cimienta
en el pan diario de la cultura viva que explica en sus formas varias el hecho
de ser comunes.
“Nuestra América” el ensayo magistral que
publicará Martí, el 30 de enero de 1891 en el periódico El partido liberal, habiéndose publicado veinte
días antes por primera vez en La Revista Ilustrada de Nueva York, es la
síntesis de nuestra historia escrita y descrita desde lo profundo del espíritu
libertario que da forma a las miles de voces que reclamaban una segunda
independencia, hoy, ciento veintiséis años después, las mismas voces demandan
el establecimiento de otro orden social y continental, el reclamo originario
por su derecho a ser, el grito rebelde de la mujer que se reconfigura a sí
misma desde nuevas perspectivas autogestivas, el campesino despojado, el
jornalero sobre-explotado, el obrero vilipendiado, el estudiante excluido de
los debates nacionales, los niños hambrientos y los ancianos olvidados sin
importar cuánto dieron a las patrias presentes, la voz martiana encausa el
callado grito de esperanza, crítica y proposición, análisis y programa, el
ensayo “Nuestra América” reúne lo más significativo de las necesidades y
proyecta lo más urgente de nuestras obligaciones, “hacer es la mejor manera de
decir” sentenciara Martí, en los tiempos de grandes discursos y pocas acciones
estas palabras resuenan en lo profundo de los corazones que laten empujando el
deseo irrenunciable de construir nuevas realidades en libertad, la cultura
latinoamericana y caribeña es única porque retoma lo más universal y lo
suscribe en forma originaria.
III
En 1791 comenzó en la colonia francesa de Saint
Domingue una insurrección de esclavos negros que terminaría convirtiéndose en
la guerra de independencia de Haití, nombre último que adoptarían los
libertadores en reconocimiento al origen indígena del país, esa flama primera
de dignidad, se extendería por todo el continente aún dominado por el
imperialismo europeo, la llama de la independencia latinoamericana tomaría
forma para ir procreando a sus naciones como hijos, el carácter autóctono de
los ideales sumados al flujo universal de los derechos de la humanidad, dieron
luz a la necesaria libertad del pensamiento, las cadenas coloniales comenzaron
a resquebrajarse al momento en que se reconoció la existencia de un pensamiento
propio, vivo y vigente que explica y proyecta nuestras realidades con la mirada
puesta en la raíz, alejado del deslumbrado pensamiento occidental, y es que la
filosofía latinoamericana existe al igual que la más universal de las
filosofías. Sin embargo, a pesar de que la independencia llegó durante el siglo
XIX para la mayoría de los países de Nuestra América, hay que reconocer que la
descolonización ha sido un proceso lento y doloroso, pues no bastó con ganar
las guerras y ascender al poder, la cultura y el pensamiento en su mayoría
siguieron inscritos en la dependencia, la ruptura de la hegemonía de la razón
occidental ha tardado siglos y se arrastra como un pesar.
América fue una utopía, Nuestra América es
nuestra utopía, la canción propia no será ceniza, es fuego, es luz, Nuestra
América es la unidad de los pueblos cuyo pasado entrelaza las historias
presentes, la cultura e identidad recorre en lo mestizo las particularidades de
lo autóctono, hay en Latinoamérica y en el Caribe tantos colores como
esperanzas, hay danzas y comidas que alimentan las almas que sueñan con volar
en libertad, Nuestra América es la vida que a diario se levanta para luchar,
resistencia y persistencia, la integración no puede concebirse únicamente en
términos económicos cuando los pueblos se hermanaron mucho antes de poseer
tesoros materiales, y es que el mayor tesoro lo resguardan en el fondo de los
seres que la reconfiguran con su quehacer, la riqueza mayor es la identidad
delineada por los recuerdos como memoria viva, memoria que no olvida pero que
continua atesorando, se incrementa porque se transforma para reafirmarse a sí
misma, el cambio es su motor y la identidad su expresión. Nuestra América
renace con cada sol y nosotros la reproducimos en cada acto.
IV
¿Cuándo
hablaremos de nuestras historias en las aulas escolares? La enseñanza de la
historia sigue teniendo una curricula colonizada, la ausencia de nuestra
esencia es evidente, la permanencia de los resabios coloniales en la enseñanza
se refleja en la mira puesta en occidente como eje del saber, el proceso descolonizador
requiere de la producción de saberes propios, no se trata de negar lo
universal, se trata de hacer universal los saberes originarios, se requiere
tomar las ideas y expresar las nuestras, “Ni calco, ni copia” como dijera
Mariátegui, la filosofía es creación propia de Nuestra América, es su ser el
alma enunciada con palabras. Leopoldo Zea trabajó durante décadas para integrar
un conjunto de reflexiones que dieron forma a lo que hoy reconocemos como
filosofía latinoamericana, sus esfuerzos se encaminaron a la articulación de
los saberes, las ideas y los proyectos de unidad, integración, identidad e
historia que expresan la cultura y la cotidianeidad en los países
latinoamericanos, Zea es impulsor de la lucha por el reconocimiento de nuestra
filosofía como una corriente más de la filosofía universal.
La
interrogante permanente que le hizo reflexionar fue la misma siempre: ¿es
posible hablar de una filosofía latinoamericana?, respuesta afirmativa que
tiene explicación histórica, las verdades validas de cada momento histórico
delimitan los temas que la propia filosofía latinoamericana trata, la reflexión
sobre nuestra condición como humanos responde a la negación utópica de los
conquistadores. La filosofía latinoamericana sigue siendo desdeñada en muchos de
los llamados “centros del saber”, se le burla como el arrogante adinerado se
mofa del humilde campesino, mas olvida el pretencioso burlesco que las manos
morenas y llagadas del sencillo son las mismas que cultivan las praderas para
que abunde el alimento que en su mesa costosa y extranjera come para saciar el
hambre, así, la filosofía latinoamericana nutre la esencia al florecer de las
entrañas de los suelos en la geografía marcada por el nosotros.
Nuestra
América ha tenido que explicarse a sí misma, para reconocerse y ser reconocida,
el trauma colonial continúa negando la existencia, por tanto, el racismo, la
discriminación y la desigualdad no únicamente son temas materiales, son ante
todo, ideas implantadas en la colectividad como justificante de dominación, la
filosofía latinoamericana es respuesta a la hegemonía occidental, es
resistencia en el campo de las ideas frente a la cultura que se asume como
superior, el crisol nuestro es diverso como lo es la realidad. La filosofía se
asume también como instrumento para la liberación de los pueblos.
V
El
contexto actual latinoamericano deja en claro la importancia de retomar los esfuerzos
de integración y unidad; el presente exige la reflexión crítica para encontrar
salidas humanas a los proyectos de terror que nuevamente amenazan la existencia
en el mundo. El debate de ideas es urgente, los espacios donde los ideales
libertarios de los próceres nos ofrezcan luz inicial para la utopía venidera,
profundizar en el estudio y divulgación de la filosofía latinoamericana como
elemento de identidad pero también como aliciente de ilusión para nuestros
pueblos, somos los pueblos quienes nos salvaremos a sí mismos.
La
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es uno de los
esfuerzos actuales, pero quienes hacemos cada día las naciones debemos ser
participes de las acciones, las amenazas del imperialismo no afectan solamente
las decisiones diplomáticas, lastiman la vida diaria de los seres humanos,
unidos con hermandad las culturas latinoamericanas respondemos con
autodeterminación, Bolívar y Martí advirtieron hace siglos del peligro que
significaban los Estados Unidos de Norteamérica mientras continuaran siendo un
imperio, hoy el imperio está extendiendo sus alas para perpetuar la dominación,
en nosotros los pueblos recae la necesidad de hacer frente y salir
fortalecidos, la unidad latinoamericana y caribeña es utopía porque es
realidad. Otra vez Latinoamérica enfrenta la disyuntiva de poner fin a la
hegemonía imperialista cristalizando el sueño bolivariano y martiano,
construyendo la América libre, justa, autónoma, con una real autodeterminación,
o padecer las lacerantes atrocidades que la historia registra y siguen
repitiéndose, las dictaduras, la desigualdad, el despojo, la explotación
podrían profundizarse aún más, la disyuntivas es la humanidad frente a la
barbarie.
VI
La semilla de nuestra identidad florece en el
quehacer humilde y descalzo de los pueblos, la cultura refleja la grandeza del
ser latinoamericano con una filosofía propia y universal, Nuestra América es la
utopía que nos mueve al porvenir, la unidad e integración son sueños
necesarios, y es que estamos integrados con una sola identidad unidad en la
realidad, fortalecerla y protegerla es parte de la militancia de la vida en las
geografías nuestras, la esperanza sobrevive en estas tierras al perjurio y la
soberbia, la dignidad nos hace ser virtuosos y útiles para la humanidad, la América
nuestra vive en la memoria de nuestros pueblos, vive en nosotros ahora que la
honramos celebrando su identidad.
Las fronteras son invento de políticos. Como bien dijo la cosmonauta rusa:"desde aquí no se ven fronteras"
ResponderEliminarEl CELAC, NO LO CONOCEMOS EN aMÉRCIA cENTRAL. Será que no somos parte de América Latina?
Estoy de acuerdo con este arítículo. Ojalá nos tomen en cuenta, no no nos unimos todos, estamos ya derrotados. Ese frene común es urgente!