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sábado, 18 de marzo de 2017

Argentina: el imperio de la indiferencia, la cara más aterradora del odio

Si algo sigue siendo una pesada herencia para el gobierno de Macri, no es el saldo de la gestión anterior, sino lidiar con uno de los movimientos obreros más organizados del mundo que aún subsiste. Un movimiento que enfrentó la represión armada de las dictaduras, la cárcel y la tortura, como la persecución y el exilio.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

El conflicto de los docentes argentinos se ha ido prolongando sin encontrar respuesta, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, la mayor del país y la que marca los destinos de los trabajadores de la educación nacional. La renuencia a utilizar los canales legales a través de paritarias y, obligarlos a aceptar la conciliación obligatoria, ha seguido tensando peligrosamente la cuerda entre el gobierno y los asalariados. Las manifestaciones masivas llevadas a cabo la semana anterior y la de este jueves en La Plata, capital de la provincia, han puesto de manifiesto que, no sólo los maestros están en desacuerdo con la imperativa política de la gobernadora Vidal, sino el resto de los empleados estatales que advierten el curso que pueden seguir sus propios salarios.

En la multitudinaria marcha frente a la casa de gobierno platense, este jueves 16, no sólo estaban maestros, estudiantes u empleados que se sumaban al reclamo, sino también los padres que ven peligrar el futuro de la educación pública, habida cuenta de las opiniones de Vidal, sobre que: “la educación pública ya fue”, condenando con estas expresiones de desprecio lo que ya había efectuado en el presupuesto provincial con su drástico recorte a la educación en su conjunto.

En el mismo acto, también la gente desagravió al dirigente Roberto Baradel, demonizado por el presidente desde su discurso como por sus ministros y los trolls que piratean las redes informáticas. Fue unánime el apoyo popular que rechaza cualquier interpretación de campaña política con vista a las elecciones de octubre, en donde, los adláteres oficiales advierten la declinación de Cambiemos.

Esta infantil e histriónica expresión de la politización de los dirigentes obreros en momentos de negociaciones, aludiendo a expresas tendencias kirchneristas, no sólo muestra la ignorancia sobre la condición política humana, expresada hace 24 siglos por Aristóteles, sino también la aviesa estrategia de seguir polarizando el enfrentamiento. En la programación mediática han vuelto a aparecer los panegiristas del neoliberalismo que insisten en sepultar en el olvido todo lo realizado en los últimos gobiernos, cuando no, un intelectual trasnochado ha utilizado la expresión gobierno de “millonarios patriotas”, expresión descabellada, dado que si algo caracteriza al dinero es que no tiene patria.

Más allá de todas estas chicanas y la más absoluta indiferencia a los reclamos salariales efectuadas por los diversos sectores que componen el espectro laboral, la decisión de un paro convocado por la CGT para el próximo 6 de abril – al que han adherido las dos CTA – es indeclinable y allí no valen las descalificaciones que se vienen realizando.

El movimiento obrero argentino organizado va a parar el país. No van a circular los trenes, colectivos ni subterráneos, como tampoco habrá servicios ni producción de bienes. Todos, absolutamente todos los trabajadores, ese día van a mostrarle al gobierno la otra cara del descontento. No habrá nadie en las calles. Seguramente el país mostrará las calles desoladas, con pocas personas circulando, tal vez turistas, pero el resto se va a guardar en sus casas.

El pueblo de espaldas a un gobierno que siempre estuvo de espaldas, haciendo sus propios negocios, tal vez sea la única manera de encauzar las cosas. La forma de forzar un diálogo, cuando la expresión ha sido tan bastardeada, vaciada de contenidos, como todos los eslóganes y frases que salen de las gargantas oficiales desde que festejaron su asunción.

Cada vez menos gente cree en sus mentiras, pero sería necio no reconocer su tremendo poder y la fuerza de los medios para imponerse a las mayorías y actuar coactivamente. No sólo desde el consabido punto de vista weberiano. No. Vivir el día a día sin trabajo o bajo la amenaza de perderlo, es una tortura que sufren cerca de cinco millones de argentinos. Cifra ésta de las mediciones más recientes y con las economías regionales ahogadas. Eso ellos lo saben, por eso redoblan la apuesta tanto dentro del país como en el exterior, seguros del crecimiento del neoliberalismo entre sus aliados y de la generalización de las políticas de ajuste en todos los países.

Si algo sigue siendo una pesada herencia para el gobierno de Macri, no es el saldo de la gestión anterior, sino lidiar con uno de los movimientos obreros más organizados del mundo que aún subsiste. Un movimiento que enfrentó la represión armada de las dictaduras, la cárcel y la tortura, como la persecución y el exilio.

El desvencijado aparato democrático, tan manoseado desde la recuperación hace más de tres décadas y manipulado desde una justicia tuerta, sigue siendo el sostén institucional de la convivencia. Cuestión que, en algún momento, deberán cuestionarse los actuales inquilinos de la Casa Rosada.

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