Si algo sigue siendo
una pesada herencia para el gobierno de Macri, no es el saldo de la gestión
anterior, sino lidiar con uno de los movimientos obreros más organizados del
mundo que aún subsiste. Un movimiento que enfrentó la represión armada de las
dictaduras, la cárcel y la tortura, como la persecución y el exilio.
Roberto Utrero Guerra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
El conflicto de los
docentes argentinos se ha ido prolongando sin encontrar respuesta, sobre todo,
en la provincia de Buenos Aires, la mayor del país y la que marca los destinos
de los trabajadores de la educación nacional. La renuencia a utilizar los canales
legales a través de paritarias y, obligarlos a aceptar la conciliación
obligatoria, ha seguido tensando peligrosamente la cuerda entre el gobierno y
los asalariados. Las manifestaciones masivas llevadas a cabo la semana anterior
y la de este jueves en La Plata, capital de la provincia, han puesto de
manifiesto que, no sólo los maestros están en desacuerdo con la imperativa
política de la gobernadora Vidal, sino el resto de los empleados estatales que
advierten el curso que pueden seguir sus propios salarios.
En la multitudinaria
marcha frente a la casa de gobierno platense, este jueves 16, no sólo estaban
maestros, estudiantes u empleados que se sumaban al reclamo, sino también los
padres que ven peligrar el futuro de la educación pública, habida cuenta de las
opiniones de Vidal, sobre que: “la educación pública ya fue”, condenando con
estas expresiones de desprecio lo que ya había efectuado en el presupuesto
provincial con su drástico recorte a la educación en su conjunto.
En el mismo acto,
también la gente desagravió al dirigente Roberto Baradel, demonizado por el
presidente desde su discurso como por sus ministros y los trolls que piratean
las redes informáticas. Fue unánime el apoyo popular que rechaza cualquier
interpretación de campaña política con vista a las elecciones de octubre, en
donde, los adláteres oficiales advierten la declinación de Cambiemos.
Esta infantil e
histriónica expresión de la politización de los dirigentes obreros en momentos
de negociaciones, aludiendo a expresas tendencias kirchneristas, no sólo
muestra la ignorancia sobre la condición política humana, expresada hace 24
siglos por Aristóteles, sino también la aviesa estrategia de seguir polarizando
el enfrentamiento. En la programación mediática han vuelto a aparecer los panegiristas
del neoliberalismo que insisten en sepultar en el olvido todo lo realizado en
los últimos gobiernos, cuando no, un intelectual trasnochado ha utilizado la
expresión gobierno de “millonarios patriotas”, expresión descabellada, dado que
si algo caracteriza al dinero es que no tiene patria.
Más allá de todas estas
chicanas y la más absoluta indiferencia a los reclamos salariales efectuadas
por los diversos sectores que componen el espectro laboral, la decisión de un
paro convocado por la CGT para el próximo 6 de abril – al que han adherido las
dos CTA – es indeclinable y allí no valen las descalificaciones que se vienen
realizando.
El movimiento obrero
argentino organizado va a parar el país. No van a circular los trenes,
colectivos ni subterráneos, como tampoco habrá servicios ni producción de
bienes. Todos, absolutamente todos los trabajadores, ese día van a mostrarle al
gobierno la otra cara del descontento. No habrá nadie en las calles.
Seguramente el país mostrará las calles desoladas, con pocas personas
circulando, tal vez turistas, pero el resto se va a guardar en sus casas.
El pueblo de espaldas a
un gobierno que siempre estuvo de espaldas, haciendo sus propios negocios, tal
vez sea la única manera de encauzar las cosas. La forma de forzar un diálogo,
cuando la expresión ha sido tan bastardeada, vaciada de contenidos, como todos
los eslóganes y frases que salen de las gargantas oficiales desde que
festejaron su asunción.
Cada vez menos gente
cree en sus mentiras, pero sería necio no reconocer su tremendo poder y la
fuerza de los medios para imponerse a las mayorías y actuar coactivamente. No
sólo desde el consabido punto de vista weberiano. No. Vivir el día a día sin
trabajo o bajo la amenaza de perderlo, es una tortura que sufren cerca de cinco
millones de argentinos. Cifra ésta de las mediciones más recientes y con las
economías regionales ahogadas. Eso ellos lo saben, por eso redoblan la apuesta
tanto dentro del país como en el exterior, seguros del crecimiento del neoliberalismo
entre sus aliados y de la generalización de las políticas de ajuste en todos
los países.
Si algo sigue siendo
una pesada herencia para el gobierno de Macri, no es el saldo de la gestión
anterior, sino lidiar con uno de los movimientos obreros más organizados del
mundo que aún subsiste. Un movimiento que enfrentó la represión armada de las
dictaduras, la cárcel y la tortura, como la persecución y el exilio.
El desvencijado aparato
democrático, tan manoseado desde la recuperación hace más de tres décadas y
manipulado desde una justicia tuerta, sigue siendo el sostén institucional de
la convivencia. Cuestión que, en algún momento, deberán cuestionarse los
actuales inquilinos de la Casa Rosada.
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