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sábado, 24 de junio de 2017

50 verdades sobre Antonio Maceo

El “Titán de bronce”, figura emblemática de la Guerra de Independencia de Cuba, es un símbolo de la resistencia a la opresión y de la aspiración del pueblo cubano a la libertad.

Salim Lamrani / Especial para Con Nuestra América
Desde La Réunion

Antonio Maceo (Archivo
Nacional de la República de Cuba)
1.    Nacido el 14 de junio de 1845 en Majaguabo, cerca de Santiago de Cuba, de la unión de Mariana Grajales Coello, de origen dominicano, y de Marcos Maceo, originario de Venezuela, Antonio de la Caridad Maceo y Grajales, “hijo de león y leona” según José Martí, es el mayor de una familia de 13 hijos.

2.   Por su ascendencia africana, el joven Antonio no está autorizado a cursar estudios, que el sistema colonial y segregacionista reserva a los blancos que tienen un certificado de pureza de sangre. Sus padres, pequeños terratenientes, se ocupan de su educación y le ofrecen cursos privados, después de las jornadas de trabajo agrícola en la propiedad de Las Delicias. Le inculcan los valores morales y patrióticos que lo acompañarían toda su vida. Antonio aprende también el manejo de las armas. Su padrino, Ascensio de Ascensio, hombre blanco y adinerado, lo ayuda a integrarse en algunos círculos sociales, particularmente en la Logia Oriente, entonces reservados a la gente acaudalada.

3.   En 1866 Maceo se casa con María Magdalena Cabrales Fernández, quien se dedicaría por completo a la causa de su marido. Le profesaría una gran admiración a quien sabría ser “tan bravo en la pelea como generoso en la victoria con el enemigo derrotado”. A pesar de los largos periodos de separación debidos al compromiso patriótico, Maceo sentía un amor indefectible por su mujer.

4.   El 10 de octubre de 1868 estalla la Primera Guerra de Independencia de Cuba tras el Grito de Yara que lanza Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. Toda la familia Maceo se adhiere al movimiento libertador y jura vincular su destino al de Cuba. Mariana Grajales, madre de Antonio, crucifijo en mano, pronuncia las siguientes palabras que marcarían la historia de Cuba: “De rodillas todos, padre e hijos; delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la patria o morir por ella”. Denunciados a las autoridades españolas por su compromiso patriótico, los Maceo, quienes pagarían un tributo elevado en la lucha por la independencia, tienen que refugiarse en la manigua con los revolucionarios.

5.   Antonio Maceo, a los 23 años, se lanza a la epopeya emancipadora. Bajo el mando del capitán Juan Bautista Rondón realiza su primer combate el 12 de octubre en Ti Arriba, o sea dos días después del comienzo de la guerra de independencia. El arrojo demostrado en el campo de batalla le permite conseguir el grado de sargento. Su liderazgo natural y su entusiasmo le permiten subir rápidamente los escalones. Así, es nombrado teniente el 20 de octubre de 1868, apenas una semana después su primer enfrentamiento con el enemigo, y capitán el siguiente mes. Participa en numerosos combates contra los soldados españoles en el Cobre, El Cristo, Jiguaní, Cupeyales, Arroyo Blanco y Palmarito. Frente a la superioridad militar del ejército colonial, dotado de los mejores cañones y fusiles, los mambises compensan sus carencias materiales con una combatividad fuera de lo común, ilustrada por las cargas de machete bajo fuego enemigo, que se convertiría pronto en la pesadilla de las tropas españolas.

6.   Maceo, humanista y partidario de los mismos derechos para todos, libera a los esclavos y los federa en torno al proyecto emancipador de una patria soberana e independiente. Daría explicaciones en un correo al General español Camilo García de Polavieja en junio de 1881: “Amo a todas las cosas y a todos los hombres […] por eso tengo sobre el interés de raza, cualquiera que ella sea, el interés de la Humanidad, que es en resumen el bien que deseo para mi patria querida. La conformidad de “la obra” con “el pensamiento”: he ahí la base de mi conducta, la norma de mi pensamiento, el cumplimiento de mi deber”.

7.   Tres meses tras su incorporación al ejército rebelde, Antonio Maceo es nombrado comandante y luego lugarteniente-coronel en enero de 1869 por su resistencia tenaz en la defensa de la ciudad de Bayamo, asediada por las tropas del Capitán General Valmaseda. Unos meses después se enfrenta a la dolorosa prueba del duelo con el fallecimiento de su padre, entonces sargento del ejército de liberación, caído en combate en San Agustín de Aguarás.

8.   En 1870 el Mayor General Máximo Gómez, jefe de las fuerzas insurreccionales, quien se convertiría en el padre espiritual de Maceo, decide confiarle el mando del Batallón n°4. Conocido por su desprecio del peligro y de la muerte, Maceo resulta herido varias veces en los combates de Majaguabo, Santa Rita y Nuevo Mundo.

9.   En 1871 Antonio Maceo prepara la invasión de Guantánamo con Máximo Gómez. Ese mismo año el Mayor General lo nombra jefe de las operaciones de dicha ciudad.

10.                         En 1872, Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República en Armas, promueve a Maceo al grado de coronel y éste ocupa de modo provisorio el mando de la División Cuba, sustituyendo a Máximo Gómez. En un correo a su esposa del 23 de junio de 1872, Céspedes no escatima en elogios: “Gómez me presentó al coronel José Antonio Maceo. Es un mulato joven, alto, grueso, de semblante afable y de mucho valor personal”.

11.En 1873, por sus múltiples méritos conseguidos en el campo de batalla, particularmente en El Zarzal, Céspedes nombra a Maceo general de brigada y pasa bajo las órdenes del Mayor Calixto García. En marzo de 1874 Maceo participa en la batalla de Las Guásimas bajo el mando de Máximo Gómez que termina en un triunfo histórico para los independentistas. El ejército español sufre 1.037 bajas. Se trata del precio más elevado que pagaron las fuerzas armadas ibéricas en toda la historia de las guerras de independencia. Del lado cubano hubo 174 bajas.

12.                         En 1874 Maceo es nombrado responsable de las fuerzas insurgentes en la zona de Villa Clara tras el fallecimiento del presidente Carlos Manuel de Céspedes en la batalla de San Lorenzo. No obstante, frente a la oposición de algunos elementos revolucionarios locales que rechazan la autoridad de un líder mulato y además procedente de otra provincia, se ve obligado a regresar a la zona oriental para tomar el mando de la Segunda División Cuba, que incluye las zonas de Santiago de Cuba y Guantánamo, en sustitución del general Calixto García, capturado por los españoles.

13.                         Poco tiempo después, en 1875, Maceo encabeza la Primera División Cuba. No obstante, esta fulgurante ascensión militar no es del agrado de algunos líderes revolucionarios, impregnados de cultura racista y colonialista vigente en un país que sólo aboliría la esclavitud en 1886. Éstos ponen en tela de juicio la nueva responsabilidad del “mulato” y algunos incluso acusan a Maceo de favorecer a los hombres de color en su tropa en detrimento de los blancos. El objetivo de estas campañas de desprestigio es sembrar la cizaña y la división y manchar su prestigio conquistado en el campo de batalla.

14.                         A pesar de las calumnias y bajezas Maceo consigue en 1877 el grado supremo de mayor general. Su nuevo título no le impide mostrar el ejemplo en el campo de batalla. Así, en agosto de 1877, casi pierde la vida en la batalla de Mangos de Mejías durante la cual recibe seis balas. Necesitaría varias semanas para recuperar todas sus capacidades antes de retomar el camino de la lucha armada.

15.                         Ese mismo año Maceo se opone al intento de sedición de Santa Rita y reafirma la importancia de presentar un frente unido y disciplinado frente al enemigo, única actitud capaz de llevar al triunfo del pueblo y a la victoria de la independencia. En un correo al faccioso Vicente García de junio de 1877, Maceo rechaza su propuesta, lo conjura a que respete la autoridad presidencial y lo exhorta a tomar en cuenta los intereses de la patria.

16.                         A causa de las profundas divisiones y de los funestos regionalismos que socavan el movimiento revolucionario, algunas facciones deciden deponer las armas y negociar un armisticio con el general español Arsenio Martínez Campos. Por su parte los jefes militares de las provincias de Las Villas y de Camagüey se niegan a obedecer al mando general, suscitando la ira de Maceo, y eligen la rendición. El Pacto de Zanjón se firma finalmente el 10 de febrero de 1878 y pone término a la Guerra de los Diez Años, sin que Cuba consiga su independencia. La isla tiene, como máximo, una autonomía limitada. La victoria española tiene un fuerte impacto político y psicológico sobre las fuerzas revolucionarias. En un correo del 19 de enero de 1894 a José Martí, Antonio Maceo le confesaba que la capitulación de Zanjón fue uno de los episodios más dolorosos de su existencia: “Tres veces en mi angustiada vida de revolucionario cubano he sufrido las más fuertes y tempestuosas emociones de dolor y tristeza […]: [la pérdida de] mi padre, el Pacto de Zanjón, [y la pérdida de] mi madre”.

17.                         Lejos de abdicar, Antonio Maceo se niega a deponer las armas, no se da por vencido y rechaza el Pacto de Zanjón concluido sobre “bases deshonrosas”. En una misiva a Martínez Campos del 21 de febrero de 1878, informa de que las regiones de “Oriente y Tunas, que se hallan en condiciones de continuar la lucha, no están de acuerdo con la Resolución de la Junta del Centro”, que firmó la capitulación. En marzo de 1878, el Coronel Federico Incháustegui manda un correo a Maceo en nombre de los capitulantes del Centro y le pide un encuentro urgente invitándolo a aceptar los términos de la rendición de Zanjón. En una respuesta fuerte del 13 de marzo de 1878 el General rechaza la propuesta de encuentro calificándola de “inútil”: “En el concepto de que fuera para descargar su conciencia del peso que a estas horas debe abrumarle, la Patria tendrá oportunamente -y acaso en no lejano día- su tribunal donde le será fácil hacerlo”.

18.                         El 15 de marzo de 1878 se reúne con el general Martínez Campos en Mangos de Baraguá y le hace partícipe de su rechazo del Pacto de Zanjón que no responde a dos reivindicaciones fundamentales del movimiento revolucionario: la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud. Rechazando resignarse a la derrota, opone al armisticio la Protesta de Baraguá y anuncia el reinicio de los combates a partir del 23 de marzo de 1878, ya que España se ha negado a hacer “proposiciones de paz más honrosas”. La insumisión de Baraguá queda hoy día como el símbolo por excelencia de las aspiraciones del pueblo cubano a la libertad, a la dignidad y a la independencia.

19.                         Maceo siempre tuvo un alto sentido del honor. Cuando un jefe rebelde le propone aprovechar el encuentro con Martínez Campos para capturarlo, el Titán de Bronce rechaza tajantemente la sugestión: “No quiero libertad si unida a ella va la deshonra”.

20.                        Tras la protesta de Baraguá nace una nueva Constitución y se crea el Gobierno provisional de Oriente, en representación del pueblo insumiso de Cuba, en el cual Maceo ocupa el cargo de segundo del mayor general García. Sólo hay dos salidas posibles: la victoria o la muerte. Rechazando la capitulación de Zanjón, Antonio Maceo inicia “la Guerra Chiquita” a partir de septiembre de 1879. Lanza el Grito de Kingston con Calixto García llamando a los cubanos a que tomen las armas contra el opresor español, aunque no participa en los combates. Su primer intento de desembarque a partir de República Dominicana a la cabeza de 34 expedicionarios fracasa en julio de 1880.

21.                         Maceo se ve obligado a refugiarse en Honduras en junio de 1881. Se integra entonces al ejército hondureño como general de división y se encuentra a la cabeza del mando militar de Tegucigalpa, la capital. En 1882, es nombrado vicepresidente del Tribunal Supremo de Guerra y comandante de los puertos de Cortés y Omoa.

22.                        Entre 1884 y 1886 Maceo echa las bases de un acuerdo con Máximo Gómez para retomar la guerra de independencia en Cuba. Pero no logra federar a las fuerzas patrióticas en torno al nuevo proyecto emancipador. José Martí, Héroe Nacional y líder de la Segunda Guerra de Independencia, se opuso a la iniciativa opinando que no estaban reunidas las condiciones para un levantamiento armado.

23.                        Cuando en 1884 Antonio Maceo se entera de que algunos terratenientes, ansiosos de proteger sus intereses, han lanzado otra campaña a favor de una anexión de Cuba a Estados Unidos, escribe un correo desde Honduras a José Dolores Poyo, director del diario El Yara de Cayo Hueso, Florida. En su misiva, el General recuerda su compromiso indefectible a favor de la libertad de su isla natal: “Cuba será libre cuando la espada redentora arroje al mar (a) sus contrarios […]. Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar por conservar el honor y la patria. Con ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad”.

24.                        En 1888 Antonio Maceo informa a José Martí de su disposición a contribuir a la “guerra necesaria” que empezaría en 1895. En una carta del 4 de enero lanza un llamado a la unión de todas las fuerzas patrióticas: “Hoy como ayer pienso que debemos los cubanos todos, sin distinciones sociales de ningún género, deponer ante el altar de la patria esclava y cada día más infortunada, nuestras disensiones todas y cuantos gérmenes de discordia hayan podido malévolamente sembrar en nuestros corazones los enemigos de nuestra noble causa”. El Apóstol cubano resulta impresionado por la lucidez del jefe militar: “Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo […]. Firme es su pensamiento y armonioso”.

25.                        En enero de 1890 Maceo recibe autorización para regresar a Cuba para resolver temas personales. Durante un banquete en su honor en Santiago de Cuba el 29 de julio de 1890, uno de los invitados, José Hernández Mancebo, hace partícipe de su convicción de que el destino de Cuba está fatalmente ligado a Estados Unidos: “Cuba llegará a ser, por la fuerza de las circunstancias, una estrella más de la gran constelación americana”. Maceo, quien escucha estas palabras, le replica: “Creo, joven, aunque me parece imposible, que ese sería el único caso en que tal vez estaría yo al lado de los españoles”. Poco tiempo después, las autoridades reales expulsan a Maceo, implicado en el proyecto “Paz del Manganeso” destinado a desatar una sublevación.

26.                        Antonio Maceo decide instalarse en Costa Rica a partir de 1891. Establece allí una colonia agrícola llamada Nicoya, la cual acoge a todos los patriotas cubanos con la independencia de Cuba en el corazón como José Maceo, Flor Crombet o Agustín Cebreco. La monarquía española intenta asesinarlo varias veces.

27.                        En 1893 empieza una estrecha colaboración con José Martí que visita a Maceo en Costa Rica como secretario general del Partido Revolucionario Cubano. El encuentro permite echar las bases del Plan de Fernandina. El proyecto consiste en organizar un desembarque armado en Cuba en 1894 a partir del puerto de Fernandina en Florida, desde Costa Rica donde está Maceo y desde República Dominicana donde reside Máximo Gómez. Pero el plan fracasa tras una delación que desata la intervención de las autoridades estadounidenses que confiscan las armas y el material de los independentistas.

28.                        El 24 de febrero de 1895, bajo la égida de José Martí, guía moral de los independentistas, estalla la Segunda Guerra de Independencia que liberaría a Cuba del yugo español. Antonio Maceo y Flor Crombet desembarcan en la isla, con un pequeño grupo de combatientes, en Duaba, en la zona oriental de Baracoa el 1 de abril de 1895.

29.                        Maceo integra a varios elementos revolucionarios y refuerza su grupo de combate. El 10 de abril su tropa sufre un serio revés frente al ejército español. Flor Crombet pierde la vida en combate y varios jefes caen a manos del enemigo. Maceo se queda solo, sin comida, y tiene que realizar una agotadora marcha de cerca de 200 kilómetros para alcanzar, ocho días después, un campamento en Vega Vellaca.

30.                        El 5 de mayo de 1895 Antonio Maceo vuelve a reunirse con José Martí y Máximo Gómez en un encuentro histórico en La Mejorana. Las tres principales figuras de la Guerra de Independencia establecen juntas la estrategia de combate. Maceo se encarga del mando en la provincia oriental. Crea la División n°1 que dirige su hermano José y echa las bases de la División n°2 poco tiempo después. Maceo y sus hombres consiguen importantes victorias en Jobito, Sagua de Tánamo, Aguas Claras, Jiguaní, entre otras. No dan tregua a los soldados españoles e incluso atacan los trenes que hacen la conexión entre Caimanera y Guantánamo.

31.                         En septiembre de 1895 la Asamblea Constituyente de Jimaguayú nombra a Antonio Maceo teniente general del ejército de liberación, el cual se convierte en el segundo jefe militar después del general en jefe Máximo Gómez. Todos los generales están bajo sus órdenes. Gómez decide extender la guerra, hasta entonces confinada al Este de Cuba, a toda la isla y emprender la invasión de la parte occidental del territorio.

32.                        En octubre de 1895 Maceo lanza la ofensiva con sus hombres desde Mangos de Baraguá, lugar simbólico, como comandante en jefe del ejército invasor. Su misión es hacer que la guerra sea insoportable para la Corona española –que juró conservar a Cuba aunque hubiera que sacrificar “hasta el último hombre y la última peseta”– tanto desde un punto de vista económico como humano. Los combates son de una gran violencia y los revolucionarios practican la política de la tierra quemada para arruinar las finanzas españolas.

33.                        La generalización de la guerra revolucionaria a todo el país constituye la más importante campaña militar de todas las guerras de independencia latinoamericanas. Los 4.000 combatientes mambises deben enfrentarse a más de 10.000 soldados españoles, dotados de las armas más modernas, en lo que es la guerra de independencia más larga y sangrienta de América Latina.

34.                        En diciembre de 1895 Maceo vuelve a reunirse con Máximo Gómez para lanzar la ofensiva sobre la zona de Las Villas. La batalla histórica de Mal Tiempo sella una importante victoria de los revolucionarios sobre las tropas coloniales, las cuales sufren muchas bajas, y abre el camino hacia la capital.

35.                        El 1 de enero de 1896, las tropas mambises de Maceo y Gómez llegan a La Habana. Maceo se encarga de proseguir la lucha en la provincia de Pinar del Río con el fin de tomar el control de todo el territorio. En cuanto a Gómez se encarga de la campaña militar de La Habana.

36.                        El 22 de enero de 1896 las tropas de Maceo llegan a Mantua, punto culminante de la invasión, tras un periplo de tres meses exactamente desde la salida de Mangos de Baraguá. Che Guevara, quien realizaría la misma travesía 52 años más tarde a la cabeza de la columna Ciro Redondo, durante la ofensiva final contra la dictadura de Fulgencio Batista, expresaría su admiración hacia Maceo: “Para hacer esto […], se necesitaba un inmenso poder de organización, una inmensa fe en la victoria y en la capacidad de lucha de sus hombres, y un poder de mando extraordinario para ejercerlo día a día, durante años de lucha, en condiciones extremadamente difíciles”.

37.                        Tras tomar el control del territorio, el Titán de Bronce decide regresar a La Habana para proseguir los combates, con Gómez y el General de Brigada Quintín Bandera, frente al enemigo que opone una feroz resistencia. No obstante, en un correo de junio de 1896 a Gómez, Maceo denuncia la incuria del Gobierno Revolucionario que ha abandonado a los patriotas a su suerte: “Hasta ahora no he recibido ningún recurso, absolutamente ninguno; estoy haciendo la guerra con lo que he quitado al enemigo en distintas ocasiones […] Pues como usted sabe, solo en este Departamento [La Habana] tengo encima la mayor parte del ejército español, esta provincia, que he defendido palmo a palmo contra un enemigo numeroso, fuerte y bien dirigido por sus principales jefes”. En otro cambio epistolar con el patriota Federico Pérez Carbó, de julio de 1896, Maceo hace partícipe de su amargura: “Parece que ni el Delegado ni el Gobierno han tenido en cuenta la importancia de la invasión, para favorecerme a tiempo; pero sí lo han hecho con los hijos mimados de la fortuna, con los cuales siguen los privilegios y desaciertos preparando disgustos. Yo he llegado a tener en Las Villas y aquí una persecución de 75.000 soldados con los mejores jefes del ejército enemigo. Aquí no hay un palmo de tierra que no esté bañado con sangre cubana y española. Ni la campaña del 71 fue para mí más ruda”. En otra misiva escrita el mismo mes a José M. Rodríguez, Maceo denuncia otra vez la actitud del Gobierno: “A no ser tanto valor, abnegación y pericia demostrados por cada hombre de las fuerzas de este departamento, la Revolución hubiera fracasado aquí, mientras que los señores del Gobierno veían desde la barrera, con impasible indiferencia, el sacrificio que hacía este ejército sin socorros y sin otro auxilio que su propio esfuerzo, para salvarse del naufragio que constantemente le amenazó […]. ¿De esta clase de elementos se compone nuestro Gobierno […]?; ni el patriotismo les indujo a prestar apoyo inmediato a sus hermanos de acá, que sucumbían como héroes […]. [Más vale cerrar] los ojos ante tantas pequeñeces y miserias, que han contribuido a que así proceda el Gobierno. De él será, ante la historia, la responsabilidad de ese hecho”.

38.                        El optimismo y la abnegación, que son características de la personalidad de Maceo, le permiten hacer frente a la adversidad. En una declaración al diario The Star de Washington en enero de 1896, declara que “El ejército cubano está lleno de entusiasmo”. Expresa varias veces su fe en la victoria final: “El triunfo de nuestra causa lo siento en mi propio ser, inveterado en la sangre, si desconfiara, moriría en el acto mismo que abrigara esas dudas”. […] “Yo me siento cada vez más animado y dispuesto a resistir contra la naturaleza y los hombres que se opongan a la realización de nuestros fines políticos. Venceré”. En un correo al patriota José Dolores Poyo, Maceo le hace partícipe de su optimismo: “Cuba está conquistando su independencia con el brazo y el corazón de sus hijos; libre será en breve plazo sin que haya menester otra ayuda”. En noviembre de 1896 expresa su resolución al periodista estadounidense Clarence King: “Tantas dificultades y embates no arredran, sin embargo, a nuestro sufrido ejército: avivan más bien su heroísmo y le infunden mayor fe, si cabe, en el definitivo triunfo de nuestras armas”.

39.                        En marzo de 1896 Maceo lanza una nueva campaña militar en la región de Pinar del Río y debe enfrentar la llegada del nuevo capitán general español, Valeriano Weyler, a la cabeza de 20.000 hombres. Éste es famoso por su crueldad y su política genocida de concentración de las poblaciones con el objetivo de cortar todo vínculo entre los habitantes y los revolucionarios. Cerca del 30 % de los campesinos cubanos perderían la vida en los campos de concentración creados en las ciudades, particularmente en la zona occidental. Estas prácticas suscitan la indignación de Maceo que denuncia, en una misiva del 21 de abril de 1896 al diario estadounidense World, “la carnicería de gente indefensa” e “inocentes familias que asesinan diariamente”.

40.                        Estados Unidos, opuesto a la independencia de Cuba, sólo espera la oportunidad ideal para intervenir y apoderarse de la “fruta madura”. Maceo es consciente de esta realidad. En una misiva del 14 de abril de 1896 a Tomás Estrada Palma, entonces delegado del Partido Revolucionario Cubano, rechaza toda idea de intromisión extranjera en la guerra de liberación de Cuba: “No necesitamos de tal intervención para triunfar”. En julio de 1896 Maceo escribe un correo al coronel Federico Pérez Carb en el cual menciona otra vez el peligro que representan para la independencia de Cuba las veleidades expansionistas de Washington: “De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”. En otro correo al revolucionario Alberto Díaz reitera su advertencia: “No me parece cosa de tanta importancia el reconocimiento de nuestra beligerancia [por Estados Unidos] ni tan provechosa al porvenir de Cuba la intervención americana como suponen la generalidad de nuestros compatriotas. Creo más bien que en el esfuerzo de los cubanos que trabajamos por la patria independiente, se encierra el secreto de nuestro definitivo triunfo, que solo traerá aparejada la felicidad del país si se alcanza sin aquella intervención”.

41.                         Maceo es un convencido internacionalista, solidario con toda América Latina. En un correo a Anselmo Valdés del 6 de junio de 1884, le hace partícipe de su intención de luchar por la independencia de Puerto Rico: “Cuando Cuba sea independiente, solicitaré al Gobierno que se constituya permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América”. Maceo comparte el ideal humanista de José Martí para “la independencia absoluta  de Cuba, no como fin único, sino como condición indispensable para otros fines ulteriores más conformes con el ideal de la vida moderna […] con la lealtad del ciudadano que se debe a la patria y con la honradez y pureza de motivos del hombre, que ante a todo se debe a la humanidad”.

42.                        Maceo nunca expresó ambiciones políticas personales. Estaba al servicio de una causa: “No trabajamos principalmente para nosotros por la presente generación, bien al contrario, muévenos sobre todo triunfo del derecho de todas las generaciones que se suceden en el escenario de nuestra Cuba, y no creemos nunca que por una hora de vanidad o de egoísmo se debe comprometer la felicidad de muchos”.

43.                        Frente a la conspiración de 1896, destinada a derrocar al general en jefe Máximo Gómez, que elaboran algunos elementos de la parte central y oriental de la isla, Maceo rechaza las propuestas que le hacen para sustituir al estratega dominicano y reafirma su lealtad al líder militar.

44.                        La intromisión del Consejo del Gobierno en armas en los asuntos militares obliga a Maceo a reunirse con Máximo Gómez en San Pedro en diciembre de 1896 para hacer frente a la crisis política que pone en peligro la empresa revolucionaria. Este viaje en la zona de la capital sellaría la suerte del Teniente General.

45.                        El 6 de diciembre de 1896, en San Pedro, en la provincia de La Habana, las tropas españolas sorprenden a Maceo y sus hombres, quienes preparan una ofensiva sobre Marianao, un suburbio de la capital, y lanzan un ataque contra el campamento rebelde. Durante la contraofensiva del 7 de diciembre, Maceo recibe un disparo en la cabeza y muere en combate a los 51 años, con varios de sus hombres. Su ayuda de campo, Francisco Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez, entonces con 21 años de edad, no se encontraba con él en el momento fatal. Al enterarse de la noticia, sale sólo al campo de batalla para recuperar el cuerpo de su jefe y cae bajo las balas españolas en un último gesto de fidelidad.

46.                        En una misiva de condolencias a su esposa. María Cabrales, Máximo Gómez expresa su profundo dolor: “Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución”.

47.                        Hombre de acción y de convicciones, Maceo fue también un hombre de pensamiento, como lo recuerda Eusebio Leal, historiador de La Habana: “Ensimismado en las lecturas de los grandes poetas y literatos de su tiempo, este último adquirió la cultura que no entregaba ni la universidad ni la escuela, sino la propia voluntad. Además de la prensa, eran sus lecturas favoritas las obras de Víctor Hugo, el pensador más sólido de aquella época, al que Martí conoce durante su breve visita a Francia; la poesía del alemán Heine; los poetas cubanos, sobre todo José María Heredia, que tanto le impresionaba […]. Gozaba de saber con anticipación sobre las cosas; creía en la necesidad de la cultura y la información para poder mandar y dirigir”.

48.                        Durante el centenario de la “Protesta de Baraguá”, Fidel Castro rindió tributo a la resistencia de Maceo: “Dejó realmente a nuestro pueblo una herencia gigantesca, infinita, con esa actitud […]. Llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto”, con Maceo. Se edificó un monumento a su memoria en San Pedro, donde libró su último combate por la liberación du su patria.

49.                        El poeta cubano Manuel Navarro Luna le dedicaría un poema en homenaje a su heroísmo:

“Si habláis de la Patria, del dolor y el denuedo
de la marcha con hambre y del camino áspero y torvo
de la gloria en la herida y de la gloria en la sangre
del largo y cruento batallar sin reposo,
de en mil batallas veintisiete heridas cual veintisiete surcos
¡Tenéis que hablar del General Antonio!”.

50. El “Titán de Bronce” –así lo apodan los cubanos por su fuerza y su piel morena– fue un combatiente excepcional, dotado de una extraordinaria inteligencia táctica. Reconocido por su bravura al límite de la temeridad y su desinterés, sin ambición política personal, siempre en primera línea de combate, como lo atestiguan sus 26 heridas de guerra, siempre pregonó con el ejemplo y participó en más de 600 batallas durante los treinta años de su vida dedicados a la libertad de Cuba. Partidario de la igualdad para todos, héroe de la Guerra de Independencia, perdura hoy como un símbolo de la insumisión, de la dignidad y de la lucha por la soberanía y la libertad de Cuba.


*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.

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