Nuevamente el Gobierno
de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar
medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962, que no
solo provoca daños y privaciones al pueblo cubano y constituye un innegable
obstáculo al desarrollo de nuestra economía, sino que afecta también la
soberanía y los intereses de otros países, concitando el rechazo internacional.
Cubadebate
El 16 de junio de 2017,
el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en un discurso cargado de
una retórica hostil, que rememoró los tiempos de la confrontación abierta con
nuestro país, pronunciado en un teatro de Miami, anunció la política de su
gobierno hacia Cuba que revierte avances alcanzados en los dos últimos años,
después que el 17 de diciembre de 2014 los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack
Obama dieran a conocer la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas e
iniciar un proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales.
En lo que constituye un
retroceso en las relaciones entre los dos países, Trump pronunció un discurso y
firmó en el propio acto una directiva de política denominada “Memorando
Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los
Estados Unidos hacia Cuba” disponiendo la eliminación de los intercambios
educacionales “pueblo a pueblo” a título individual y una mayor fiscalización
de los viajeros estadounidenses a Cuba, así como la prohibición de las
transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías
norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad, todo ello con el
pretendido objetivo de privarnos de ingresos. El mandatario estadounidense
justificó esta política con supuestas preocupaciones sobre la situación de los
derechos humanos en Cuba y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes del
bloqueo, condicionando su levantamiento, así como cualquier mejoría en las
relaciones bilaterales, a que nuestro país realice cambios inherentes a su
ordenamiento constitucional.
Trump derogó asimismo
la Directiva Presidencial de Política “Normalización de las relaciones entre
los Estados Unidos y Cuba”, emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de
2016, la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política
estadounidense, ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la consecución
de cambios en el orden económico, político y social de nuestro país, había
reconocido la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al
gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios
que reportaría a ambos países y pueblos una relación de convivencia civilizada
dentro de las grandes diferencias que existen entre los dos gobiernos. También
admitía que el bloqueo era una política obsoleta y que debía ser eliminado.
Nuevamente el Gobierno
de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar
medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962, que no
solo provoca daños y privaciones al pueblo cubano y constituye un innegable
obstáculo al desarrollo de nuestra economía, sino que afecta también la
soberanía y los intereses de otros países, concitando el rechazo internacional.
Las medidas anunciadas
imponen trabas adicionales a las muy restringidas oportunidades que el sector
empresarial estadounidense tenía para comerciar e invertir en Cuba.
A su vez, restringen
aún más el derecho de los ciudadanos estadounidenses de visitar nuestro país,
ya limitado por la obligación de usar licencias discriminatorias, en momentos
en que el Congreso de los Estados Unidos, como reflejo del sentir de amplios
sectores de esa sociedad, reclama no solo que se ponga fin a la prohibición de viajar,
sino también que se eliminen las restricciones al comercio con Cuba.
Los anuncios del
presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública
estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al
levantamiento total del bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los
Estados Unidos.
En su lugar, el
Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que
favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano
del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su
pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y
soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino.
Posteriormente haremos
un análisis más profundo del alcance y las implicaciones de este anuncio.
El Gobierno de Cuba
denuncia las nuevas medidas de endurecimiento del bloqueo, que están destinadas
a fracasar como se ha demostrado repetidamente en el pasado, y que no lograrán
su propósito de debilitar a la Revolución ni doblegar al pueblo cubano, cuya
resistencia a las agresiones de cualquier tipo y origen ha sido probada a lo
largo de casi seis décadas.
El Gobierno de Cuba
rechaza la manipulación con fines políticos y el doble rasero en el tratamiento
del tema de los derechos humanos. El pueblo cubano disfruta de derechos y
libertades fundamentales, y exhibe logros de los que se siente orgulloso y que
son una quimera para muchos países del mundo, incluyendo a los propios Estados
Unidos, como el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el
salario igual por trabajo igual, los derechos de los niños, y el derecho a la
alimentación, la paz y al desarrollo. Con sus modestos recursos, Cuba ha
contribuido también a la mejoría de los derechos humanos en muchos lugares del
mundo, a pesar de las limitaciones que le impone su condición de país
bloqueado.
Los Estados Unidos no
están en condiciones de darnos lecciones. Tenemos serias preocupaciones por el
respeto y las garantías de los derechos humanos en ese país, donde hay
numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular
contra la población afroamericana; se viola el derecho a la vida como resultado
de las muertes por armas de fuego; se explota el trabajo infantil y existen graves
manifestaciones de discriminación racial; se amenaza con imponer más
restricciones a los servicios de salud, que dejarían a 23 millones de personas
sin seguro médico; existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; se
margina a emigrantes y refugiados, en particular los procedentes de países
islámicos; se pretende levantar muros que denigran a vecinos; y se abandonan
los compromisos internacionales para preservar el medio ambiente y enfrentar el
cambio climático.
Asimismo, son motivo de
preocupación las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Estados
Unidos en otros países, como las detenciones arbitrarias de decenas de presos
en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo en Cuba,
donde incluso se ha torturado; las ejecuciones extrajudiciales y las muertes de
civiles causadas por bombas y el empleo de drones; y las guerras desatadas
contra diversos países como Irak, sustentadas en mentiras sobre la posesión de
armas de exterminio masivo, con consecuencias nefastas para la paz, la
seguridad y la estabilidad de la región del Medio Oriente.
Recordamos que Cuba es
Estado Parte de 44 instrumentos internacionales sobre los derechos humanos,
mientras que los Estados Unidos lo es solo de 18, por lo que tenemos mucho que
mostrar, opinar, y defender.
Al confirmar la
decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, Cuba y los Estados Unidos
ratificaron la intención de desarrollar vínculos respetuosos y de cooperación
entre ambos pueblos y gobiernos, basados en los principios y propósitos
consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. En su Declaración, emitida el 1
de julio de 2015, el Gobierno Revolucionario de Cuba reafirmó que “estas
relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y
soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político,
económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad
soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del
Derecho Internacional”, tal como refrendó la Proclama de América Latina y el
Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en su II Cumbre, en
La Habana. Cuba no ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás.
El Gobierno de Cuba
reitera su voluntad de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en
temas de interés mutuo, así como la negociación de los asuntos bilaterales
pendientes con el Gobierno de los Estados Unidos. En los dos últimos años se ha
demostrado que los dos países, como ha expresado reiteradamente el Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz,
pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las diferencias y
promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos, pero no debe
esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e
independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole.
Cualquier estrategia
dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la
que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o emplean-do
métodos más sutiles, estará condenada al fracaso.
Los cambios que sean
necesarios en Cuba, como los realizados desde 1959 y los que estamos
acometiendo ahora como parte del proceso de actualización de nuestro modelo
económico y social, los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano.
Como hemos hecho desde
el triunfo del 1ro. de enero de 1959, asumiremos cualquier riesgo y continuaremos
firmes y seguros en la construcción de una nación soberana, independiente,
socialista, democrática, próspera y sostenible.
La Habana, 16 de junio de 2017.
Es muy triste que lo que habíamos avanzado en el proceso de normalizaciones de las Relaciones de Cuba y USA se haya podido deshacer por la decisión absurda de un mandatario que no tiene la mayoría de aprobación ni de sus compatriotas y mucho menos de los pueblos y gobiernos del mundo como se ha comprobado en muchísimas oportunidad en la ONU y en otras organizaciones internacionales. Seguimos exigiendo un mundo PLURAL donde respetemos nuestras diferencias y podamos vivir en PAZ todos los pueblos de esta tierra. seguiremos diciéndole NO AL BLOQUEO, si a la PAZ y al respeto de la soberanía de nuestros Pueblos. Basta ya de IMPERIOS que quieran imponernos su voluntad: Hasta cuando. Máximo respeto exigimos todos en el nombre del Dios altísimo. amen
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