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sábado, 26 de agosto de 2017

Argentina: Crónica de una evitable muerte anunciada

Un gobierno que no protege ni da garantías a sus ciudadanos, que legitima el fraude electoral y, en su afán de negocios y ganancias, arrasa con todo el progreso social existente, no solo desconoce la sabiduría popular del todo vuelve, sino que se arriesga a la forzada retribución con la misma moneda y los deje, como reza el tango, en pampa y la vía.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Noticiero de la Tv Pública Argentina, domingo 20 de agosto de 2017, 21,00 horas

Titular 1: Milagro Sala es autorizada a seguir en prisión domiciliaria, aunque la CIDH observa que la casa en donde se alojará, a 40 kilómetros de la Capital de Jujuy no está en condiciones, ha sido saqueada, devastada, arrasada, sin puertas ni ventanas y deberá ponerse en condiciones, trabajo que por lo menos demandará dos semanas.

Al respecto, su abogada, Elizabeth Gómez Alcorta había denunciado el nivel de hostigamiento sufrido por Milagro quien se iría de “Alto Sufridero (Comedero, el penal de mujeres) en donde estaba recluida para irse a una casa donde no tenía ni para lavarse las manos”.

Las cámaras de los eventuales cronistas mostraron las paredes blancas y desnudas de una vivienda sin puertas ni ventanas, con unos azulejos como de hospital de campo de concentración, antesala de una muerte segura, pergeñada con la más aviesa de las intenciones, maldad extrema que no debería sufrir ningún ser humano por ningún tipo de delito, por aberrante que pudiera ser. Hombres o bestias nos recuerda sin cesar desde la tumba Aristóteles. Mucho menos uno de carácter político, donde la acusación principal es un acampe y reclamo al gobernador Gerardo Morales, como expresan en su defensa los organismos de derechos humanos. Pero el crimen mayor de Milagro es ser indígena, india y luchadora social, dos cuestiones imperdonables. Para colmo se embanderó en su organización con el nombre de Túpac Amaru, el del inca José Gabriel Condorcanqui, quien llevó a cabo la mayor rebelión indígena que enfrentaron las autoridades españolas a fines del siglo XVIII. Algo despreciable desde el fondo del pasado colonial que sigue invadiendo, inundando y determinando las relaciones de los nacidos en este convulsivo e irredento nuevo mundo.

Milagro, lo sepa o no, aunque seguramente lo tiene gravado desde sus primeros años de su sufrida vida o, lo trae inscripto en sus células desde antes de nacer, lo más seguro, encarna en su martirologio a todos sus hermanos de raza, de explotación y esclavitud, desde la aparición de Colón en el Caribe con sus tres carabelas y los aventureros conquistadores que le siguieron; Cortés y Pizarro, que saquearon y aniquilaron impunemente a millones de indios, ebrios de codicia de los tesoros que guardaban estas tierras.

Más de cinco siglos de dominio, persecución, tortura y aniquilamiento respaldan el desprecio y perversidad de las actuales autoridades y, a pesar de la existencia de una moderna estructura jurídica y las reconocidas declaraciones de los derechos universales del hombre, ejercen el poder con la misma impunidad de los inquisidores y verdugos del pasado. Nada parece haber cambiado, la misma sed de sangre y de revancha circula por los sólidos pasillos de los edificios públicos y los elegantes y educados funcionarios al dar explicaciones, no difieren en absoluto de aquellos rudos y bárbaros salvajes imperiales que realizaban las tareas de vigilancia y disciplinamiento en las oscuras minas de Taxco o Potosí y en las innumerables encomiendas a lo ancho y a lo largo del continente.

El látigo, el yugo o el cepo han cobrado formas más sutiles y sofisticadas: las cotidianas chicanas y zancadillas administrativas, las reiteradas negaciones de visitantes o trámites, el hostigamiento constante, consistente en vigilar a Milagro tras espalda sus conversaciones con otras reclusas o mirar por debajo del baño cuando lo utiliza, el despreciado aislamiento, la eliminación de los mínimos recursos de higiene y una alimentación deficitaria, conllevan a la lenta destrucción psicológica inevitablemente, como la gota de agua permanente sobre la roca, la perfora, de igual modo el maltrato reiterado termina horadando la conciencia de la persona más íntegra. Minar sus fortalezas, reducirla a un vegetal sin identidad ni voluntad, es el triunfo institucional celebrado por los integrantes  del establishment, sobre todo el nombrado gobernador Gerardo Morales, a quien Esmeralda Arosemena de Troitiño, vicepresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le recordó que Milagro es una “defensora de derechos humanos” y, “bendito sea que haya movimientos sociales que, frente a la ausencia del Estado, busquen resolver los problemas de sus comunidades porque es lo necesitamos: que haya gente que lidere a las comunidades”.[i] Reclamo que al gobernador no le movió un pelo, de eso no cabe duda, indiferente e insensible como su referente nacional.

A pesar del nivel de escándalo internacional que ha adquirido esta indignante situación, pocos se arriesgan a publicar estos hechos repugnantes, porque quien tiene la desgracia de caer en prisión, desciende al mundo de las tinieblas, al infierno más temido donde todas las miserias humanas se desarrollan, donde no existe la piedad y se entroniza la perversidad, crecen oscuros amos dentro de una servidumbre gelatinosa que se arrastra. Eso lo saben. Lo saben más que nadie los actuales amos y patrones, como en aquellos tiempos lo sabía el monarca que hacía oídos sordos a los reclamos de De las Casas y otros sacerdotes piadosos, lo sabían los virreyes, pero mucho más lo sabían los capangas, quienes ejercían el poder despótico sobre las víctimas, quienes tenían el terrorífico látigo entre sus manos y disfrutaban con la sangre ajena, como los lobos o los perros cimarrones. También sabemos que no hay perdón para ellos ni allá arriba ni aquí abajo. Es cuestión de esperar la oportunidad de voltear las cosas a favor. En las antípodas y en la oscuridad de su estrecha y larga prisión, lo intuyó Mandela y dio vuelta las cosas. Desde las profundidades en donde se encontraba derrotó al apartheid. Es uno entre muchos ejemplos heroicos que renuevan la fe en las causas.

Titular 2: inmediatamente, luego del anterior: El presidente Macri y familia, partieron rumbo a Villa La Angostura a descansar, como también lo hizo la gobernadora Eugenia Vidal y sus hijos a Bariloche, con el propósito de descansar el feriado largo luego del agotador esfuerzo de las PASO.

Dentro de la inconsistencia propia de la manipulación de informaciones y de la realidad, no es necesario aclarar si esta noticia, luego de la otra fue una orden de la producción o de más arriba. No importa, nada importa, como tampoco que los funcionarios que partían para unas reconfortantes vacaciones celebraron públicamente un triunfo eleccionario que no fue. Ellos sabían que no habían ganado, que suspendieron el escrutinio y que la empresa encargada del control también obedecía a sus intereses. Todo estaba armado. No importa, mienten todo el tiempo porque la mentira es parte de la prepotencia en el ejercicio del poder.

Volvemos al cántaro, tanto va al agua que al final se rompe. Y la apelación y el riesgo azuzando a los actores sociales, dentro de esa fantasía utópica que denominan “el país del futuro” va llegando a extremos impensados, dentro del imaginario de estos chicos de country que se divierten haciendo negocios y gobernando por capricho, ahora Macri pretende quitarle el control de las Obras Sociales a los gremios, un instituto que recuerda los beneficios del establecimiento del Estado de Bienestar en el país de la mano del peronismo, luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, dentro de los 30 años gloriosos de la economía en la periferia próspera.

Qué garantías le ofrece el Estado argentino a la persona de Milagro con este gobierno, porque convengamos que ellas están establecidas en la Carta Magna y en el resto de la estructura jurídica que se le subordina, como en todo Estado moderno y, el Poder Judicial debería ser el fiel custodio de ello, si realmente fuera independiente y, como sabemos, una de las primeras medidas fue justamente, cooptarlo, alinearlo.

Un gobierno que no protege ni da garantías a sus ciudadanos, que legitima el fraude electoral y, en su afán de negocios y ganancias, arrasa con todo el progreso social existente, no solo desconoce la sabiduría popular del todo vuelve, sino que se arriesga a la forzada retribución con la misma moneda y los deje, como reza el tango, en pampa y la vía.




[i] Página 12, Los Estados deben proteger a sus ciudadanos, nota a Esmeralda Arosemena de Troitiño, vicepresidente de la CIDH, 24 de agosto de 2017.

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