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sábado, 11 de noviembre de 2017

Macri y la Americas Society: un retrato de nuestro tiempo

“El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo (…) El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento”, escribió una vez Eduardo Galeano. Y así estamos, con los Macri de turno que reaparecen, aquí y allá, por toda nuestra América.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

El presidente Macri al recibir su "insignia de oro".
Mauricio Macri, el empresario presidente de Argentina, y punta de lanza de la restauración neoliberal en América Latina, acaba de ser condecorado con la “insignia de oro” de la Americas Society, una organización fundada en 1965 por el magnate David Rockefeller. Según las agencias de noticias, desde Carlos Saúl Menem, en los dorados años noventa del neoliberalismo y de las llamadas relaciones carnales entre la Casa Blanca y la Casa Rosada, ningún otro presidente argentino había recibido este particular reconocimiento. De esta forma, Macri se une a la galería de rutilantes gobernantes latinoamericanos que han recibido dicha insignia, todos ellos probados como guerreros del capitalismo en nuestra región, en la que figuran nombres como Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Ricardo Lagos de Chile, Felipe Calderón de México y Juan Manuel Santos de Colombia. ¡Vaya honor!

A Macri se le reconoció por sus “extraordinarios logros y liderazgo transformador en la Argentina y en todo el hemisferio”. Al menos, así lo entienden los continuadores de Rockefeller. ¿Logros? Claro: la pobreza creciente, que subió a más de un 30% de la población en sólo su primer año de gobierno; el avance en los planes de reforma laboral y de pensiones al estilo del golpista Michel Temer en Brasil; el aumento vía tarifazo en el costo de servicios eseciales para la sociedad (agua, gas, transporte) y la inflación asfixiando al ciudadano de a pie; o el ajuste fiscal que se ensaña con los salarios del sector público y los presupuestos para educación, ciencia y tecnología, solo para enumerar algunas de sus medallas. ¿Liderazgo regional? Seguramente también se lo premió por pedirle a la Casa Blanca, en el cierre de su gira por  Estados Unidos, la imposición de un embargo petrolero total contra Venezuela; o por sus incansables esfuerzos de cabildeo diplomático para crear las condiciones necesarias para la tan ansiada intervención militar estadounidense contra la Revolución Boliviariana; o acaso, simplemente, como celebración del buen estado de sus articulaciones, del que no cesa de presumir en sus constantes genuflexiones al gobierno de Donald Trump.

Muy lejanos parecen los tiempos en los que otro presidente argentino, Néstor Kirchner, asumió la brasa ardiente del colapso económico del 2001 y, en medio de enormes dificultades y sin renegar de nuestra condición latinoamericana, levantó la dignidad de una nación humillada y sometida por los organismos financieros internacionales y los gendarmes del orden criminal del mundo. Tiempos en los que reverdecieron las banderas de la unidad y la integración de nuestra América, de la soberanía y los sueños emancipadores, como aquellos que hicieron posible, hace 12 años, la derrota del proyecto panamericanista del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre de las Américas de Mar Plata, gracias a la brillante y valerosa conducción que hizo Kirchner de la presidencia de ese foro; gracias al apoyo de los presidentes Lula da Silva y Hugo Chávez,  a la visión estratégica de Fidel Castro; y gracias, sobre todo, a la inédita movilización continental que dio bríos para aquella heroica jornada.

“El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo (…) El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento”, escribió una vez Eduardo Galeano. Y así estamos, con los Macri de turno que reaparecen, aquí y allá, por toda nuestra América, a veces como realidad de gobierno, a veces como simples aspirantes a restauradores; pero en todo caso, como una fotografía del pasado que de pronto se aparece ante nuestros ojos, nos sacude la memoria y deja ese regusto amargo de volver a los caminos de sombras que –creíamos- ya habíamos desandado.

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