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sábado, 4 de noviembre de 2017

XIX Congreso del Partido Comunista de China: Un evento que mira al futuro

Hay dos diferencias sustanciales entre los procesos de reforma iniciados prácticamente en la misma época en la Unión Soviética y en China, Mientras el país euroasiático comenzó su transformación desde la esfera política, China lo comenzó desde la económica. Sus líderes entendieron que, sin poseer un potencial económico, tecnológico y financiero, iba a ser imposible producir los necesarios cambios políticos en su sociedad.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Tal vez como nunca antes, el más importante evento interno de China ha despertado un interés superlativo fuera de sus fronteras. Ello lo atestigua los más de 1800 periodistas de todas las regiones del planeta que estuvieron presentes en Beijing entre el 18 y el 24 de octubre pasados a fin de reportar la gran cantidad de acontecimientos realizados durante estos días vinculados a esta magna cita. Aunque todavía en muchos casos, con una visión peyorativa desde Occidente, que sigue intentando observar y evaluar el desarrollo de los hechos ocurridos en China desde una óptica propia y no desde la de un país que ha construido su realidad desde una lógica sustentada en una civilización distinta que se ajusta a una cultura, una tradición y unas costumbres milenarias, el XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) se transformó en un suceso de una importancia tal, que superó los límites del país para comenzar a ser considerado una circunstancia que interesa a toda la humanidad.

Ello tiene que ver con la creciente trascendencia de China en la vida política, económica y social y la influencia que pudiera en el transcurrir de cualquier país, las decisiones que habrán de tomarse durante el cónclave.

No había pasado un mes desde el 20 de septiembre, cuando durante su comparecencia en la Asamblea General de las naciones Unidas en New York, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, se había permitido una altisonante diatriba en la que “decretaba” con cierto dejo de solemnidad el fracaso del socialismo en el mundo, como opción de futuro distinta, para la construcción de una nueva sociedad, más justa, más equitativa, más solidaria y sustentable en el planeta. En su Informe al Congreso, el Secretario General del PCCh, Xi Jinping se encargó de desmentir a Trump confirmar que el proceso que China comenzó a construir tras la revolución de 1949, liderado por Mao Zedong, continuado en 1978 tras la aprobación de la política de reforma y apertura bajo conducción de Deng Xiaoping, tendrá su punto más alto cuando a mediados de siglo al conmemorar el primer centenario de la fundación de la República Popular China en 2049 se habrán creado las condiciones para que China sea un “país moderno, próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso” y que este país y su sociedad serán socialistas.

Sin embargo, previo a ello, China conmemorará otro centenario, en 2021 se cumplirá también la primera centuria de la fundación del Partido Comunista, efeméride que será celebrada haciendo el último esfuerzo para eliminar la pobreza del país asiático, permitiendo que China pueda ser considerada un país de desarrollo medio o como ellos mismos califican, una “sociedad modestamente acomodada”. La lucha contra la pobreza ha cubierto parte importante del esfuerzo del gobierno chino desde el año 2013 cuando Xi Jinping accediera a la presidencia, la ambiciosa meta de sacar de la pobreza a 10 millones de ciudadanos por año, para llegar a 2020 con la meta cumplida, se ha ido verificando con suma eficiencia, para lo cual se han conjuntando los esfuerzos del PCCh con los del Estado y la sociedad, lo cual le permitió a Xi confirmar en su Informe al Congreso que sin duda alguna, se llegará exitosamente a la meta planteada.

Hay dos diferencias sustanciales entre los procesos de reforma iniciados prácticamente en la misma época en la Unión Soviética y en China, Mientras el país euroasiático comenzó su transformación desde la esfera política, China lo comenzó desde la económica. Sus líderes entendieron que, sin poseer un potencial económico, tecnológico y financiero, iba a ser imposible producir los necesarios cambios políticos en su sociedad o, dicho en otras palabras, sin construir la base económica, materia y tecnológica, del socialismo, era imposible hablar de socialismo, mucho menos construirlo. Con aciertos y errores, algunos de ellos muy graves, como ellos mismos lo han reconocido, el PCCh se ha dedicado a eso durante los últimos 68 años. 

Los resultados están a la vista. En el Informe al XIX Congreso, Xi ha venido a confirmar que el proceso de transformación estructural de la sociedad podrá comenzar en breve, desmintiendo con ello, las opiniones agoreras, que afirmaban que China estaba en camino de regresar al capitalismo. Se trataba de crear las condiciones para alcanzar el socialismo, jugando con las reglas capitalistas, por la sencilla razón de que aún son las que imperan en el planeta, pero aprendiendo de ellas, extrayendo lo positivo y desechando la putrefacción que generan, lo cual también ha sido preocupación de primer orden del presidente Xi, tanto en la conducción del Estado como del Partido, al dar una batida contundente y frontal a las prácticas de corrupción y otras deformaciones que aquejan a todos los gobiernos del mundo y de las que China no ha estado exenta. La otra diferencia entre los procesos socialistas de los dos países ha sido la firmeza y lealtad a los principios de los dirigentes. Mientras en la Unión Soviética, Gorbachov y Yeltsin, escucharon los “cantos de sirena” que le auguraban un gran futuro a su país subordinados a Estados Unidos y a Occidente, los dirigentes chinos fueron capaces de resistir tales tentaciones y persistir en la línea trazada de construir el “socialismo con peculiaridades chinas” hoy confirmadas por Xi, quien además ha aportado sustantivos elementos de carácter teórico que constituirán a partir de ahora,  y sin duda alguna, fuente importante  de estudios de la base teórica para la edificación del socialismo en cualquier país del mundo. En este sentido Xi, ha recurrido al marxismo-leninismo para afirmar que el problema principal que afronta China de cara al futuro es la superación de lo que ha denominado la contradicción fundamental de la época para su país, que ha identificado como la que se produce entre el desarrollo desequilibrado y las necesidades de sus ciudadanos, y ha asegurado que de su superación dependerá en gran medida el cumplimiento de las tareas del PCCh en el porvenir. Se trata, ni más ni menos, que China deberá hacer los ajustes necesarios para cumplir la máxima marxista de que la economía en el socialismo debe ser capaz de producir “de cada quien según su capacidad”, y distribuir “a cada cual según su trabajo”. Habiendo afirmado Xi, que esta es la contradicción fundamental de la época, no cabe duda que el PCCh y el Estado chino bajo su liderazgo se abocarán con la mayor energía posible a la resolución de este problema.

Después de finalizado este XIX Congreso y tras conocer el Informe de Xi Jinping al mismo, es menester afirmar que los ciudadanos del mundo podemos mirar el futuro desde una perspectiva más promisoria. Cuando ningún analista pone en duda, de que China será la primera potencia mundial y solo dudan en ponerse de acuerdo cuando se producirá tal situación que varía desde al diferir en la metodología que se use, Xi nos ha venido a decir que China no tiene aspiraciones hegemónicas ni expansionistas y ha sido ha sido hasta ahora. No hay ningún país en el mundo que pueda afirmar que ha recibido una inversión china o ha establecido acuerdos de cooperación , o intercambio en materia comercial, financiera, tecnológica o de otro tipo, a cambio de instalar una base militar en sus territorio, subordinar sus fuerzas armadas a la lógica militar de China o formar parte de bloques militares bajo mando chino para intervenir en los asuntos internos de otros países, lo cual no deja de ser una novedad trascendente en la historia de la humanidad. Sin embargo, Xi ha afirmado que el Ejército Popular de Liberación (EPL) (fuerzas armadas chinas) continuarán y acelerarán su proceso de modernización, bajo liderazgo del PCCh para que a mediados de siglo sea un potente instrumento de defensa y de disuasión, ante cualquier intento de retrotraer los objetivos del Sueño Chino. Para ello, el PCCh trabajará para que el EPL llegue a tener una capacidad y una fortaleza de nivel mundial.

En cuanto al otro gran tema que se habla mucho de China, cuál es su real compromiso con el medio ambiente, en una actividad paralela al Congreso, el ministro de Protección Ambiental Li Granje dio una conferencia de prensa en la cual informó que la búsqueda de un desarrollo que respete al ambiente es una prioridad del gobierno de Xi Jinping buscando bajar la contaminación y aumentando la superficie de árboles sembrados. Así mismo, China se ha planteado reducir las partículas finas peligrosas PM2.5 del nivel actual de 47 microgramos por m³, a 35 microgramos por m³en 2035, para continuar reduciendo esa cifra a fin de llegar al año 2020 con un 80% de días de buena calidad del aire en las 338 ciudades del país que están siendo monitoreadas por ese ministerio.

Creo, que en estas líneas se sintetizan los mayores logros del XIX Congreso del PCCh, pero no los únicos, la elección de un nuevo Comité Central que ha designado a los miembros del Buró Político, sus integrantes permanentes y la Comisión Central de Control y que ha relegido a Xi Jinping como Secretario General ha marcado el inicio de una nueva y promisoria época para China y para el mundo.

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